El martes, mientras los enviados avanzaban en las negociaciones de paz, Rusia ofreció concesiones que mostraron un rumbo más realista para la guerra en Ucrania y al mismo tiempo indicaron que no existía ningún apuro en poner fin al conflicto, según diplomáticos y analistas.
El viceministro de Defensa de Rusia, Alexander Fomin, presentó la decisión de “reducir de manera drástica” la actividad militar alrededor de la capital ucraniana, Kiev, y una ciudad al norte, Chernígov, como gesto “para aumentar la confianza mutua en negociaciones futuras”.
Pero el avance ruso en el norte ya se había estancado, los soldados alrededor de Kiev asumen posiciones defensivas ante los contrataques ucranianos en ese lugar y cerca de Sumy, al este del río Dniéper, donde a Rusia se le ha dificultado rodear al Ejército ucraniano.
“Desescalada es un eufemismo para retirada”, afirmó Lawrence Freedman, profesor emérito de Estudios Bélicos en el King’s College de Londres. “Rusia está ajustando sus metas a la realidad, porque la guerra es muy empírica”, comentó. “No es una estrategia decir que se están concentrando en el Donbás, porque en realidad eso es todo lo que pueden hacer”.
No obstante, la retirada no es una rendición y otros advierten que el progreso que se logró el martes no significa que Rusia esté lista para hablar con seriedad sobre poner fin a la guerra. Eso requeriría un mejor resultado que el presidente ruso, Vladimir Putin, pudiera presentar ante sus gobernados como una victoria.
El martes, los ucranianos reanudaron un proceso de 15 años de negociaciones sobre el estatus de Crimea y señalaron que el control de la región del Donbás podría debatirse en reuniones entre Putin y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Rusia ha mencionado que solo agendaría una reunión entre ambos mandatarios después de que estuviera listo un borrador del acuerdo de paz.
Algunos analistas opinan que un acuerdo como ese tendría que, como mínimo, darle a Rusia control de Mariúpol, una asediada ciudad portuaria en Ucrania que todavía, de alguna manera, se resiste a caer, para crear una ruta terrestre segura entre dos áreas ocupadas por Rusia: Crimea al oeste y el Donbás al este. También aseguran que tendría que ceder el control de las dos regiones administrativas en el Donbás: Lugansk y Donetsk, que Putin ya declaró como repúblicas independientes.
“Rusia no tiene cómo negociar de manera seria porque debe tener un mejor desempeño en la guerra”, opinó François Heisbourg, un analista francés en temas de defensa de la Fundación para la Investigación Estratégica. “Esta es una oportunidad para los rusos de consolidarse, reorganizarse y retirarse de lugares fuera de su alcance en términos logísticos, en los que ya se han quedado sin alimentos y sin municiones”.
Algunos funcionarios occidentales veteranos estuvieron de acuerdo con esto y mencionaron que los rusos experimentan graves carencias de proyectiles de artillería y otros tipos de munición, por lo que necesitaban reabastecerse.
Putin tampoco terminará con facilidad la guerra, aseveró Heisbourg. Si se hace del control del área al este del río Dniéper, “eso podría ser suficiente por ahora, pero reconstruirá su Ejército y continuará”.
Robin Niblett, director de Chatham House, una institución de investigación en Londres, opinó que, para ambos bandos, “las negociaciones no son serias, en el sentido de que en este momento son una continuación de la guerra, no una solución”. Rusia puede concentrarse en el este y a Ucrania le será difícil pasar de su defensa ágil a contrataques serios, relató. “Y Putin no se ha olvidado de Kiev”.
Incluso si Putin puede controlar y “conformarse” con otra porción de Ucrania en el este, “Ucrania tiene que estar de acuerdo y, si no, no creo que levantemos las sanciones”, indicó Niblett.
Su colega Mathieu Boulègue, un académico francés que estudia al ejército ruso, está de acuerdo en que Rusia no negocia con buena voluntad, sino que “evalúa el ambiente y participa para ganar tiempo, para reagruparse y reequipar a su Ejército y ganar más terreno”.
