“Creo que esta es una sorpresa para todos”, dice la economista Janneth Quiroz. El inesperado desempeño del peso mexicano ha puesto a analistas como ella a revaluar sus perspectivas económicas para el país, la segunda economía de Latinoamérica. El año pasado, fue la segunda moneda más apreciada en el mundo y este año encabeza la lista. Desde que se dejó que flotara libremente en el mercado en los noventas, son pocos los momentos en que el peso ha tenido periodos de apreciación. El peso, más bien, se deprecia en el largo plazo y la fortaleza de los últimos meses es algo que los analistas de mercado, como Quiroz, no previeron. “Tomando en cuenta que venimos de la caída tan fuerte de la pandemia, yo creo que es la mayor apreciación que hemos tenido”, dice la especialista.
El peso mexicano se ha apreciado un 26% contra el dólar desde abril de 2020, cuando tocó una cotización máxima histórica de 24,85, según datos del Banco de México. Hoy, un dólar cuesta 18,40 pesos. El impulso es multifactorial: el banco central ha subido tasas a un nivel muy atractivo para los capitales extranjeros, la entrada de divisas por exportaciones, el turismo, así como en remesas de connacionales en el exterior ha incrementado y la inversión extranjera directa (IED) también ha ido en aumento, derivado de una tendencia global por trasladar fábricas de empresas estadounidenses de Asia a México.
Como en cualquier movimiento de mercado, en esta paridad cambiaria hay ganadores y perdedores. Para un estrato socio-económico alto, quienes tienen mayor poder adquisitivo, la fortaleza del peso ha significado mayor oportunidad de viajar o comprar productos importados. Además, dice Quiroz, “si no tuviéramos este tipo de cambio de estos niveles, la inflación sería más alta”. El último registro del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de febrero es de 7,62%, muy por encima del rango meta del banco central. El fenómeno inflacionario de los últimos años tiene un componente global importante, explica la especialista, por lo que, de no tener una moneda más fuerte, las importaciones serían más caras, exacerbando la inflación.
Por el otro lado, hay perdedores. Millones de familias que dependen de los dólares enviados por trabajadores en Estados Unidos han visto su poder adquisitivo disminuirse. También las empresas que exportan sus productos al extranjero se vuelven menos competitivas, ya que un peso fuerte encarece sus productos. Esta fortaleza tiene a todos los mexicanos que siguen el mercado del tipo de cambio mirando al futuro con cautela, dice Quiroz, economista jefe en Monex Grupo Financiero, “fue a finales del año pasado, cuando el dólar cotizó a menos de 19 pesos, que empezó este nerviosismo sobre en qué momento va a rebotar”.
La fortaleza del peso es algo relativamente extraordinario para los mexicanos. Desde su denominación en 1994, ha habido tres momentos en que se ha apreciado de manera significativa: de 2009 a 2011, después de la crisis financiera mundial, se recuperó 24%; en los primeros ocho meses de 2017, a partir de la implementación de reformas económicas, subió 18%; y en esta ocasión. “Es tan extraordinario este momento”, dice Quiroz, “que los actores económicos que son muy sensibles al tipo de cambio, como los exportadores, están a la espera de que caiga”.
Bank of America ha advertido de posibles “riesgos a la baja”. En un reporte enviado a clientes esta semana, analistas del banco de inversión Carlos Capistran, Christian Gonzalez y Claudio Irigoyen advierten sobre la presión que el peso pudiera padecer si EE UU entra en recesión. “La fuerte contracción de las remesas podría traducirse en un déficit en la cuenta corriente más grande que podría ser difícil de financiar, a menos que se recuperen los flujos de cartera o la IED”, escribieron los especialistas. “Finalmente, creemos que el peso podría estar bajo una fuerte presión a la baja si el Banco de México cae en la tentación de reducir su diferencial frente a la Fed”, refiriéndose a la tasa de interés que es hoy mucho más atractiva que la de EE UU.
“A menos que México pueda capturar de manera significativa los beneficios de la externalización cercana y aumentar la productividad, creemos que el peso tenderá a debilitarse a largo plazo para reflejar la brecha de productividad más amplia entre EE UU y México”, concluye Bank of America.