En las últimas semanas, el Estado y la Ciudad de México han estado atravesando un periodo de extrema escasez de agua, con al menos 280 colonias o vecindarios afectados de los más de 1.800 de la ciudad. Reportajes televisivos muestran largas filas de personas esperando para comprar agua, platos sucios que se amontonan y a personas desesperadas por no poder ducharse desde hace días. La sequía impacta a mujeres y niñas desproporcionadamente, que más comúnmente están encargadas de tareas domésticas y les recae la responsabilidad de recolectar agua. Ante la crisis, ciudadanos han bloqueado avenidas centrales y salido a las calles con pancartas.
El problema no es nuevo para la Ciudad de México. La disminución de la lluvia, el agotamiento de las aguas subterráneas y una gestión deficiente han planteado desafíos durante varios años. Pero la gravedad de la situación va en aumento. Expertos advierten que se podría estar acercando “el día cero” en la Ciudad de México, el momento en el que el agua corriente se agote y no llegue a los hogares, algo que, se estima, podría ocurrir en 2028.
La escasez se debe a que las cuencas que suministran agua a Ciudad de México, en particular el sistema de bombeo y potabilización Lerma Cutzamala ―que provee el 25% del agua a la capital― está en niveles históricamente bajos por la sequía y el cambio climático. Pero también existen graves fallas en el sistema de suministro, una gestión histórica deficiente, así como daños en las infraestructuras por los terremotos, el envejecimiento de los equipos y la falta de mantenimiento, que provocan que el 40% del líquido se pierda en fugas.
A pesar de programas que se han puesto en marcha para mejorar los sistemas hídricos, como Agua para Todos, una iniciativa estatal que pretende rehabilitar tuberías e infraestructuras hidráulicas, el problema no parece estar mejorando. Algunas fuentes aseguran que no existe un plan concreto para detener la crisis.
Ante esta situación, han surgido iniciativas ciudadanas de personas y colectivos que decidieron hacerse cargo de este problema sistemático, cambiando hábitos del consumo y apoyando a la población. No es la solución perfecta, pero la captación de agua, la rehabilitación de los ecosistemas y la reducción del desperdicio son claves para reconstruir el vínculo de las personas con este recurso. Los líderes de estas iniciativas enfatizan que cada acción diaria puede tener un impacto sobre un recurso cada vez más escaso.
Captación de agua lluvia
Una de las iniciativas más importantes es la de captación y purificación de agua de lluvia. Marco Sandoval es el fundador de Water for Happiness Foundation y director de Ion Ag+, organizaciones que instalan captadores y purificadores de agua para ayudar a las comunidades a recolectar y utilizar el agua de lluvia para bañarse, cocinar y limpiar.
Tras haber trabajado como ingeniero en proyectos de saneamiento de agua a gran escala para hoteles, Sandoval decidió llevar su experiencia a las comunidades que más lo necesitan, adaptando los dispositivos de purificación a sus necesidades. Sus iniciativas han funcionado cerca de Ciudad de México, en los Estados centrales de Michoacán, Tlaxcala y Veracruz, así como en Chiapas, en el sur, y más lejos, en Chile.
“Lo que solíamos hacer para los hoteles obviamente no se ajustaba a las necesidades de una comunidad, donde los usos, costumbres e infraestructuras son completamente diferentes”, afirma Sandoval. “La gente de una comunidad quiere agua que sea inmediata y muchas veces no quieren que el agua tenga cloro”.
Ion Ag+ trabaja con nanotecnología y utiliza esferas de cerámica que generan una reacción de ionización con plata integrada que elimina bacterias y no necesita electricidad. Así evitan usar cloro, que comúnmente se utiliza en purificación pero deja residuos. Desde 2013 han apoyado a más de 95.000 familias a tener acceso a agua hasta la fecha. Ahora miles de personas pueden acceder a agua en sus propias casas.
“Lo primero que notan las personas con el sistema es que ya no tienen que caminar para buscar agua bajo el sol y que no les duelen los pies o las rodillas por el peso del agua que antes acarreaban”, dice Sandoval. Añade que esto es especialmente beneficioso para las mujeres y los niños, de quienes a menudo depende la tarea de recoger agua. “El cambio de tener que caminar durante dos horas a tener una fuente de agua justo detrás de sus casas es enorme”.
