Tras una vida criminal a salto de mata exportando cocaína, marihuana y heroína a los Estados Unidos, ha sido el fentanilo el que ha provocado la caída de uno de los capos más famosos de México. Ismael El Mayo Zambada fue capturado la tarde del jueves en el aeropuerto de Santa Teresa, en El Paso (Texas) junto a Joaquín Guzmán López, uno de los hijos de El Chapo Guzmán. Los dos hombres lideran respectivamente dos de las cuatro facciones del poderoso Cartel de Sinaloa. La captura ha sido celebrada en las más altas esferas de Washington. El presidente Joe Biden festejó el viernes la captura de los dos narcotraficantes en un momento en el que los republicanos lo acusan de permitir el flujo del potente opiáceo sintético, que ha provocado cientos de miles de muertes de estadounidenses. El líder del Cartel de Sinaloa enfrenta otros 13 cargos graves: lavado de dinero, secuestro, uso de armas de fuego y conspiración para matar.
Los detalles de la caída de El Mayo Zambada no están aún claros. A horas de su detención, la aprehensión de los dos líderes del cartel está llena de cábalas y versiones no confirmadas. The New York Times afirma que Zambada llevaba tres años negociando su entrega a las autoridades estadounidenses. The Wall Street Journal asegura que el viejo capo de 76 años fue traicionado por Guzmán López, quien lo convenció de subir a una avioneta para ir a inspeccionar unas pistas de aterrizaje clandestinas.
A estas versiones el Gobierno mexicano ha sumado solo confusión. “No sabemos si fue una entrega o una captura”, aseguró la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez. “Hay que esperar a ver si la captura fue allá o acá. Creo que allá”, añadió en su conferencia diaria el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador. Para añadir intriga a la leyenda de misterio que rodea a Zambada, las autoridades mexicanas afirman que en la avioneta privada que despegó de Hermosillo, en el Estado de Sonora, poco antes de las ocho de la mañana del jueves, con destino a Estados Unidos, el único ocupante era el piloto Larry Curtis Parker. Ni El Mayo ni Guzmán López iban con él. “Salió uno y llegaron tres”, dijo Rodríguez. La aeronave tipo Cessna aterrizó pasadas las 10.00 locales.
Las versiones de que Zambada colabora con las autoridades han sido rechazadas por su abogado, Frank Pérez. “No se entregó voluntariamente, fue traído aquí en contra de su voluntad”, ha asegurado el letrado el viernes afuera del tribunal federal de El Paso. El miércoles 31 de julio se llevará a cabo su primera audiencia frente a la jueza Anne Berton.
Este viernes, Zambada se ha declarado no culpable de los cinco cargos que formulan las autoridades en su contra: tráfico de fentanilo, lavado de dinero, secuestro, uso de armas de fuego y conspiración para matar. De ser declarado culpable, Zambada tendrá el mismo destino que su exsocio El Chapo Guzmán, una vida a la sombra en un penal de máxima seguridad. Guzmán López solo enfrenta acusaciones por tráfico de drogas.
“El Departamento de Justicia tiene bajo su custodia a dos supuestos líderes del cartel de Sinaloa, una de las más violentas y poderosas organizaciones del mundo”, señaló el fiscal general de Estados Unidos Merrick Garland en el comunicado que confirmó la detención. Alejandro Mayorkas, el secretario de Seguridad Interior, enmarcó la operación dentro de los esfuerzos de la Administración de Biden y Kamala Harris en el combate contra el fentanilo. Anne Milgram, la directora en funciones de la Administración de Control de Drogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés), ha considerado la operación como “un golpe al corazón del cártel”.
El Mayo Zambada, nacido en 1948 en Culiacán, la capital de Sinaloa, estaba en busca y captura por las autoridades estadounidenses desde hace décadas. Su nombre aparece en al menos cinco amplias causas judiciales abiertas entre 2003 y 2016 en tribunales federales. En todas aparece acusado de facilitar el tráfico de cocaína y marihuana al territorio estadounidense y de heredar el imperio criminal tras la captura de El Chapo, quien desde 2019 purga una pena de cadena perpetua en Colorado.
La búsqueda del capo se intensificó con la cruzada que las autoridades estadounidenses han emprendido para combatir la llegada de fentanilo al país. Washington ha apuntado a las grandes organizaciones mexicanas, en especial a la que opera en Sinaloa, a quien acusa de recibir precursores químicos de Asia y fabricar el opiáceo en laboratorios clandestinos de la sierra. El fentanilo ha causado una emergencia sanitaria con más de 100.000 muertes al año y es la principal causa de muerte entre los estadounidenses de 18 a 45 años. En febrero, los fiscales abrieron una nueva causa contra Zambada por la fabricación y distribución de esta droga.
“El fentanilo es la droga más mortal que nuestro país ha enfrentado, y el Departamento de Justicia no descansará hasta que todos los capos, miembros y asociados de los cárteles paguen por envenenar nuestras comunidades”, señala Garland.
El Mayo y Guzmán López se suman a una creciente lista de líderes del cártel de Sinaloa y otros miembros que están enfrentando a la justicia en Estados Unidos. La DEA ha perseguido en especial a Los Chapitos, la célula que heredó las operaciones del día a día de la organización después del arresto de El Chapo en 2016. Entre estos se encuentran uno de sus hijos, Ovidio Guzmán López, quien fue capturado por segunda vez y extraditado a Estados Unidos en septiembre, y Néstor Isidro Pérez Salas, conocido como El nini, considerado como uno de los jefes de sicarios de la organización.
Ni un día en prisión
A pesar de su largo historial criminal, la agencia antinarcóticos de Estados Unidos destaca de El Mayo Zambada algo único. “A pesar de que ha dedicado toda su vida adulta a ser un gran traficante de drogas, no ha pasado un solo día en prisión”, señala la organización. Hace 14 años, la DEA ofrecía cinco millones de dólares de recompensa por él.
Su vida a salto de mata es material de leyenda. En abril de 2010, Zambada hizo llevar a su casa al periodista Julio Scherer, uno de los decanos de la prensa mexicana y fundador de la revista Proceso. El encuentro transcurrió en una casa rústica perdida en el monte y distó de ser una entrevista, pues el narcotraficante se mostró reacio a responder las preguntas del reportero de 83 años. “Sobrepasa el 1,80 de altura y posee un cuerpo como una fortaleza”, escribió Scherer en su libreta. Zambada dio algunos detalles de su vida personal. Tenía una esposa, cinco mujeres, 15 nietos y un bisnieto. Y también le compartió uno de sus más grandes temores. “Me da pánico que me encierren”, le confesó.
El Mayo se afianzó en la cúpula de la organización en los años 80, junto a El Chapo y Juan José Esparragoza, El Azul, gracias a sus contactos con los capos colombianos, quienes le confiaban cocaína, heroína y metanfetaminas para moverlas al mayor mercado del continente, los Estados Unidos. Los fiscales aseguran que estas operaciones le han generado una fortuna de varios “miles de millones de dólares”. Durante el juicio contra El Chapo se reveló que Zambada llegaba a tener un presupuesto de hasta un millón de dólares al mes para pagar sobornos a autoridades y así poder garantizar el movimiento de las drogas rumbo al norte.