México ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil. Es acertado prohibir la venta de comida chatarra en las escuelas

La comida está enraizada en lo más profundo de la identidad mexicana. Tanto, que el maíz aparece en el centro de las explicaciones mitológicas mayas sobre el origen del hombre. El cultivo de la milpa, la sagrada trinidad formada por el maíz, el frijol y el chile, es la base ancestral de una pirámide alimenticia saludable y nutritiva. Sin embargo, México se sitúa en los primeros puestos en las listas de obesidad infantil (y no solo).

La comida chatarra, alimentos prefabricados que rebosan grasa, azúcar, sal y componentes químicos, ha ido desplazando en los últimos años a los cereales, las legumbres o las verduras frescas.

El Gobierno está intentando cambiar los hábitos alimenticos desde campañas informativas al arma disuasoria de los impuestos. Pero se enfrenta a un duro contrincante, la industria de alimentos procesados.

Ahora, el Gobierno de México ha declarado la guerra a la comida chatarra. La Secretaría de Educación Pública (SEP) prohibirá a partir de marzo del próximo año la venta de comida ultraprocesada y bebidas azucaradas dentro y fuera de las escuelas, así lo anunció la presidenta Claudia Sheinbaum en su conferencia matutina de este lunes.

Las autoridades han reconocido que existe una epidemia de salud pública provocada por el consumo en exceso de estos productos y una de las tasas más altas del mundo en obesidad infantil. Alrededor de 15 millones de niños y adolescentes de 5 a 19 años son obesos o tienen sobrepeso, según datos oficiales.

La lucha del Gobierno de México contra la industria chatarra se ha llevado a cabo desde hace varios años, cuando se aplicaron las medidas para el etiquetado frontal, sin embargo, estos productos siguieron vendiéndose en los centros educativos, pese a las prohibiciones oficiales.

La crisis de salud pública auspiciada por las empresas refresqueras y por las propias autoridades durante décadas, ha provocado que sea más fácil conseguir un refresco en una escuela en México que tener acceso a agua potable. La cruzada contra la comida chatarra, como es conocida popularmente, busca acabar con el sobrepeso y la obesidad infantil promoviendo un estilo de vida saludable.

El secretario de Educación, Mario Delgado, habló del cambio a la normativa que permitía hasta ahora vender estos productos en las inmediaciones de las escuelas. El pasado 30 de septiembre, estos lineamientos fueron publicados en el Diario Oficial de la Federación (DOF).

El Gobierno ha concedido un periodo de gracia de seis meses para que los colegios se adapten al cambio de la ley. A partir de entonces, los productos que contengan sellos y leyendas con altos contenidos en grasa, azúcares y sodio “serán considerados alimentos y bebidas no permitidos para la preparación, distribución y expendio en las escuelas”.

En México 5,7 millones de estudiantes de entre 5 a 11 años tienen obesidad, una cifra que se dispara hasta los 10,4 millones entre los 12 y los 19 años, de acuerdo con la última Encuesta de Salud y Nutrición, realizada por el INEGI. “Sabemos que no le va a gustar a algunos sectores de la industria, sobre todo a los que producen esa comida”, ha declarado Delgado desde Tabasco, en una gira de trabajo con la presidenta Sheinbaum.

“Las infancias y las adolescencias pueden tomar decisiones saludables si tienen a su alcance alimentos saludables”, señalan desde el Gobierno mexicano.

Se estima que un alumno consume un promedio diario de más de 500 kilocalorías en productos chatarra, de acuerdo con la organización Mi Escuela Saludable, una iniciativa que forma parte de El Poder del Consumidor. Mientras que en el 98% de las escuelas mexicanas se venden productos chatarra y en el 70%, refrescos. Solo en dos de cada 10 escuelas hay acceso a agua potable. La nueva iniciativa busca promover el consumo de agua natural e incentivar que la mayoría de los centros escolares tengan bebederos públicos para 2030.

Delgado ha acusado a la industria refresquera y de los ultra procesados de “invadir de publicidad” a los más jóvenes, lo que da como resultado “ser uno de los países con mayores niveles de obesidad infantil en el mundo”. La realidad es que el consumo de azúcar en dos terceras partes de la población escolar supera el máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunado a que la mayoría de los escolares y la mitad de los adolescentes no practican ningún tipo de ejercicio.

Después de la medida, corresponde a las escuelas, a los padres y las madres seguir estos lineamientos e impedir la distribución de este tipo de productos. Desde la Secretaría de Educación aseguran que buscarán capacitar a las autoridades y al personal académico para que se priorice el consumo de fruta y verdura de temporada, a la vez que se emprende una agresiva campaña publicitaria con materiales educativos que promuevan la alimentación saludable, guías del buen comer y recetarios con preparaciones económicas y sanas.

El Gobierno mexicano llevará a cabo la medición y clasificación de las escuelas que sean saludables y se compromete a monitorear los planteles para que se cumpla la nueva normativa.