En el majestuoso edificio del número 15 de la calle de Zólnaya (la vía de la ceniza, en ruso) de San Petersburgo ya no cuelga el gigantesco letrero PMC Wagner Center. El amotinamiento de los mercenarios el 23 y 24 de junio contra el Kremlin no pudo ser castigado por Vladímir Putin, pues el grupo sigue siendo imprescindible para sus intereses, aunque ha obligado a su líder, Yevgueni Prigozhin, a reformular los objetivos de su compañía. Como insinúa simbólicamente la dirección de su efímera sede pública, del recuerdo del ejército paramilitar que acaparó portadas en la localidad ucrania de Bajmut solo quedan cenizas, y de ellas ha renacido la vieja Wagner, creada por Moscú hace una década para acometer operaciones encubiertas en el extranjero. África y sus recursos naturales vuelven a ser ahora su objetivo principal.
Aunque ha sido obligado a dejar la trinchera ucrania, el insurrecto Prigozhin no ha perdido su negocio ruso pese a haber exigido con las armas la destitución del alto mando de Defensa en plena guerra. Varias empresas del cocinero de Putin, conocido por haber levantado su imperio desde el negocio del catering, han sido premiadas para el próximo curso con más de 4.400 millones de rublos (unos 40 millones de euros) en las licitaciones de comedores de colegios de Moscú, un jugoso negocio al que no había accedido antes, según ha revelado el Centro Dossier.
Sin embargo, ha sido África, y en concreto Níger, la que ha llevado a Prigozhin a reaparecer tras el fallido motín. Primero se le vio a finales de julio en San Petersburgo, con ocasión de la cumbre África-Rusia. El responsable de la Casa de Rusia en República Centroafricana, Dmitri Sytri, publicó el 27 de julio una foto en Facebook en la que un sonriente Prigozhin estrechaba la mano de un delegado de ese país en el hotel Trezzini de la ciudad, donde se celebraba en aquellos días la cumbre. Según el diario Fontanka, recibió a representantes de Níger, Malí y República Centroafricana; estos dos últimos están entre los principales clientes del grupo, a los que ofrece los servicios de sus mercenarios a cambio de negocios en la explotación de recursos naturales. Los paramilitares rusos están en varios países africanos, pero son particularmente activos en República Centroafricana, Malí, Sudán y Libia.
El pasado 8 de agosto, Prigozhin volvió a hacer público un mensaje para burlarse con sorna de Estados Unidos y sus intentos de negociar una salida al golpe de Estado de Níger. “Estoy orgulloso de los muchachos del Grupo Wagner. Al pensar en ellos, el Estado Islámico y Al Qaeda parecen unos niños obedientes (…). EE UU reconoce ahora un Gobierno que no reconocía ayer tan solo por no encontrarse con Wagner en aquel país”, sostuvo el empresario en referencia al encuentro de la subsecretaria de Estado de EE UU, Victoria Nuland, con los militares golpistas del país africano. La preocupación que provoca en Washington (y en la UE) por su posible ayuda a los golpistas de Níger le ha animado a volver a la escena pública.
Níger se apunta como una de las prioridades del grupo a corto plazo. Según contaron tres fuentes distintas a la agencia Associated Press, el general rebelde Salifou Modi viajó a Malí el 2 de agosto para pedir supuestamente apoyo a un representante de Wagner. Un día después, Prigozhin publicaba un audio en el que aseguraba que bendecía la rebelión: “Se necesitaban cambios en Níger. Esta es una lucha de liberación”.
“Wagner ya no sigue aquí”
Tras el motín y la mediación del régimen de Aleksandr Lukashenko, los mercenarios se desvían también hacia Bielorrusia. El Centro de Resistencia Nacional bielorruso, entidad opositora, denuncia el establecimiento de varios campamentos militares en el país, con en torno a 6.000 militares con armas ligeras. Los países bálticos y Polonia han reforzado la vigilancia de sus fronteras, mientras Ucrania no los pierde de vista.
