No hay medias tintas en las reacciones tras la Marcha por la Democracia. Andrés Manuel López Obrador arremetió contra los organizadores y se mostró molesto de que varios participantes en la manifestación del pasado domingo lo llamaran “narcopresidente”. “Ahora se disfrazan de demócratas”, comentó el presidente.
“Dicen ‘vamos a defender nuestra democracia’. ¿Cuál es la democracia de ellos? La que funciona nada más como parapeto, cuando en realidad lo que había era el dominio de una oligarquía corrupta”, agregó en su conferencia matutina de este lunes. La oposición, en cambio, celebró que la llamada marea rosa saliera a defender el orden democrático. “La democracia se ejerce en las urnas, pero también desde las calles y las plazas públicas”, declaró Xóchitl Gálvez, la candidata presidencial opositora, en un video en el que apareció con un chal rosa.
López Obrador cuestionó los motivos de la marcha y acusó que la verdadera intención de los manifestantes era volver al pasado, cuando formaban parte de una minoría privilegiada. “Los que estaban antes, ya sea en el Gobierno o los que se beneficiaban con la corrupción, están inconformes y quieren regresar. Y yo también quiero que regresen, pero lo que se robaron”, ironizó el presidente. El Ejecutivo federal aseguró que fue blanco de “calumnias” y que hay una campaña con bots para desacreditar a su Administración. “Es como el mundo al revés, ellos son los demócratas, nosotros somos la dictadura, ellos no tienen nada que ver con el narcotráfico, nosotros somos los narcotraficantes”, dijo.
En la marcha en el Zócalo de Ciudad de México se observaron varios carteles con el lema “No soy un bot” y cuestionamientos al programa de gobierno del presidente. La Marcha por la Democracia fue convocada como un acto apartidista para exigir votaciones limpias y respeto a las instituciones democráticas hacia las elecciones del próximo 2 de junio.
En el terreno predominaron las consignas que proclamaban que “el INE no se toca”, que exigían que se respetara la división de poderes ante los ataques de López Obrador al Poder Judicial y que reprochaban la intención de desaparecer los organismos autónomos que sirven de contrapeso al poder presidencial. Pero también hubo gritos de “Fuera López”, “Fuera narcopresidente” y “Fuera Sheinbaum”, en contra de la aspirante de Morena a la presidencia.
La borrosa línea entre la defensa del orden democrático y las críticas al Gobierno fue patente durante toda la jornada, que cerró con un discurso de Lorenzo Córdova, expresidente del Instituto Nacional Electoral (INE) y uno de los actores políticos más cuestionados por López Orador, y la entonación del himno nacional.
En la marcha también participaron organizaciones y políticos ligados con la oposición como el líder nacional del Partido Acción Nacional (PAN), Marko Cortés, y la excandidata presidencial Margarita Zavala. “La marea rosa se sintió en todo México”, celebró Cortés, dirigente de la fuerza opositora más votada del país. Zavala se hizo eco de varios mensajes en redes sociales que hablaban del impacto de la protesta, que rivalizó por el foco mediático con el acto de registro oficial de Claudia Sheinbaum como candidata a la presidencia.
Gálvez, su perseguidora más cercana en las encuestas, prefirió no participar para evitar “malinterpretaciones”, aunque después se pronunció. “No habrá tentación autoritaria que pueda mandar al diablo nuestras instituciones”, señaló la aspirante, en alusión a una conocida frase del presidente. Alejandro Alito Moreno, el líder del Partido Revolucionario Institucional (PRI), se sumó al entusiasmo de sus socios del PAN y del Partido de la Revolución Democática. “Veo con gran felicidad el éxito de la concentración ciudadana en el Zócalo capitalino y en más de 120 ciudades de México y el mundo”, comentó.
El ambiente alrededor de la marcha no estuvo exento de polémica. Se colocaron vallas fuera del Palacio Nacional, la sede del Gobierno federal, y en las calles aledañas al Zócalo. Se retiró la bandera monumental de México que domina la icónica plaza. Y los líderes de Morena desacreditaron la protesta, con Sheinbaum tachándolo de un acto de “falsedad e hipcresía” durante su registro en el INE. Se libró también una guerra por los símbolos, por el discurso y por la movilización ciudadana.
Los organizadores aseguraron que hubo 700.000 participantes. Las autoridades de la capital dijeron que sólo fueron 90.000 asistentes. Fue un domingo en que ir a la marcha o seguir el registro de Sheinbaum representaba cosas diametralmente distintas y en que también fue revelador quien daba mayor cobertura a la manifestación y quienes daban más peso a las críticas sobre la protesta. A menos de cuatro meses de la cita en las urnas, la jornada fue también un reflejo de lo que está en disputa: Ciudad de México es considerada como un territorio clave para la oposición y para el oficialismo.
“Puro corrupto, pero vivimos en un país libre y adelante, que sigan”, zanjó López Obrador. El PAN calificó la reacción del presidente y de Sheinbaum como “reprobable” en un comunicado emitido este lunes. Los ecos de la movilización han seguido 24 horas después de la convocatoria, inmersa voluntaria o involuntariamente en una campaña política omnipresente, pero que recién empieza a generar mayor tracción en la ciudadanía.
En el choque entre el partido gobernante y la coalición opositora, Movimiento Ciudadano, la tercera opción en la boleta, ha brillado por su ausencia, sin reacciones de su candidato presidencial, Jorge Álvarez Máynez, ni de su dirigente nacional, Dante Delgado. Para el resto de los actores políticos, el saldo está en los extremos: alabando o demonizando la marcha para aumentar su capital político. Antes del arranque de las campañas el próximo 1 de marzo, Gálvez y Álvarez Máynez tienen previsto oficializar sus registros como candidatos esta semana en el INE.