Los alimentos que más consumen los mexicanos podrían encarecerse más, luego de que el Gobierno Federal impuso un arancel del 35% a las importaciones de sulfato de amonio, uno de los fertilizantes nitrogenados más usados por los productores de maíz, trigo, arroz, caña de azúcar, cítricos, y hortalizas, además de otros importantes cultivos del país.
De acuerdo con el decreto publicado hace unos días en el Diario Oficial de la Federación, este impuesto tiene la finalidad de proteger la producción nacional de fertilizantes. El Gobierno justificó su decisión argumentando que, entre 2019 y 2023, las importaciones de sulfato de amonio pasaron de representar el 22% al 51% del consumo nacional, desplazando a otros productores y creando una capacidad instalada ociosa en este mercado.
“El impacto inmediato es directo en la inflación”, dice en entrevista Humberto Aguirre, docente de la Escuela Bancaria y Comercial (EBC) y experto en Economía. Ante un incremento de precios de fertilizante, ya sea por aranceles o por costos de insumos, repercute en el Índice Nacional de Precios al Consumidor y de manera particular en el índice de alimentos, y hay que tomar en cuenta que un tercio de los costos de producción son en fertilizantes”, dice el especialista.
Mientras que el argumento dado por el Gobierno mexicano es proteger el mercado interno y la producción local, la medida puede suponer un balazo en el pie por el riesgo inflacionario, que se hace evidente también para los propios productores. La Asociación Nacional de Comercializadores y Productores de Fertilizantes (Anacofer) ha manifestado su “profunda preocupación” por el aumento de impuestos a las importaciones de sulfato de amonio, dado su impacto directo en la producción agrícola y dicen que puede tener “consecuencias adversas significativas” en el sector agroalimentario mexicano.
Lo cierto es que la importación de fertilizantes ha ido creciendo vertiginosamente en los últimos años. De acuerdo con datos de la Secretaría de Economía, las compras de fertilizantes registraron un incremento de 6,7% de enero a marzo de este año, con un volumen de 863 millones de toneladas métricas, por encima de las 808 registradas en el mismo periodo.
La producción de alimentos como maíz, trigo, arroz y papa, por mencionar algunos, se basa en un uso extendido del sulfato de amonio, y son considerados básicos para la seguridad alimentaria del país, de acuerdo con el artículo 179 de la Ley de Desarrollo Rural Sustentable. Sin embargo, la producción de este fertilizante nitrogenado depende un 70% de las importaciones que se hacen de Rusia, Malasia, China y Estados Unidos.
Afecta a quienes menos tienen
Más allá de la producción y los valores económicos, el arancel implica un mayor riesgo inflacionario, pues puede encarecer los costos de producción del sector agrícola. De hecho, las presiones inflacionarias más recientes estuvieron explicadas por productos agropecuarios, en específico el componente de frutas y verduras, que en abril mostró una inflación anual de 18,57% y acumula cinco meses mostrando una inflación anual de doble dígito. “El impacto es mayor para los hogares con menores ingresos, ya que dedican más del 50% de su gasto a la compra de comida, mientras que los de mayores ingresos dedican entre el 16 y 17%”, refiere Aguirre.
Los alimentos que provienen de los campos mexicanos han presionado a la inflación general, pero en el mediano plazo podrían tener un incremento mayor, aunado a la sequía persistente en la mayor parte del territorio nacional. “La sequía provoca más escasez, claro, pero la demanda de alimentos es la misma, eso también presiona al alza los precios”, menciona el académico de la EBC.
Según las estimaciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la adquisición de una canasta alimentaria compuesta principalmente por productos como maíz, frijol y jitomate, que se cosechan con este tipo de fertilizante, ha ido al alza. “Es un arma de doble filo”, reflexiona Aguirre. “Esta política arancelaria, que también se ha aplicado para cientos de artículos, parece beneficiar a la producción nacional, pero tiene otro componente que puede traer otras consecuencias”, finaliza el experto.