Diez minutos. Los jefes de la diplomacia de Estados Unidos y Rusia, Antony Blinken y Serguéi Lavrov, respectivamente, dialogaron fuera de programa y muy brevemente en los márgenes de la reunión de ministros de Asuntos Exteriores del G-20, celebrada en Nueva Delhi este jueves. La conversación era la primera en persona que se conoce entre los dos diplomáticos desde que Moscú lanzó la invasión de Ucrania en febrero de 2022; ambos habían hablado el verano pasado por teléfono.
El encuentro, que no figuraba en las agendas oficiales, se ha producido cuando las relaciones entre los dos Gobiernos se encuentran en su momento más bajo desde la Guerra Fría. La guerra en Ucrania ha terminado de congelar unos lazos ya gélidos en torno al control de armamento, los derechos humanos, presos y ciberataques, entre otras cuestiones.
La breve conversación se ha desarrollado también en una reunión del G-20 dominada por la guerra en Ucrania y en la que los ministros participantes no han logrado llegar a un acuerdo. China y Rusia han vetado dos párrafos del comunicado final que hacían referencia a la invasión.
Los diez minutos entre Blinken y Lavrov cundieron. Según explicó a posteriori el secretario de Estado de EE UU en una rueda de prensa, en esa conversación subrayó a su homólogo ruso la posición en la que Washington insiste por activa y por pasiva: que Estados Unidos apoyará a Ucrania todo el tiempo que haga falta, hasta que se llegue a un acuerdo de paz que Kiev considere favorable. Y exigió a Moscú el fin de la invasión.
“Acaben esta guerra de agresión, practiquen una diplomacia sustanciosa que pueda dar como resultado una paz justa y duradera”, afirmó Blinken que exigió al ministro ruso. Pero el secretario de Estado no se mostró optimista sobre la posibilidad de que los contactos de este jueves vayan a arrojar resultados significativos, al menos en un futuro inmediato: “El presidente [ruso, Vladímir] Putin ha demostrado cero interés en participar en conversaciones, al decir que no hay nada de lo que hablar hasta que Ucrania acepte la nueva realidad territorial”.
En un sentido similar se había expresado un alto funcionario estadounidense que informó a los medios sobre la reunión bajo la condición del anonimato: “Siempre mantenemos la esperanza de que los rusos den marcha atrás en su decisión y estén dispuestos a participar en un proceso diplomático que pueda conducir a una paz justa y duradera. Pero yo no diría que al salir de este encuentro las cosas vayan a cambiar a corto plazo”.
Los dos responsables de sus respectivas diplomacias abordaron también la decisión rusa, anunciada la semana pasada, de suspender su participación en el tratado de desarme nuclear Nuevo START. Putin había alegado el antagonismo estadounidense en la guerra para justificar esa decisión, que asesta un golpe mortal al último acuerdo de control de armamento atómico vigente entre los dos grandes colosos nucleares; el presidente estadounidense, Joe Biden, había calificado de “grave error” la iniciativa de Moscú.
En su rueda de prensa, Blinken aseguró que había instado a Lavrov a dar marcha atrás sobre esa “decisión irresponsable” y reanudar su participación en el tratado, firmado en 2010 entre los entonces presidentes Barack Obama y Dmitri Medvédev y vigente hasta 2026. “El cumplimiento mutuo es algo que interesa a nuestros dos países”, aseguró el secretario de Estado a su homólogo ruso, según sostuvo.
El secretario de Estado también instó a Moscú a poner en libertad al exmarine estadounidense Paul Whelan, de 52 años y encarcelado en Rusia desde 2019 bajo acusaciones de espionaje. “Estados Unidos ha presentado una propuesta seria. Rusia debería aceptarla”.
Por su parte, Serguéi Lavrov no hizo alusión al encuentro en su propia rueda de prensa en Nueva Delhi. Su portavoz, Maria Zajárova, indicó que la conversación se produjo a petición de Blinken y mientras ambos caminaban. Las agencias rusas de noticias subrayan que no hubo “negociaciones” entre ambos.
La guerra de Ucrania ha sido el asunto dominante en la reunión de los responsables de Exteriores del G-20, y el factor que ha impedido cerrar el encuentro con un acuerdo. Las posturas entre los países miembros, las principales economías del mundo, divergían profundamente. El propio Gobierno anfitrión encarnaba estas diferencias y contradicciones: la India del primer ministro Narendra Modi ha evitado condenar a Moscú y ha aumentado sus compras de combustibles rusos, al tiempo que ha apoyado una solución diplomática al conflicto.
No hubo, por tanto, comunicado final, pese a las esperanzas de Modi de lograr un consenso. Rusia y China, el gran socio estratégico de Moscú, vetaron dos párrafos en el borrador original del documento que criticaban la guerra y declaraban inadmisible “el uso o la amenaza de uso de armas nucleares”.
“Desafortunadamente, este encuentro se ha visto de nuevo empañado por la guerra injustificada y no provocada de Rusia contra Ucrania, su deliberada campaña de destrucción de objetivos civiles y su ataque contra los principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas”, se lamentó Blinken en la reunión de ministros, según declaraciones distribuidas por el Departamento de Estado.
“Debemos seguir exigiendo a Rusia que ponga fin a esta guerra de agresión y se retire de Ucrania, por el bien de la paz internacional y la estabilidad económica”, agregó. El secretario de Estado recordó que la semana pasada 141 países apoyaron una condena a Rusia en una sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas, al cumplirse un año del comienzo de la invasión. Pero varios de los países participantes en la reunión de Nueva Delhi figuraban entre quienes se abstuvieron o se opusieron a esa moción.
De una manera similar se expresó la ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock, quien subrayó que “desgraciadamente, un miembro del G-20 impide que los otros 19 centren todos sus esfuerzos en estas cuestiones para las que se creó [la organización]″.
En su rueda de prensa, Lavrov negó que su país padeciera un aislamiento internacional a raíz de la guerra. “No nos sentimos aislados. Es Occidente quien se ha aislado y acabará dándose cuenta de ello”. En un comunicado, Lavrov culpó a Occidente de la crisis política y económica mundial: “Varias delegaciones occidentales convirtieron el trabajo sobre la agenda del G-20 en una farsa, queriendo trasladar la responsabilidad de sus fracasos en la economía a Rusia”, informa Reuters. El jefe de la diplomacia ruso acusó también a Occidente de obstaculizar la exportación de productos agrícolas de su país.