El “cero neto” significa recortar las emisiones de gases de efecto invernadero hasta dejarlas lo más cerca posible a las emisiones nulas, con algunas emisiones residuales que sean reabsorbidas en la atmósfera, por el océano y los bosques, por ejemplo. Este objetivo representa el objetivo principal del Acuerdo de Paris, del cual México es signatario.
En un contexto marcado por el aumento sin precedentes de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), alcanzar el objetivo del cero neto pareciera una meta cada vez más distante. Sin embargo, según el informe BloombergBNEF de este 2024, todavía hay razones para mantener la esperanza. A pesar de los desafíos, el cero neto sigue siendo alcanzable, aunque requiere un esfuerzo colectivo sin precedentes.
Durante el 2023, las emisiones globales de CO2 alcanzaron un récord alarmante de 37.8 gigatoneladas, un claro indicador de la urgencia de tomar medidas significativas para abordar la crisis climática. Para mantener el calentamiento global por debajo de 1.75°C, las emisiones deben reducirse drásticamente a 12.9 gigatoneladas para el año 2050. Este objetivo, aunque desafiante, no es imposible de lograr.
Según el escenario del cero neto propuesto por BNEF, se requiere una reducción del 30% de las emisiones globales para 2030, seguida de una disminución del 60% para 2040. Este escenario también prevé un punto de inflexión en la demanda de combustibles fósiles, con un pico esperado en 2025, seguido de un declive continuo en el consumo de petróleo, gas y carbón.
El corazón de esta transformación radica en la expansión masiva de las energías renovables. Según las estimaciones de BNEF, la capacidad global de energía renovable debe aumentar de manera significativa, alcanzando más de 20,000 gigavatios para 2050. Esto incluye un aumento considerable en la capacidad de energía solar y eólica, que representarán la mayor parte de la generación eléctrica mundial en el escenario del cero neto.
El impulso hacia un futuro sostenible también incluye la adopción generalizada de vehículos eléctricos (VE). Se espera que la flota global de VE crezca exponencialmente, alcanzando 1.6 mil millones para 2050. Sin embargo, este crecimiento requiere una infraestructura de carga masiva para respaldarlo, lo que plantea desafíos logísticos adicionales.
Financiar esta transición hacia un sistema energético más limpio y sostenible es otro obstáculo importante. BNEF estima que se necesitarán inversiones anuales considerables, con un promedio de $3.5 billones hasta 2050 en el escenario de transición económica, y $5.3 billones anuales en el escenario del cero neto.
A pesar de los desafíos financieros y logísticos, hay razones para ser optimistas. El costo de la energía solar y eólica ha disminuido drásticamente en las últimas décadas, lo que las hace cada vez más competitivas en comparación con los combustibles fósiles. Además, la transición hacia energías renovables tiene el potencial de generar millones de empleos nuevos, compensando así las pérdidas en el sector de los combustibles fósiles.
Alcanzar el cero neto sigue siendo realizable, pero requiere un compromiso global y acciones decisivas en todos los niveles. Con la colaboración entre gobiernos, empresas y ciudadanos, podemos convertir esta visión en una realidad y asegurar un futuro más sostenible para las generaciones por venir.