Los militares rusos parecen haber tomado el control de lo que podría llamarse la fase 2 de una operación fallida, dijo, que debería haber sido la fase 1. Tomar Mariúpol, el puente terrestre y el Donbás “habría sido el plan militar maduro”. La guerra moderna es a medias guerra de información, dijo Boulègue, “y el éxito es lo que uno hace de ella”, especialmente en un entorno mediático represivo como el que existe ahora en Rusia.
La incapacidad de las fuerzas rusas para capturar ciudades y mantener el territorio es evidente despues de un mes, dijo, “por lo que los objetivos estrategicos han tenido que cambiar”.
Pero retirarse completamente de Kiev permitiria a los ucranianos reforzar la region del Donbas y les daria una victoria significativa, insinuo en un tuit Michael Kofman, director de Estudios sobre Rusia en CNA, una institucion de investigacion de defensa de Virginia.
Durante un viaje a Marruecos, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, también compartió sus dudas sobre la promesa de Rusia sobre reducir las hostilidades. “Una cosa es lo que Rusia dice y otra es lo que hace”, expresó el martes. “Estamos enfocados en lo último. Y lo que Rusia hace es continuar con la brutalidad dirigida a Ucrania y su pueblo, y eso sigue mientras hablamos”.
Rusia no dejó de combatir tras la anexión de Crimea en 2015, sino que respaldó de manera activa a los separatistas en el Donbás, explicó Ian Bond, un exdiplomático británico en Rusia y director de política exterior del Centro para la Reforma Europea. “Soy escéptico sobre el hecho de que los rusos abandonen la guerra”, comentó. “Ya hemos visto esta película en 2014 y 2015. Veo esto solo como una pausa”.
Ian Garner, un historiador de propaganda rusa, destacó en Twitter que “la Rusia de Putin —de hecho, la Rusia postsoviética— se ha involucrado en conflictos reprobables e interminables durante años”, para lo que citó los casos de Transnistria en Moldavia, Abjasia en Georgia y en el Dombás, todas son áreas en otros países en los que las fuerzas rusas respaldan movimientos separatistas. “Estos conflictos no han concluido, tal vez, más bien están en el intermedio”, precisó.
El martes, el principal negociador ucraniano, Mykhailo Podolyak, sugirió tras las conversaciones que ambos bandos hablaban en serio sobre la neutralidad para Ucrania; un tratado que garantice su seguridad a través de Estados miembros de la OTAN como Estados Unidos, el Reino Unido, Turquía, Francia y Alemania, así como un cese al fuego y corredores humanitarios.
Funcionarios ucranianos y de Occidente también indicaron que Rusia estaría dispuesta a aceptar que una Ucrania desmilitarizada se uniera a la Unión Europea, siempre y cuando renunciara a unirse a la OTAN o a albergar a cualquier fuerza extranjera.
No obstante, analistas de seguridad cuestionaron la sinceridad de un acuerdo como ese.
Bond estimó que el problema con el concepto de neutralidad de Ucrania es que hasta el momento ninguno de los países que quiere que la garantice aceptaría hacerlo. Sería como una membresía a la OTAN con defensa colectiva con otro nombre, por lo que es muy poco probable, señaló.
Por otro lado, la membresía a la Unión Europea, agregó Niblett, representaría el mayor peligro para Putin, quien ayudó a fomentar la revuelta de 2014 en Ucrania cuando obligó al entonces presidente Víktor Yanukóvich a incumplir un acuerdo comercial con el bloque. Si Ucrania se uniera ahora, narró Niblett, el país desarrollaría su economía incluso más rápido, en contraste con Rusia, “y acabaríamos con una Corea del Sur junto a una Corea del Norte y no creo que Putin acepte eso”.
Por cierto, subrayó, los tratados de la Unión Europea también incluyen una promesa de defensa colectiva.
Aun así, apuntó Boulègue, la Unión Europea necesita darle a Ucrania una respuesta clara sobre sus posibilidades de membresía. “Ya que eso conduzca o no a la membresía de la Unión Europea, no es decisión de Rusia, pero la Unión Europea necesita ser absolutamente clara sobre el futuro de Ucrania de ahora en adelante. Es lo que la moral dice que se debe hacer”, enfatizó.