La madre del novio fue llevada al hospital sin poder respirar. Otros huéspedes estuvieron enfermos durante días. La joven pareja, a decir verdad, pasó parte de su luna de miel enferma en casa. Pero todos estaban de acuerdo: fue una gran boda. (“¡Los centros de mesa!”)
No es que nada haya cambiado. Hoy en día los meseros llevan mascarilla y las fiestas incluyen desinfectantes para las manos. Pero las bodas masivas en México, se han reanudado y están procediendo como si fuese el 2019. Con abrazos, cantos y bailes, los matrimonios se han convertido en eventos de súper-propagación.
En el país con la cuarta tasa de mortalidad de Covid-19 más alta del mundo, las revistas de estilo de vida vuelven a salpicar sus portadas con novias y novios eufóricos. Después de una boda de 700 personas en el estado de Coahuila el mes pasado, autoridades de salud confirmaron al menos 90 infecciones.
Las bodas son un claro recordatorio de que las restricciones en el país han servido sobre todo como sugerencias. El presidente Andrés Manuel López Obrador se ha destacado globalmente como uno de los líderes menos dispuestos a imponer la cuarentena o a predicar el valor de las máscaras y el distanciamiento, deseoso de volver a la vida normal.
“Es la mentalidad mexicana de ‘no va a pasar nada'”, dijo Alejandro, cuya boda de septiembre llevó a 20 invitados a contraer el virus, incluyendo a su madre, que fue hospitalizada pero ahora se está recuperando.
La fecha de Alejandro se había fijado hace meses. Consideraron cambiarlo, pero, “Todos nos dijeron que lo hiciéramos, a nadie pareció importarle”, dijo, pidiendo que no se dijera su apellido.
El aumento de casos se ha ralentizado en México
Como gran parte de América Latina, que ha sido golpeada por el virus, la carga de casos de México nunca cayó realmente durante el verano como lo hizo en otras partes del mundo. Cansado de volver a las medidas de permanencia en casa que incapacitan la economía, el gobierno ha dejado que los estados emitan sus propias restricciones basadas en un sistema de cuatro niveles que establece límites – raramente aplicados – en el tamaño de las reuniones.
Sin importar cual sea el semáforo en el que se encuentre su estado, los mexicanos parecen querer festejar igualmente.
El estado de Chihuahua volvió al semáforo rojo a finales de octubre después de un aumento de casos. Un pueblo recibió 1.200 quejas en un solo fin de semana relacionadas con fiestas caseras ruidosas, dijo el Secretario de Salud del estado, Eduardo Fernández, en una entrevista radiofónica la semana pasada.
“Estamos viendo bodas y eventos masivos que son prácticamente imposibles de controlar”, dijo. El estado impuso uno de los toques de queda más estrictos del país.
La alcaldesa de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, que recientemente dio positivo al virus, ha advertido que el aumento tanto de casos como de hospitalizaciones puede llevar a mayores restricciones.
“Tengo 70 pacientes enfermos en este momento de una sola boda porque, para el segundo tequila, todas las mascarillas se quitan”, dijo Francisco Moreno, jefe de medicina interna del Centro Médico ABC de la Ciudad de México.
La gente está harta
“La gente está harta, y es como si hubieran estado encadenados a un poste durante meses, así que tan pronto como pudieron, todos salieron corriendo y ahora estamos viendo bodas con 300, 400 personas. Está fuera de control”, dijo Moreno.
Su hospital está al máximo de su capacidad y contó que en las últimas semanas dos pacientes murieron en la acera porque no pudieron ser admitidos. Dijo que la renovación de la fiesta a mediados de septiembre ha causado la nueva sobrecarga.
En la ciudad de Mexicali, en Baja California, la boda de un actor con 300 invitados a principios de octubre provocó más de 100 infecciones, según las autoridades sanitarias. El video de Instagram del actor muestra a los invitados desenmascarados animando la entrada de la pareja al “Empire State of Mind” de Jay-Z, mientras una ráfaga de chispas iluminaba el fondo.
En la Ciudad de México, Alejandro dice que se sentiría diferente acerca de su boda — y la entrevista — si su madre hubiese fallecido.
“Cuando empezamos a oír que la gente se enfermó por asistir a nuestra boda, obviamente nos sentíamos culpables”, dijo Alejandro. “Pero tratas de decirte a ti mismo que la gente que estaba allí conocía los riesgos, y eligieron ir. Es una extraña mezcla de sentimientos”.