México atraviesa hoy por una de las crisis de agua más agudas de su historia. La escasez de lluvias y el año más caluroso registrado hasta ahora son tan sólo dos de los factores que explican de forma inmediata la sequía que vive el país este 2024.
De acuerdo con datos recientes de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), durante la reunión del 7 de mayo del Comité Técnico de Operación de Obras Hidráulicas se reveló que el nivel de llenado de las 210 principales presas de México -mismas que dotan de agua en un 92% del territorio nacional- se encuentra a un 41%, un 23 % menor al promedio histórico.
Las proyecciones a futuro tampoco son alentadoras. De acuerdo con estimaciones del Consejo Nacional de Población (Conapo), para 2030 habrá un total aproximado de 137,48 millones de habitantes en México, de los cuales 86,21 millones vivirán en 74 zonas metropolitanas. Ese excedente urbano demandará el 31% de uso del agua total disponible para entonces. Este crecimiento poblacional, sumado a los años cada vez más secos y calurosos, impactarán sensiblemente en la disponibilidad media de agua. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece en cien litros de agua el consumo diario por persona para abastecer sus necesidades.
Por su parte, herramientas ciudadanas como el monitor nacional de sequía nos muestran la dimensión actual de esta problemática, que especialistas y sociedad civil consideran debe atacarse de forma urgente y efectiva desde todos los frentes estratégicos posibles. El sector energético es uno de ellos.
Renovables y bajo consumo de agua
Hoy el agua es prioridad en la agenda social y ambiental de México. Expertos de todos los rubros urgen al uso responsable del agua, aunado a una mejor captación, tratamiento y reutilización del recurso hídrico y a una redistribución más eficiente y equitativa.
En diversos foros, espacios y estudios se ha subrayado, desde hace años, la importancia de acelerar la transición hacia las energías renovables porque impulsar la descarbonización no sólo ayudará a mitigar el calentamiento global, sino también a conservar el recurso hídrico, esencial para la vida en cualquiera de sus formas.
Según el documento Water Energy Nexus, elaborado por la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), “la eólica y la solar fotovoltaica requieren de muy poca agua” para generar electricidad, siendo un consumo mucho menor que el de otras tecnologías que “requieren de calor para producir electricidad”.
Un ejemplo: actualmente la compañía Iberdrola México tiene nueve parques renovables en el país, los cuales consumen en promedio 6,800 litros de agua al mes cada uno (226 litros diarios, aproximadamente el consumo estimado por la OMS para dos personas). Además, el agua usada en los parques proviene de camiones-cisterna de proveedores autorizados, por lo que no se extrae agua de la red pública.
De acuerdo con información proporcionada por la compañía energética, el mantenimiento y limpieza de estos parques supone un uso mínimo de agua. En el caso de los parques fotovoltaicos, el consumo para la limpieza de paneles solares es cero, en tanto se ha comprobado que lavar las celdas para eliminar polvo e impurezas no garantiza necesariamente un mayor nivel de eficiencia o rendimiento del sistema, por lo que es la propia lluvia la que hace esta labor.
En los parques eólicos, solo se hace uso del agua cuando se identifican aerogeneradores que requieren un mantenimiento puntual. La limpieza de las máquinas se lleva a cabo dentro de una campaña de mantenimiento y al ritmo de diez turbinas por parque al año.
“La ONU ha previsto que los recursos hídricos globales podrían reducirse hasta en un 40% para 2030, por lo que las energías limpias son hoy un aliado vital y estratégico frente a la escasez de agua que enfrenta el país”, afirmó Luis Estrada, director del Negocio de Renovables de Iberdrola México.