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¿Qué pasa si hemos estado planteando la idea del crecimiento económico de forma equivocada?

El artículo de Philippon se enfoca en el estudio de un factor importantísimo para el  entendimiento del crecimiento económico, la productividad total de los factores, o PTF. La tasa  de crecimiento anual de la PTF es lo que se obtiene cuando se observa el crecimiento  económico anual y se elimina el crecimiento atribuible a un aumento de la mano de obra (más  horas trabajadas) o a la acumulación de capital (más fábricas construidas, máquinas que  ahorran trabajo compradas, etc.). 

En términos amigables, la PTF mide “lo bien que los humanos son capaces de utilizar la mano  de obra y las herramientas para hacer cosas”. Si la PTF crece, significa que podemos obtener  más producción económica con las mismas personas y cosas que ya tenemos. Esto convierte a  la PTF en tanto el motor del crecimiento económico en general o su ancla. La PTF estima, a  grandes rasgos, la eficacia con la que utilizamos nuestros recursos. Podemos ser más eficaces en el uso de nuestros recursos gracias a los avances de la ciencia, la gestión empresarial y otros  cambios. 

El crecimiento económico convencionalmente suele modelarse de forma exponencial: nuestra  producción económica crece en un porcentaje determinado cada año y, aunque ese porcentaje  varía, también se acumula sobre sí mismo. La PTF se suele predecir de la misma manera. Si 100  dólares crecen un 2% cada año, eso es exponencial. En cambio, si sólo gana 2 dólares cada año,  eso es lineal. 

He aquí donde el análisis de Philippon es revolucionario, el economista refuta la creencia  tradicional y pone a prueba si de verdad la PTF crece exponencialmente y no de forma lineal,  como él teoriza. En primer lugar, examina dos conjuntos de datos que cubren la PTF en Estados  Unidos y encuentra un crecimiento lineal desde la Segunda Guerra Mundial: La PTF no aumenta  en un porcentaje determinado cada año, sino una cantidad fija cada año (0,0245 puntos). 

Al extender los datos hasta 1890, encuentra un crecimiento lineal, pero con una pausa: un  crecimiento más lento de 1890 a 1933, y más rápido después de 1933, pero constante y no  exponencial en cada período. A continuación, amplía el análisis a 23 países relativamente ricos,  desde Japón hasta Alemania y España. Aquí también encaja mejor un modelo lineal. De ser cierto, esto significa que “las nuevas ideas se suman a nuestro stock de conocimiento; no  lo multiplican”. También implica una ralentización del crecimiento económico a largo plazo. 

Estados Unidos y otros países ricos han experimentado un descenso bien documentado del  crecimiento de la productividad, especialmente del crecimiento de la PTF, desde 2004  aproximadamente. Las conclusiones de Philippon podrían ayudar a explicar por qué. La  ralentización sólo existe si se asume que la PTF debería crecer exponencialmente. Si se asume  un simple crecimiento lineal tenemos el torpe consuelo que no es que las cosas hayan  empeorado en las últimas décadas. Es que nunca fueron tan buenas. Es una conclusión  alarmante, sobre todo porque desde el punto de vista de la historia de la humanidad, los  últimos siglos han sido muy buenos. La tesis de Philippon desestimaría ese pensamiento como  ilusamente optimista. 

Desde la Revolución Industrial, la productividad creció de forma sostenible por primera vez en  la historia de la humanidad. Y creció, según los estándares históricos, con bastante rapidez, de  manera que una proporción mucho menor de personas vivas en 2022 está al borde de la  inanición que en 1800, pesar de que la población que necesita alimentos nunca ha sido mayor. 

Philippon identifica esta ruptura en la historia de la humanidad en su artículo, analizando los  datos de la PTF sobre Inglaterra. El crecimiento de la PTF es lineal a lo largo de la historia  inglesa, subraya, pero la tasa de crecimiento lineal se volvió repentinamente mayor en torno a  1650 y 1830. Estos “puntos de ruptura”, argumenta, corresponden a las llamadas primera y  segunda revoluciones industriales (la primera caracterizada por el trabajo textil y el  descubrimiento de la energía de vapor, la segunda por la producción en masa, el acero/plástico  industrial, la electricidad, etc.) que comenzaron en Inglaterra. Si tiene razón, eso significa que la humanidad necesitaría otra ruptura igualmente importante para evitar que el crecimiento  económico se ralentice a largo plazo. 

Para nuestra calma, existen preguntas latentes sobre la precisión de la tesis de Philippon. Por  ejemplo, ¿qué significado tienen los cambios en la parte inexplicable del crecimiento  económico? Probablemente signifiquen algo, pero es difícil decir qué. La PTF ha sido  increíblemente útil para comparar la productividad entre, por ejemplo, las empresas, para  identificar cuáles son más eficaces y eficientes. Sin embargo, se desconoce fuera de un marco  netamente teórico y con suposiciones si la PTF tenga el mismo peso explicativo a la hora de  explicar el crecimiento de los países durante un largo periodo de tiempo. 

En cualquier caso, el artículo de Philippon, como mínimo, abre una nueva e importante vía de  investigación. Si su peso es casi certero en su totalidad, augura un escenario trágico para la  humanidad, la evaluación de este resulta crucial para saber con confianza su trascendencia.