¿Por qué resulta que puede alguien caernos bien en persona, pero no en redes sociales? ¿Nos comportamos en redes como si fuésemos alguien diferente?
Hasta hace poco, sabíamos de nuestros amigos únicamente lo que nos contaban ellos directamente o lo que alguien nos decía de ellos. En algunos momentos puntuales, si los veíamos. Por ejemplo, con su familia o se encontraban con un compañero de trabajo, podíamos tener un pequeño atisbo de su yo en otros contextos sociales, pero no era lo habitual. Ahora, sin embargo, además de lo que conocemos de ellos en persona está lo que nos llega a través de sus publicaciones en redes sociales si son usuarios activos.
Entre una Story y otra, esa persona con la que siempre nos gusta estar puede empezar a caernos algo peor.
“Me pasa con un amigo muy cercano”, cuenta Carolina, de 25 años. Tienen ideas políticas diferentes, algo que cree que se acentúa en redes si la persona “tiene una necesidad imperiosa de compartir su opinión sobre todo”. Cuando se ven, en cambio, la conversación es más distendida y todo fluye mejor. “Hablamos sobre la vida, sobre nosotros, sobre la persona que pasa por la acera… En redes tiene la guardia alta, un personaje al que ser fiel”, asegura. Este personaje que su amigo mantenía en redes sociales llegó incluso a provocar que a la entrevistada le apeteciese menos quedar con él. “Tenía que hacer un esfuerzo”, recuerda. Para solucionar la situación, acabó silenciándolo. Al eliminar esa parte virtual de la relación, la amistad, cree, va mejor.
¿Por qué puede alguien caernos bien en persona, pero no en redes sociales? ¿Nos comportamos como si fuésemos alguien diferente?
Amparo Lasén Díaz, profesora e investigadora en Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, recuerda que no hay que olvidar que “en esa vida fuera de internet no mostramos la misma cara en nuestro trabajo, con nuestros clientes, con nuestros amigos o con nuestros padres”. En las redes sociales, en cambio, nos presentamos ante todos esos públicos a la vez (aunque también cambian según la plataforma), explica la experta. Si alguien muestra en redes una cara que no muestra con nosotros o se centra en un tema del que con nosotros no habla, como el amigo de Carolina, podemos acabar sintiendo cierta sorpresa o incluso desagrado hacia esa persona a la que en realidad nos gusta tener en nuestra vida.
La política es una de las razones para dejar de seguir a alguien que más se ha estudiado (por ejemplo, un 29% de los participantes en un estudio publicado en 2021 había eliminado de sus amigos o dejado de seguir a algún contacto en Facebook por razones políticas durante la campaña electoral de 2020 en Estados Unidos, aunque no distinguían si ese alguien era un amigo de verdad o una persona a la que se seguía por compromiso). Sin embargo, no es la única razón que nos puede llevar a preferir no ver las publicaciones de alguien que nos cae bien en persona.
El peligro de querer gustar
“La forma en que nos presentamos y expresamos en los medios sociales suele responder a factores relacionados con quiénes somos y cómo queremos que nos vean los demás”, señala Vanesa Pérez Torres, docente e investigadora en Psicología social y organizacional en la Universidad Rey Juan Carlos. La experta, que ha investigado mucho sobre redes sociales, explica que en estas “se puede mostrar una autopresentación de manera más elaborada y selectiva”. Es decir, se puede “editar el perfil de diversas maneras (como el uso de filtros en algunas apps) o elegir con cuidado aquellas imágenes o vídeos que más nos favorezcan. Eso suele denominarse ‘manejo de impresión’, un mecanismo que permite mostrar a los demás una imagen, por lo general, más positiva, de quienes somos”. Lasén, por su parte, indica que en sus investigaciones con el uso de redes han visto que “la gente suele estar bastante preocupada por cómo articular el dar una buena imagen y que a la vez sea auténtica”.
El resultado de este manejo de impresión y búsqueda de la autenticidad, sin embargo, no siempre es positivo para todos nuestros contactos. Vicente, de 38 años, cuenta que él también acabó silenciando a una amiga “para no acabar odiándola”. Describe su perfil como “un poco demasiado humblebrag”, término que ha sido definido en este medio como “la cualidad de quien parece restarse importancia cuando en realidad está fanfarroneando”. En persona, en cambio, esta chica es “divertidísima”. Aun así, el entrevistado rompe una lanza en su favor. “Es cómica, y en redes sociales se tienen que hacer un montón de promoción”, asegura. Él, como amigo, no tiene por qué ver todas esas publicaciones.
Lo que le ocurrió a Vicente con su amiga muestra que nuestros intentos por manejar la imagen que presentamos de nosotros mismos en redes, podemos acabar pareciendo superficiales o resultándoles pesados a personas que nos conocen. La socióloga Amparo Lasén menciona que en una de sus investigaciones algunos entrevistados explicaron que a veces percibían a sus amigos a través de redes como “demasiado simples y demasiado rotundos”. “En una conversación puedes argumentar; en las redes recibes la publicación que se ha subido para todo el mundo y puede que te eche para atrás”, apunta. Para desacuerdos, se puede enviar un mensaje privado, pero ni siempre se hace ni siempre es necesario. Cuando esas publicaciones que nos chirrían son simple alardeo o insistencia en un mismo tema, a veces la acción elegida es juzgar en silencio e intentar no olvidar que esa persona en realidad nos cae muy bien.
Más allá del contenido de las publicaciones, a veces el problema está en la cantidad. “No siempre consideramos que las normas de etiqueta de las plataformas son las mismas”, señala Lasén. Así, a una persona le puede parecer que una story o un post a la semana es suficiente, mientras que otra publica varias veces al día. Además, la socióloga añade que es posible también que asociemos el cansancio que nos generan los dispositivos móviles y las redes sociales, con su lucha constante por captar nuestra atención, con esa persona de la que estamos viendo más publicaciones.
Esta diferencia de percepción entre lo que somos en persona y lo que expresamos online también puede ser la contraria: personas que nos caen bien en redes, pero que en la vida fuera de internet nos parecen aburridas o menos interesantes. Sin embargo, Vanesa Pérez Torres apunta que “casi todas las relaciones interpersonales actuales están mediadas por el mundo digital, por lo que ese tipo de diferenciación cada vez es, y será, menos frecuente”.
Cuando vemos que algún contacto al que apreciamos nos gusta algo menos a través de las redes, ¿es buena idea silenciar para no acabar cogiéndole manía? “Cada persona puede valorar lo que le aporta o no estar en los medios sociales. Si produce malestar o si afecta las relaciones interpersonales, es una señal de que es necesario reflexionar sobre ello”, explica la psicóloga. En caso de darle a ese botoncito que los hará desaparecer de nuestros feeds pero no de la lista de contactos, no siempre hay que comunicárselo a la persona silenciada (aunque el amigo de Carolina lo sabe y no hay ningún problema). Pero si se enteran y piden explicaciones, cuando la amistad es fuerte quizá con un simple “no eres tú, son tus redes” baste.