La aerolínea estatal Mexicana de Aviación, tras haber cumplido recientemente su primer año de operaciones, enfrenta serios problemas que han puesto en duda la viabilidad del proyecto. Según información publicada en su página web, la empresa ha cancelado el 44% de sus rutas programadas. Ocho de las dieciocho rutas originalmente anunciadas (incluyendo AIFA a Acapulco, Campeche, Ixtapa, Nuevo Laredo, Puerto Vallarta, Uruapan y Villahermosa) fueron suspendidas sin previo aviso, y hasta el momento, no ha habido un pronunciamiento oficial por parte de la compañía para explicar estas cancelaciones.
En términos financieros, el panorama es igual de preocupante. En 2024, Mexicana operó con un presupuesto de 8,340 millones de pesos. Sin embargo, este año enfrenta una drástica reducción, ya que solo contará con 1,140 millones de pesos, lo que representa una caída del 86%. Pese a esta inversión inicial millonaria, los resultados son alarmantes: según datos de la Agencia Federal de Aviación Civil y un comunicado de la propia empresa, Mexicana transportó 119,536 pasajeros en 7,217 vuelos a lo largo del año pasado, lo que equivale a un promedio de apenas 16.5 pasajeros por vuelo.
Estas cifras reflejan un grave problema operativo. Uno de los tres Boeing 737-800 de la flota, con capacidad para 180 pasajeros, despega con una ocupación promedio de solo el 9.17%. Esto no solo genera pérdidas financieras insostenibles, sino también un impacto ambiental significativo, al operar vuelos casi vacíos que contribuyen innecesariamente a la huella de carbono del país.
A estos problemas se suma la falta de transparencia en los contratos y recursos involucrados en la operación de Mexicana. Recientemente, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) ordenó a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) transparentar los contratos relacionados con la adquisición y operación de la aerolínea. Esto incluye los detalles sobre la compra de la marca y los costos asociados, que han sido cuestionados por especialistas y la opinión pública debido a la opacidad del proyecto. La Sedena había intentado reservar esta información, argumentando cuestiones de seguridad nacional, lo que ha generado aún más dudas sobre el manejo del dinero público.
Con estos resultados, Mexicana de Aviación, llamada “la empresa del pueblo de México” por la presidenta Claudia Sheinbaum, parece representar más pérdidas que beneficios. Las consecuencias son claras: daños ecológicos, pérdidas financieras, y un evidente desperdicio de recursos humanos y presupuestales.
De acuerdo con un reportaje del periódico El Financiero, la aerolínea ha perdido más de 900 millones de pesos en sus primeros nueve meses de operación. Esto significa que, por cada pasajero proyectado, el costo promedio al erario público es de 3,000 pesos, incluso después de considerar lo pagado por los usuarios. La falta de transparencia, aunada a la cuestionable gestión de recursos, ha convertido a Mexicana en un símbolo de ineficiencia que, lejos de cumplir su promesa de ser un motor para el transporte aéreo nacional, enfrenta un futuro incierto.