El Museo Nacional de Antropología no es solo un edificio icónico en la Ciudad de México; es un símbolo de lo que define a México como nación. Con su arquitectura monumental, diseñada por Pedro Ramírez Vázquez, y su icónica fuente de “El Paraguas”, este espacio lleva décadas siendo un punto de encuentro entre el pasado y el presente. Es un lugar donde las raíces prehispánicas y las culturas vivas encuentran un hogar, recordándonos quiénes somos y de dónde venimos.
Recorrer sus salas es más que un acto de turismo: es un viaje por la historia, la identidad y la diversidad de un país que sigue construyéndose a partir de las huellas de sus ancestros. Desde la Piedra del Sol hasta los artefactos más cotidianos de las comunidades indígenas actuales, cada pieza cuenta una historia, no solo de resistencia y grandeza, sino también de continuidad cultural.
En noviembre de 2024, el museo dio un paso más para consolidarse como faro de identidad y reconocimiento cultural. La reinauguración de su segundo piso, encabezada por Claudia Sheinbaum, marca una nueva etapa para este recinto. Ahora, el espacio celebra no solo la historia de los pueblos originarios y afromexicanos, sino su relevancia actual como pilares de la cultura mexicana.
Durante el evento, Sheinbaum destacó que este esfuerzo no se limita a la exhibición museográfica, sino que se conecta con transformaciones más profundas en la política del país. La reforma al artículo segundo constitucional, que destinó 13 mil millones de pesos directamente a estas comunidades, es parte de un intento por garantizar que su representación vaya más allá de vitrinas y exposiciones. Es una apuesta por convertir el humanismo mexicano en acción concreta.
La reapertura del segundo piso no es solo una muestra más en el museo. Es un recordatorio de que las culturas indígenas y afromexicanas no son reliquias de un pasado distante; son protagonistas de un presente que lucha por su lugar en la narrativa nacional. Desde las niñas y jóvenes indígenas hasta las mujeres afromexicanas que han sido invisibilizadas durante siglos, el espacio busca honrar a quienes sostienen la diversidad cultural de México.
Con estos avances, el Museo Nacional de Antropología se reinventa para no ser solo un lugar que exhibe el pasado, sino un espacio que inspira el futuro. Sin embargo, el verdadero reto será convertir estas iniciativas en una transformación tangible para las comunidades representadas. Porque el museo puede ser el escaparate de lo mejor de México, pero su éxito dependerá de que esas culturas vivas encuentren eco más allá de sus muros.