“Acaben con el confinamiento”, gritaban los manifestantes en una ciudad en el extremo oeste de China. Al otro lado del país, en Shanghái, los manifestantes levantaron hojas de papel en blanco y las convirtieron en una implícita pero poderosa señal de disenso. Uno de los manifestantes, que después fue detenido por la policía, solo llevaba flores.
Es difícil explicar lo impactante que resulta escuchar a una multitud en Shanghái pidiendo la renuncia del líder chino Xi Jinping. Aquí es extremadamente peligroso criticar públicamente al secretario general del Partido Comunista. Te arriesgas a que te metan en la cárcel.
Y, sin embargo, allí estaban, en la calle de Shanghái (Wulumuqi Lu) que lleva el nombre de la ciudad de Xinjiang donde un incendio ha matado a 10 residentes, y se ha culpado a las restricciones de la covacha de obstaculizar las labores de rescate.
Un manifestante grita: “¡Xi Jinping!”
Y cientos responden: “¡Retírese!”
También se coreó: “¡Partido Comunista! ¡Retírense! ¡Partido Comunista! ¡Dimita!”
Para una organización política que no tiene mayor prioridad que la de mantenerse en el poder, este es un desafío grandísimo.
Durante el fin de semana, las protestas contra las estrictas restricciones por el Covid-19 en China reverberaron por todo el país en un caso inusual de malestar civil a nivel nacional.
El lunes, un grupo que apoya a los manifestantes hizo un llamado en línea para que un número limitado de manifestantes se reunieran en la Plaza del Pueblo de Shanghái y cerca de una parada de metro en el noroeste de Pekín por la noche. Pero los videos compartidos desde los dos lugares, identificables por los edificios y los carteles de fondo, mostraban una fuerte presencia de seguridad, con autobuses y autos de la policía alineados en las calles.
En la ciudad de Hangzhou, en el este, una multitud de personas se reunió en un centro comercial, pero fue vigilada de cerca por un grupo aún mayor de policías uniformados. Una mujer gritaba mientras varios de los agentes se la llevaban, según los videos que circulan en internet. Los espectadores le gritaban a la policía.
Este fin de semana, algunos manifestantes llegaron a pedir la dimisión del Partido Comunista y de su líder, Xi Jinping. Muchos estaban hartos de Xi, quien en octubre consiguió un inédito tercer mandato como secretario general del partido, y de su política de “cero Covid-19”, que sigue afectando la vida cotidiana, perjudicando los medios de subsistencia y aislando al país.
El gobierno chino culpó el lunes a “fuerzas con segundas intenciones” de vincular un incendio mortal en la región oeste de Xinjiang con las estrictas medidas relacionadas con la Covid-19, un factor clave a medida que las protestas se extienden por todo el país.
Los más de 1400 millones de habitantes de China siguen a merced de esta estricta política. Está diseñada para acabar con las infecciones a través del confinamiento inmediato de edificios de apartamentos y, a veces, de ciudades o regiones enteras, además de obligar a los residentes a hacer cuarentenas prolongadas y someterse a una letanía de pruebas.
Fuera de China, el resto del mundo se ha adaptado al virus y está cerca de la normalidad. Por ejemplo, el evento más importante del fútbol, la Copa del Mundo. Miles de personas de todo el mundo se han reunido en Catar y están animando a sus equipos, hombro con hombro, sin cubrebocas, en estadios abarrotados.
El enfoque de China fue elogiado al inicio de la pandemia, y no hay duda de que ha salvado vidas. Pero ahora ese enfoque parece cada vez más anticuado. Casi tres años después de la aparición del coronavirus, el contraste entre China y el resto del mundo no podría ser más marcado.
Esto es lo que hay que saber sobre la situación en China.
Un incendio mortal en el extremo oeste de China ha enfurecido a los manifestantes
La noticia se difundió con rapidez en la internet china. Diez personas murieron el jueves tras un incendio en un edificio de apartamentos en Urumqi, la capital de Xinjiang, una región de 25 millones de habitantes que llevaba más de tres meses confinada. (La región ha estado antes al centro de la atención pública por el internamiento masivo de China de su población musulmana).
Muchos chinos sospechaban que las restricciones debido al Covid —que pueden incluir barricadas improvisadas y salidas de emergencia bloqueadas para mantener a la gente dentro de los edificios— habían dificultado el rescate o impedido a los residentes buscar refugio del incendio. Muchos residentes de Urumqi salieron a la calle, coreando “fin a los confinamientos”.