Lejos queda ya el esplendor de la sede en San Petersburgo, que Prigozhin inauguró a principios de noviembre del año pasado, cuando cobraba protagonismo como ejército paralelo en la guerra en Ucrania. El edificio iba a dar cobijo al aparato administrativo de los mercenarios y ofrecería alquiler gratis a empresas tecnológicas “patrióticas”, según Prigozhin, también dueño del grupo Patriot, que engloba la factoría de trolesque calentó en internet la campaña electoral estadounidense de 2016 y de varios medios de propaganda. Sin embargo, esta empresa no sobrevivió al motín y fue cerrada a principios de julio.
“Wagner ya no sigue aquí”, responde amablemente una recepcionista a la entrada del edificio. “El edificio es propiedad de la compañía Mórskaya Stolitsa. Si lo desea, puede alquilar un espacio aquí”, agrega tras extender un catálogo con las bondades y precios de cada planta.
Aunque es agosto, tanto el aparcamiento como sus ventanales muestran un edificio inusualmente vacío. En el medio año previo al golpe se instalaron todo tipo de iniciativas proguerra. Entre ellas, los llamados blogueros-z, que hacen propaganda a favor de la invasión de Ucrania, la escuela de drones Oktagón, el centro de reclutamiento Dobrovólets (Voluntario, en ruso) y el movimiento juvenil Wagnerenok.
El medio independiente Bumaga contactó con ellos y confirmó que no han cesado sus actividades, aunque se están recolocando. “Los miembros del club se están tomando un descanso, en septiembre retomaremos las actividades”, contó a la revista el responsable de Wagnerenok, Alexánder Tronin.
Lo mismo sucede con casi todos los puntos de reclutamiento de mercenarios de Wagner. La compañía anunció el 30 de julio que cerraban temporalmente “debido a la reserva de personal existente”. Prigozhin, sin embargo, aclaró un día después que la compañía podría necesitar gente próximamente porque “continúa sus actividades en África, así como en centros de formación en Bielorrusia”. El medio Vazhnye Istorii descubrió que la compañía aún contrata candidatos para África en algunos puntos de reclutamiento de las ciudades siberianas de Omsk y Novosibirsk.
Mercenarios a cambio de los recursos africanos
La compañía de mercenarios nació como una extensión del servicio de inteligencia del ejército (el GRU) para realizar intervenciones armadas sin necesidad del reconocimiento de Moscú. Por ejemplo, sus soldados decían ser “voluntarios rusos” cuando irrumpieron en el este de Ucrania entre abril y mayo de 2014, justo antes de comenzar la guerra de Donbás. Sin embargo, sus grandes fuentes de financiación proceden de los recursos naturales que ofrecen a cambio de sus rifles algunos regímenes de África, especialmente en la zona subsahariana, y que son vitales ahora para el Kremlin debido a la presión de las sanciones sobre la economía rusa.
Moscú, a través de Wagner, trata de ocupar en África el espacio que deja Europa, especialmente Francia, la antigua potencia colonial. “Necesito proteger las instituciones de la república. Pedí ayuda a todos. ¿Debía rechazar la ayuda de aquellos que querían ayudarnos?”, subrayó el presidente de República Centroafricana, Faustin-Archange Touaderá, en una entrevista concedida a NBC a principios de junio. A cambio de apoyarle frente a los rebeldes, Wagner obtuvo el acceso a sus recursos naturales. Tres periodistas rusos fueron asesinados en 2018 al investigar estos movimientos.
“Moscú no puede permitirse perder los beneficios políticos, militares y económicos que brinda Wagner”, recalca un análisis del Centro para los Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS)estadounidense. Según sus estimaciones, solo en República Centroafricana obtendría más de 1.000 millones de dólares anuales gracias a la protección que ofrece a las autoridades a cambio de importantes concesiones como la mina de oro de Ndassima.
Conocedor de la importancia de estos nodos de financiación, EE UU ha emprendido este verano una nueva ola de sanciones contra estas explotaciones de oro que alimentan a Wagner en República Centroafricana y Malí, y las entidades que supuestamente contribuyen a blanquear ese negocio en Emiratos Árabes Unidos. “EE UU continuará apuntando a los flujos de ingresos del grupo Wagner para degradar su expansión y violencia en África, Ucrania y cualquier otro lugar”, advirtió el Departamento del Tesoro tres días después de producirse el motín fallido de Prigozhin.