Tenemos que conquistar Gaza”: Netanyahu se enfrenta al reclamo de una ofensiva por tierra

El Primer Ministro promete que Israel continuará "sin limitaciones ni tregua hasta alcanzar los objetivos"

Transcurridos tres días desde la devastadora incursión de Hamás en Israel, el ataque más mortífero contra el Estado judío en 75 años, los dirigentes políticos y militares del país han prometido responder con una fuerza que “cambiará la realidad durante generaciones”.

La brutalidad del ataque de Hamás del sábado, en el que murieron más de 700 israelíes, unos 2.000 resultaron heridos y 100 fueron tomados como rehenes cuando combatientes del grupo militante palestino se adentraron en el sur de Israel, ha alimentado un clamor de peticiones de duras represalias contra Hamás y su bastión en la Franja de Gaza.

“El precio que pagará la Franja de Gaza será muy alto”, afirmó el ministro de Defensa, Yoav Gallant, desde la ciudad meridional de Ofakim, una de las que sufrió más bajas en el ataque.

Pero la cuestión es hasta dónde está dispuesto a llegar el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en su intento de aplastar a Hamás, conseguir la liberación de los rehenes y enviar un mensaje contundente a los militantes y a otros enemigos regionales después de que su tan alardeado ejército se viera alarmantemente sorprendido por el ataque del sábado.

Varios analistas de seguridad israelíes pronostican la primera ofensiva terrestre israelí contra Gaza desde 2014. Netanyahu prometió el domingo que Israel continuaría “sin limitaciones ni tregua” hasta alcanzar los objetivos de su ofensiva, al declarar formalmente la guerra contra Hamás. Mientras Netanyahu hablaba, aviones israelíes bombardeaban Gaza, el enclave costero densamente poblado controlado por Hamás en el que viven más de dos millones de palestinos.

Casi 500 palestinos han muerto en Gaza y más de 2.700 han resultado heridos desde que Israel comenzó sus ataques de represalia el sábado.

“Tenemos que romper los huesos del enemigo”, afirmaba el domingo el periódico derechista Israel Hayom. “Tenemos que ponerlo de rodillas hasta que nos suplique que paremos, golpearlo sin piedad y aporrearlo con crueldad”.

Netanyahu ha construido una reputación de liderazgo relativamente cauteloso durante su década y media como primer ministro israelí que abarcó tres guerras anteriores con Hamás, a pesar de su retórica beligerante.

Cuando Israel invadió Gaza por última vez en 2014, dio lugar a la más larga y mortífera de sus guerras con Hamás.

Ex funcionarios de seguridad afirmaron que si el objetivo de Israel era paralizar las capacidades de Hamás y evitar que llevara a cabo otro ataque de la escala que logró el sábado -cuando cientos de militantes respaldados por disparos de cohetes se arremolinaron en el sur de Israel- tendría que poner botas sobre el terreno.

“No veo ninguna manera de que el gobierno israelí pueda evitar algún tipo de operación terrestre. Cómo de grande, dónde, cuál será el momento, no lo sé. Pero no veo una situación en la que podamos hacerlo todo desde el aire”, afirmó Itamar Yaar, ex jefe adjunto del Consejo de Seguridad Nacional israelí. “Tendrá que ser una combinación de tierra, aire y mar”.

Otros argumentaron que el envío de fuerzas terrestres también era necesario para disuadir a los otros enemigos regionales de Israel, como el grupo Hezbolá respaldado por Irán en Líbano, de lanzar sus propios ataques contra Israel.

“Todo lo que no sea una invasión será un grave error. Tenemos que conquistar Gaza, o al menos la mayor parte de ella, y destruir a Hamás. No podemos seguir haciendo las cosas que hacíamos antes y que no están funcionando”, afirmó Amir Avivi, ex subcomandante de la División de Gaza del ejército israelí.

“No hacerlo será devastador para la capacidad de Israel de disuadir no sólo a Hamás, sino a toda la región”.

Sin embargo, incluso después de 2014, Hamás pudo reagruparse y mantener su control de la Franja de Gaza, bloqueada por Israel y Egipto desde 2007.

Y cualquier operación terrestre en las estrechas calles, donde Hamás lleva años preparándose para la posibilidad de una invasión israelí, probablemente se saldaría con un enorme número de muertos: tanto civiles palestinos como fuerzas israelíes.

“El ataque [de Hamás] es un desastre tanto para israelíes como para palestinos. Hamás utilizó el mismo tipo de tácticas bárbaras que hemos visto en los últimos años por parte del Isis”, afirmó Eitay Mack, abogado israelí de derechos humanos. “Ahora Israel podrá cometer terribles y extensos crímenes y castigos colectivos mientras recibe total inmunidad global, incluso más que antes”.

La situación también se ha complicado por los rehenes -entre los que hay mujeres y niños, soldados israelíes, así como ciudadanos estadounidenses y posiblemente de otros países- que Hamás y otros grupos militantes palestinos, como la Yihad Islámica, retienen en Gaza.

El número de israelíes retenidos plantea a Israel un reto sin precedentes y conseguir su liberación será una prioridad para el gobierno. Localizar a los rehenes en el enclave, bajo el cual Hamás ha construido cientos de kilómetros de túneles, puede resultar difícil, lo que aumenta el riesgo de que las fuerzas israelíes maten a los rehenes inadvertidamente mientras llevan a cabo sus operaciones.

“Hamás comprende que cada israelí que retiene con ellos nos complica la vida”, afirmó Yaar.

Otros sostienen que una operación terrestre es la única forma de rescatar a los rehenes. “Cuanto más esperemos, más fácil le resultará a Hamás esconderlos”, afirmó Yaakov Nagel, ex jefe del Consejo de Seguridad Nacional de Israel y actual miembro de la Fundación para la Defensa de las Democracias. “No creo que esperaran conseguir tantos. Ahora es el momento de hacerlo”.

También se ha especulado con que, en lugar de disuadir a los enemigos de Israel, una invasión terrestre israelí de Gaza podría llevar a Hezbolá, que libró una guerra de un mes con Israel en 2006 y que se ha solidarizado con Hamás en los últimos días, a entrar en el conflicto. Sus militantes protagonizaron un breve tiroteo transfronterizo con las fuerzas israelíes el domingo.

La mayor incógnita es quizá qué haría Israel tras completar una invasión. Salvo entre los más fanáticos de la línea dura, hay pocas ganas de volver a ocupar el territorio del que Israel se retiró en 2005. Los funcionarios también son conscientes de que incluso si Israel fuera capaz de aplastar a Hamás, dejar un vacío de poder en la empobrecida franja no es una receta para la estabilidad.

“En los últimos años, la cuestión de acabar con Hamás no estaba realmente [en el orden del día]. Hoy, es una gran cuestión”, afirmó Zvika Haimovich, ex comandante de las Fuerzas de Defensa Aérea de Israel. “Después [del ataque de Hamás], estos asuntos vuelven a estar sobre la mesa”.