La Casa Azul es uno de los lugares más emblemáticos de la Ciudad de México. Conocida por ser el hogar de la pintora Frida Kahlo, esta casa-museo atrae a miles de visitantes cada año, quienes buscan conocer más sobre la vida y obra de esta figura icónica de la cultura mexicana.
Pero más allá de ser una simple casa-museo, La Casa Azul esconde una serie de curiosidades que la convierten en un lugar aún más fascinante.
Una de las curiosidades más llamativas de La Casa Azul es que en realidad no era azul cuando Frida Kahlo y su esposo, el muralista Diego Rivera, la compraron. De hecho, la casa era originalmente de color rosa y blanco. Sin embargo, Frida decidió pintarla de azul intenso, un color que ella asociaba con la libertad y la creatividad.
Otra curiosidad interesante es que, a pesar de ser una casa pequeña, La Casa Azul albergaba una gran cantidad de animales. Frida y Diego eran amantes de los animales y compartían su hogar con perros, gatos, pájaros, monos y hasta un loro llamado Bonito.
Algo que también debes saber de La Casa Azul es que en su interior se encuentra la cama de Frida, donde pasó gran parte de su vida debido a sus problemas de salud. La cama está ubicada en una habitación que también funciona como sala de estar y que está decorada con piezas de arte popular mexicano.
Por último, La Casa Azul es un lugar que siempre está en evolución. Cada cierto tiempo se realizan renovaciones en el museo para mantenerlo en buen estado y enriquecer la experiencia de los visitantes. En una de estas renovaciones se descubrió una habitación secreta que había estado cerrada por más de 50 años. Esta habitación, que se cree era utilizada como bodega, fue abierta al público en 2018 y hoy en día forma parte del recorrido del museo.