Pronto surgieron protestas en todo el país.
En Shanghái, la ciudad más grande de China, los residentes se reunieron en un cruce de la calle Urumqi, que lleva el nombre de la ciudad de Xinjiang, para lamentar las muertes. “Queremos libertad”, corearon, y algunos llegaron a pedir la renuncia de Xi.
“Esas víctimas, cómo murieron, todos lo tenemos claro. ¿No es cierto?”, dijo el manifestante con las flores, según un video publicado en las redes sociales, una aparente referencia a la tragedia de Urumqi. Poco después, el hombre, apodado en las redes sociales como el “Chico de las flores de Shanghái”, fue detenido por la policía, según el video. El Times verificó que la ubicación del video era la calle de Urumqi, en Shanghái.
Entre los detenidos se encontraba un reportero de la BBC, que más tarde fue liberado.
Los manifestantes también se reunieron en la capital del país, y muchos estudiantes se congregaron en la Universidad de Tsinghua, en el noroeste de Pekín, para denunciar las restricciones a su capacidad de desplazamiento. Cientos de manifestantes también marcharon en Wuhan, la ciudad central china donde se originó la pandemia a finales de 2019. Las multitudes también se han congregado en Chengdu, una ciudad del suroeste del país.
El lunes, un funcionario del gobierno abordó la afirmación de que había una relación entre el incendio de Urumqi y las restricciones del virus. “En las redes sociales hay fuerzas con segundas intenciones que relacionan este incendio con la respuesta local a la COVID-19”, dijo Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, en respuesta a una pregunta en una rueda de prensa rutinaria.
La economía china ha sido afectada por las restricciones
Las interrupciones a la vida cotidiana han afectado a empresas grandes y pequeñas, desde la empresa que fabrica los iPhones hasta las tiendas y restaurantes de barrio.
El cierre de las instalaciones de Foxconn en Zhengzhou, en el centro de China, demostró que la medida puede tener ramificaciones globales. Después de que los trabajadores fueran retirados de sus puestos de trabajo para limitar un brote de covid, la producción se redujo. Eso, a su vez, obligó a Apple a advertir que sus ventas no alcanzarían las expectativas.
Para evitar problemas similares, otras empresas multinacionales han buscado ampliar su producción fuera de China.
En las principales calles de los pueblos y ciudades de China, los confinamientos han reducido el tráfico peatonal, lo que perjudica a los negocios que son vitales para el empleo urbano.
Según los últimos datos, la economía china creció un 3,9 por ciento en el lapso de tres meses que terminó en septiembre. Pero esa cifra fue mucho más lenta que el objetivo del gobierno del 5,5 por ciento para 2022, y algunos economistas prevén que caerá aún más en los últimos meses del año.
Para los inversores preocupados por la economía china, ha sido un juego de adivinanzas el momento en que se eliminarán las restricciones, si es que lo hacen. Muchos esperaban un anuncio en el congreso del Partido Comunista de octubre. Pero en lugar de ello, Xi redobló la apuesta. La reacción inmediata de los mercados el lunes fue débil, y las acciones en Asia cayeron alrededor del uno por ciento.
Las autoridades han tratado de afinar la política de ‘cero covid’
A principios de noviembre, el gobierno dijo que suavizaría algunas de las normas, aunque seguía comprometido con la política. El cambio fue modesto, pero fue una señal de que las autoridades eran conscientes de los efectos de las constantes interrupciones en la economía.
Se relajaron las restricciones de cuarentena para los viajeros al extranjero, así como un sistema de penalización para las aerolíneas que trajeran viajeros con covid. Dentro del país, las autoridades redujeron, aunque ligeramente, el rastreo de contactos y eliminaron algunas otras medidas.
Los mercados financieros lo tomaron inicialmente como una señal positiva que anunciaba la eventual retirada de la política. Pero no fue así.
Con la relajación de las restricciones surgieron más casos de Covid, que se convirtieron en brotes. El número diario de casos notificados está en su punto más alto de la pandemia. La mayoría de los chinos nunca han estado expuestos al virus, y la campaña de vacunación en gran medida se estancó. Las autoridades rápidamente dieron marcha atrás. A mediados de noviembre, un tercio de la población china y zonas que generan dos quintas partes de su producción económica estaban de nuevo en confinamiento parcial o total, según un cálculo de la firma japonesa Nomura.