Desde 1956, cada año tiene lugar en Europa el Festival de la Canción de Eurovisión. Este concurso televisado tiene su origen en plena post-Segunda Guerra Mundial, cuando la Unión Europea de Radiodifusión decidió organizar un certamen entre sus países miembros que se retransmitiera en todos a la vez. Con el pasar de los años que lleva efectuándose, cada mayo se vuelve una cita más popular, atrayendo el interés de no solo los europeos sino de aquellos países que incluso no participan. Esto permite que continúe obteniendo unos números impresionantes de visualizaciones, siendo uno de los eventos con más audiencia en las televisiones del continente.
Esta popularidad mundial hace que, desde hace años, el concurso haya dejado de ser exclusivamente europeo y cuente con la participación usual de países invitados. Además, el año que viene el formato dará el salto a Estados Unidos, donde tendrá lugar el nuevo ‘American Song Contest’.
Este 2021 el evento contaba con una anticipación especial. En 2020, debido a la pandemia de COVID-19 que arrasaba Europa y el resto del mundo por esas fechas, Eurovisión tuvo que cancelarse por primera vez en sus sesenta y cuatro años de historia.
A medida que la cantidad de nuevos contagios se ha reducido considerablemente gracias a las diversas campañas de vacunación, este año sí se pudo realizar el popular programa bajo importantes protocolos de seguridad, con el público reducido y guardando las restricciones pertinentes. El regreso del certamen ha supuesto una alegría para todos, tanto participantes, como espectadores e incluso para aquellos que no son seguidores del concurso. El retorno de un acontecimiento de esta magnitud, con todas las personas que reúne, es sin duda una buena noticia en los tiempos actuales. Y es que, pese a los protocolos de seguridad y las restricciones, es sin discusión un signo de recuperación de una normalidad que poco a poco notamos volver.
En la edición de este 2021 partían como favoritos a ganar los artistas que representaban a Francia, Suiza, Malta e Italia. Después de que los veintiséis países que participaron realizaran sus actuaciones bajo las luces, vítores y ánimos de los espectadores, llegó el turno de las votaciones. Estas se dividen en dos categorías: la primera es la llevada a cabo por los jurados nacionales de cada país representado, mientras que la segunda se corresponde con el televoto, voto emitido por el público a través de plataformas y mensajes de móvil.
Primeramente se conoce el voto de los jurados nacionales; en pantalla van apareciendo periodistas o personalidades de cada uno de los países participantes para anunciar a cuál de las otras naciones le ha dado su país los doce puntos, que es lo máximo que cada delegación puede otorgar. El resto de los puntos se suman automáticamente, pudiéndose ver igualmente en pantalla cómo cambia de posición cada artista según la valoración que haya recibido. Según estas votaciones, las apuestas se estaban cumpliendo y, al terminar de contar los puntos, Suiza estaba en primer lugar y Francia en el segundo. Malta e Italia, en cambio, habían quedado relegados a puestos más bajos.
A pesar de que a ambos de los representantes que habían quedado en las primeras posiciones se los podía ver entusiasmados y en un ambiente que era ya casi de celebración, todavía no estaba aun todo dicho: faltaba el televoto… y eso fue lo que cambió todo. Para España, que quedó antepenúltima y recibió un total de seis puntos entre los dos tipos de votaciones, no significó mucha diferencia. Tampoco para Reino Unido, que quedó en última posición sin recibir ningún punto ni por parte de los jurados nacionales ni del público, un hecho que rápidamente muchas personas han querido relacionar con la reciente salida del país de la Unión Europea, ya que si hay algo que caracteriza a Eurovisión es las quejas por parte de los espectadores de lo politizadas que están las valoraciones. A Italia, el televoto le otorgó 328 puntos que la pusieron sorpresivamente a la cabeza, sumando 524 puntos en total. Ni qué decir tiene la decepción que eso supuso para el representante suizo, que pasó de ser prácticamente el ganador, a culminar la noche en el tercer puesto.
Además de lo inesperado del suceso, la victoria italiana no estuvo exenta de polémica. Desde la madrugada en la que tuvo lugar Eurovisión, se ha estado viralizando en redes sociales un vídeo en el que el cantante del grupo se agacha sobre la mesa frente a la que estaba sentada su delegación en un gesto un tanto extraño, lo que inmediatamente ha hecho que corra como la pólvora el rumor de que estaba consumiendo cocaína. Esto ha causado tanto revuelo que incluso un ministro francés, cuya representante quedó en segundo lugar, ha pedido que se los descalifique por uso de drogas. El enigma se esclareció con una revisión de las imágenes de la gala por parte de la Unión Europea de Radiodifusión y un test de drogas al que los artistas italianos se han sometido voluntariamente, que ha resultado negativo, por lo que Italia continúa conservando el primer puesto que el público europeo, a diferencia de los jurados profesionales nacionales, le concedió.