¿Por qué seguimos encalando el tronco de los árboles? “Porque les protege de las plagas y los bichos”, dice la gente. El resultado es una Ciudad de México llena de árboles vestidos con una falda de un color blanco sucio, extraño, antinatural, que los expertos dicen y repiten que no sirve para nada. “En nuestra región el blanqueado es más lo que perjudica que lo que beneficia a los árboles y, por lo tanto, una práctica desaconsejable. Si el suelo es de por sí alcalino, como sucede en muchas zonas de la ciudad, con el encalado acabamos de empeorar la situación y afectamos a los árboles y otras plantas”, escribe el ingeniero agrario Eduardo Pire en la revista Agromensajes.
Pese a la prohibición que existe en la mayor parte de los Estados contra esta práctica, la gente sigue practicando el encalado. “Es una costumbre y con los años se ha convertido en algo estético, como si por estar encalados significase que uno cuida sus plantas”, asegura Flores Bonilla. “Lo más grave es que todavía se están licitando proyectos para encalar árboles en algunas alcaldías, por culpa de la falta de conocimiento de las personas a cargo de los presupuestos y los equipos de jardineros”, cuenta por teléfono.
En Coyoacán, detrás de la Capilla de la Conchita, la calle Fernández Leal está recorrida de árboles grandes y de troncos de gran diámetro. Durante un buen tramo, todos tienen el tronco pintado de blanco. Luego, sin razón aparente, la pintura blanca se detiene y los siguientes árboles ya no están manchados de blanco. En ese punto hay unos señores sentados frente a la entrada de un restaurante.
—¿Saben por qué pintan de blanco los árboles?
—Es para proteger al árbol, para evitar que no le den las plagas y esas cosas. Y no es pintura blanca, es cal— explica uno de ellos. Los demás asienten con la cabeza.
—Y para los bichos, también sirve para que no se suban las hormigas y los bichos— añade otro.
—Y entonces ¿qué pasa con los que no tienen la cal?
—No sé, pues a la suerte— dice el primero, provocando la risa del resto.
Sin embargo, la ciencia al respecto de la utilidad de la cal para proteger a los árboles es clara desde al menos veinte años. Los expertos señalan estudios de la ciencia de los árboles que se remontan a los años noventa, en los que ya se discute el supuesto beneficio de esta sustancia aplicada en el tronco de estos seres vivos. Entonces también empezaron a observar daños en los árboles que eran generados por esta práctica. Las toxinas de las pinturas afectan a las células en la superficie de los troncos.
El biólogo Jonatan Flores Bonilla, técnico y supervisor de podas, derribos y trasplantes de la Ciudad de México, tampoco está a favor de esta práctica. “La cal que se usa para evitar plaga de insectos no tienen efectividad. Incluso propician la infección por microorganismos”, asegura.
“Los árboles necesitan respirar y lo hacen también por el tronco, a través de unas aberturas especiales llamadas lenticelas. El blanqueado obstruye estos poros”, asegura el ingeniero Pire. Cuando llegan las lluvias, parte de la pintura o la cal que antes estaba en el tronco cae al suelo y permea la tierra, cambiando drásticamente su composición.
La desinformación ha llegado hasta las páginas más importantes sobre plantas en internet. Al preguntar a Google sobre cómo y por qué encalar los árboles, aparece una famosa página de trucos de jardinería. El artículo comienza así: “Una opción para proteger los árboles de futuras plagas y enfermedades es encalar los troncos”, como si afear el árbol fuera el método infalible para protegerlo de todos los males que pululan por la naturaleza. “Esta práctica también es muy habitual en las fachadas del Mediterráneo”, continúa el artículo.
En otra página de consejos sobre cómo cuidar los árboles, se alistan dos razones más para pintar los árboles: “Para que el tronco refleje rayos solares hacia partes del forraje que normalmente no lo reciben”, y “por estética, sobre todo en lugares públicos y carreteras, porque los troncos pintados resultan más visibles para automovilistas”. Pero no hay ni rastro de evidencia científica que respalde el beneficio de esas dos razones como suficientes para pintar de blanco los árboles.
Entonces: ¿Por qué seguimos encalando los árboles? “Lo que puede estar sucediendo actualmente es que la práctica del cuidado de los árboles sigue en manos de los jardineros, que no tienen la capacitación técnica y operativa necesaria para el cuidado de estas áreas verdes”, asegura Daniel Rivas Torres, arborista certificado. Armando Maravilla, arquitecto paisajista, cree que vestir a los árboles de blanco tampoco les hace más estéticos. “Uniformar a la diversidad de los árboles con este color blanco es como tratar a los seres vivos como si fueran parte del mobiliario urbano”, asegura.
Cuando el árbol ya ha sido encalado o pintado de blanco, la solución es difícil. “La pintura puede quedarse años en el tronco, y si intentamos quitarla podemos dañar la corteza del árbol y agravar el problema”, explica el experto. “Además, no falta la ocasión en la que hemos intentado quitar la cal del árbol y a las semanas nos lo hemos vuelto a encontrar otra vez encalado”, dice.