Los seres humanos hemos producido más de 9.000 millones de toneladas métricas de plástico desde 1950. Solo el 9% de los residuos plásticos se recicla y la gran mayoría termina en vertederos y en el medio ambiente, donde se disgrega en micropartículas que contaminan las aguas y el aire, dañan la fauna marina y, en última instancia, son ingeridas por los seres humanos.
Un ciudadano promedio ingiere, bebe y respira entre 78.000 y 21.000 micropartículas de plástico al año. Y esta estimación está por debajo de la realidad.
El gráfico procede de un análisis de 26 estudios realizados en todo el mundo y calcula la cantidad media de microplásticos en determinados productos de consumo.
La fuente que más microplásticos introduce en nuestro organismo es el agua envasada en botellas de plástico. Los resultados del estudio sugieren, por tanto, que evitar el consumo de agua embotellada podría reducir eficazmente nuestra exposición a los microplásticos.
Serán necesarios más trabajos de investigación para estudiar a fondo la contaminación de otros grupos de alimentos, como los cereales, las verduras, la carne de vacuno y las aves de corral. Sin embargo, los investigadores no esperan resultados muy optimistas. La prevalencia de microplásticos en los ecosistemas va en aumento.
Esto sólo significa una cosa: para salvaguardar nuestra salud y la de nuestros ecosistemas, tendremos que reducir al máximo la producción y el uso de plásticos.