Pemex, reforma fiscal y deuda pública son algunas de las palabras que repiten en los corrillos financieros sobre los desafíos económicos que deberá enfrentar la próxima presidenta de México. En medio del nerviosismo en los mercados y del hundimiento del peso a su peor nivel desde finales de marzo de 2020, cotizando al cierre de este viernes en 18,39 unidades por dólar debido a la aplastante victoria de Claudia Sheinbaum y a la mayoría de Morena en el Congreso, la próxima presidenta ha intentado esta semana enviar mensajes de estabilidad consenso y promoción a la inversión.
La caída del peso y de la Bolsa Mexicana de Valores esta semana obligó a la próxima titular del Ejecutivo a confirmar la permanencia de Rogelio Ramírez de la O en la Secretaría de Hacienda, el funcionario, en una brevísima llamada a inversionistas ha dado a conocer las prioridades de la Administración entrante: estabilidad macroeconómica y prudencia fiscal.
El funcionario aseveró que se estrechará la colaboración con Pemex, aprovechando el apoyo en el Congreso para optimizar el buen uso de los recursos públicos, acatando la autonomía del Banco de México, el apego al Estado de derecho y facilitando la inversión privada nacional y extranjera. El mensaje de Ramírez de la O no ha calmado de todo a los mercados ni la volatilidad del peso que sigue depreciándose.
Los focos se centran en la posibilidad de reformas de mayor calado por parte del presidente López Obrador, como los cambios en el Poder Judicial, una vez que tenga la mayoría calificada en la Cámara de Diputados en septiembre, un mes antes de que Sheinbaum tome la estafeta en Palacio Nacional. Sin embargo, este breve mensaje ha permitido dar algunos vistos de las directrices económicas del próximo Gobierno.
Rodolfo De la Torre, director de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, advierte que lo que tiene muy preocupados a los inversionistas es que, el nuevo Gobierno, prácticamente, tiene en sus manos el cambiar todas las reglas legales de la economía, por ejemplo, cualquier legislación sobre inversión extranjera, inclusive la forma en la que se quiera participar en el TMEC, cuya renegociación ocurrirá en 2026.
“Se reitera el mensaje de que la intención es controlar el déficit público y, por lo tanto, la acumulación de deuda para que esta no se vuelva inmanejable, eso calma a los mercados, pero lo que les preocupa mucho, es que no se dijo cómo se va a hacer eso. Es una expresión de buena intención, pero no está respaldada por un plan específico de cómo se va a llegar a ese control de deuda que se quiere alcanzar y al no haber respuesta en los cómos, seguirá existiendo incertidumbre”, zanja.
El especialista añade que la próxima presidenta de México debe detener la sangría de una serie de proyectos que absorben una enorme cantidad de recursos públicos y que no le devuelven a la nación ni servicios adecuados ni una rentabilidad económica, como es el caso de Pemex por insistir en refinación en lugar del tema de extracción. Además, indica que el siguiente Gobierno requiere de nuevos recursos y eso implicará, tarde que temprano, el poner sobre la mesa una reforma fiscal en México. “Reducir el déficit viene de dos fuentes, de frenar el gasto público o de elevar los ingresos. Si se va a reducir el gasto público no se ha dicho exactamente de qué manera y eso hace que no sea evaluable y tampoco se ha dado una señal de que el camino para obtener más ingresos sea el elevar los impuestos, entonces, eso sigue abonando a la incertidumbre”, concluye.
Raymundo Tenorio, profesor emérito del Tec de Monterrey, reconoce que en este momento el asunto que más atiza el nerviosismo de los mercados es la posibilidad de que López Obrador cristalice su reforma al Poder Judicial. En un segundo tenor, también existe un nerviosismo sobre la creación de una administradora de fondos para el retiro estatal, como ya ha ocurrido con otras empresas estatales.
Tenorio lamenta que la próxima Administración seguirá con las capitalizaciones directas a Pemex a cosa de reducir el gasto público. “Una de las sorpresas fiscales que sí me espero con el nuevo Gobierno es elevar la tasa progresividad del impuesto sobre la renta a empresas y a ricos, que ahora tiene un límite máximo del 35%”, prevé el especialista.
En campaña, Sheinbaum aseguró que renegociará la deuda de largo plazo de Pemex. La petrolera bajo el mando de Octavio Romero Oropeza tiene un adeudo por 101.500 millones de dólares, de los cuales unos 6.800 millones de dólares tienen vencimiento en 2025. Por lo que respecta al déficit presupuestario, este año el desbalance entre ingresos y egresos será del 5% del PIB, el nivel más alto de las últimas tres décadas y según los planes del propio Ramírez de la O se prevé ajustarlo a la mitad a mediano plazo.
Hacia el futuro, los analistas advierten de que el mercado del trabajo en México, hasta ahora al alza, va a comenzar a desacelerarse porque la economía de Estados Unidos también va en bajada y ya se está comenzando a reflejar en las perspectivas de crecimiento del país y la otra cuestión es que los aumentos en el salario mínimo cada vez están teniendo menos impacto en la baja de la pobreza laboral. Los expertos coinciden en que una prueba de fuego estará en el presupuesto de 2025 que tanto el equipo de transición de Sheinbaum como este Gobierno presentará en los próximos meses y se aprobará en noviembre próximo.