El 30 de octubre, Brasil experimentó su contienda electoral más reñida de toda su historia. Con un 1.8% de margen de diferencia, Lula da Silva ganó la presidencia del gigante sudamericano. ¿Qué significa esto para Brasil y para el resto de Latinoamérica?
Brasil es la economía más grande de la región y la 12va más grande del mundo. El 65% de la selva amazónica está en territorio brasileño, es el país con la población más grande de católicos, y el tercero más grande del continente americano. Pocas personas no lo considerarían una pieza importante en la diplomacia global.
Lula da Silva gobernó Brasil del 2003 al 2012 con el Partido de los Trabajadores, su gobierno se enfocó principalmente en programas sociales destinados a las clases trabajadoras y a los pobres, y su popularidad se mantuvo alta a pesar de haber estado envuelto en escándalos de corrupción como Lava Jato.
Sin embargo, la última vez que Lula gobernó lo hizo en medio de un “commodity boom”, una explosión de demanda en productos brasileños, que aumentaron las exportaciones significativamente, y ayudaron al financiamiento de los programas sociales instalados por Lula. Esta vez es diferente. Aunque la invasión rusa en Ucrania ha generado de nuevo un aumento en los precios de estos mismos productos, Bolsonaro endeudó severamente al país a raíz de la pandemia, limitando cualquier maniobra fiscal.
Aparte de enfrentar un Brasil económicamente en desventaja, Lula también se verá en la dificultad de unir a un país políticamente polarizado. Las elecciones intensificaron las diferencias políticas de la población, llevándolo al punto de la ridiculez. Las campañas electorales crearon rumores de que Lula es un comunista satánico, y Bolsonaro un pedófilo caníbal. Los extremos violentos no fueron una excepción. Durante las semanas pasadas, 7 personas fueron asesinadas debido a sus ideas políticas.
Lula se ha presentado como el presidente a favor de la Amazonía, lo cual le ha ayudado en su contienda electoral. Sin embargo, es necesario que explique cómo piensa pagar por estas “políticas verdes”. Hasta ahora, ha pedido ayuda de la comunidad internacional para evitar la deforestación de la selva amazónica.
El mayor obstáculo para Lula será el poder legislativo. La mayoría de curules en el congreso está impuesta por el partido conservador de Bolsonaro, y tanto la Cámara de Diputados como el Senado están controlados por un bloque de centro.
Extrañamente, Bolsonaro ha aceptado el resultado de las elecciones, cuando meses antes de que se celebrarán afirmó que la única manera en la que Lula podría ganar sería por medio de fraude. Varias celebridades y poblaciones se proclamaron en contra del resultado de la elección, pero Bolsonaro llamó a sus seguidores a no levantarse ni protestar en contra de la mayoría democrática.
Con la llegada de Lula al poder de Brasil, Latinoamérica se pinta predominantemente de izquierda, haciendo recordar a la Marea Rosa, una tendencia izquierdista similar que sucedió al inicio del siglo 21. Esta tendencia podría traer una mayor unión entre países y una mayor organización para crear proyectos similares a UNASUR, una asociación de países latinoamericanos para debatir los principales problemas que enfrenta la región.