Además de facilitarle a las comunidades el acceso a agua, los purificadores también ayudan a evitar enfermedades. El consumo de agua contaminada es la causa de muerte de 2,2 millones de niños al año en países en desarrollo: en 2019, se estimó que más de 350 niños menores de un año murieron en México por esta causa.
Existen iniciativas con escalas masivas como Isla Urbana, una organización que ofrece recolección de agua y purificación a personas de bajos recursos y de comunidades rurales a los alrededores de Ciudad de México. Calculan que, desde su lanzamiento en 2009, más de 584.000 personas de la capital han obtenido acceso al agua gracias a sus actividades.
Una de las limitaciones de la captación de agua de lluvia es que la tecnología puede enfrentar limitaciones debido a la falta de precipitaciones. En la Ciudad de México y sus alrededores, la temporada de lluvias normalmente es entre mayo y noviembre.
Limpieza ciudadana de ríos
“Enchúlame el Río” es un proyecto ciudadano que creó Daniel Estrada, emprendedor social, quien hace diez años se interesó por los ríos. En México y en España tomó cursos de limpieza y decidió limpiar el agua contaminada del río Chico de los Remedios en la municipalidad de Naucalpan, cerca de su hogar.
Estrada entendió que los ríos son esenciales para el sistema de aguas porque contribuyen a la recarga de los acuíferos, lo cual es esencial para asegurar un suministro sostenible de agua para la ciudad. Involucró a su comunidad en sus jornadas de limpieza, regando la voz acerca del río. Ahora las ‘enchuladas’ ocurren el último sábado de cada mes. Se reúnen miembros de la comunidad, representantes de empresas y organizaciones y, con botas y guantes de caucho, sacan bolsas de basura, pañales, llantas y toneladas de basura del río.
Después de diez años, Estrada afirma que han logrado extraer 250 toneladas de basura y eso ha cambiado el cauce del río ―antes estancado por los residuos. Ha mejorado el mal olor y la comunidad ha visto más flora y fauna. Además del impacto sobre la naturaleza, a los miembros de la comunidad se les ha entregado un propósito, asegura el emprendedor, y se han generado otras iniciativas de limpieza en la comunidad.
Estrada recuerda que al inicio de las jornadas era complejo lograr que la gente llegara, pero a medida que vieron su impacto y se esparció la voz, el proyecto creció. En la actualidad cuentan con hasta 120 personas por jornada, lo cual ha generado un sentimiento de pertenencia. Actualmente buscan que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) instale una mesa de trabajo para formalizar sus labores. Ahora buscan colaborar con otras organizaciones para tener tecnologías de limpieza del agua como biodigestores y un sistema con lombrices, entre otras.
Sanitarios ecológicos
Una de las áreas de más alto desperdicio de agua son los baños convencionales. Un inodoro típico puede utilizar hasta 16 litros por cada descarga. Raimundo Acevedo Aguilar, diseñador industrial, tomó conciencia de la enorme cantidad de agua que se estaba desperdiciando y decidió crear su propio baño seco en casa. Desde hace más de cinco años recolecta sus desechos humanos, separando sólidos de líquidos. Para evitar los olores utiliza aserrín o cualquier fibra seca natural. Luego aplica técnicas para producir composta de alta calidad, que utiliza para fertilizar tierras y contribuir a proyectos de agricultura regenerativa.
“El agua no es una cinta transportadora de residuos: es una cinta transportadora de vida”, afirma Acevedo. “El agua no está preparada para tratar la materia orgánica, así que los desechos humanos no deberían entrar en el ciclo del agua”. Asegura que un sistema de inodoros ecológicos puede ahorrar más de 15.000 litros de agua por persona al año.
Tras algunos éxitos iniciales, Acevedo empezó a compartir sus experiencias con amigos, familiares y en Internet, y a organizar eventos para promocionar sus propuestas. Asegura que el proyecto ha logrado cambiar las prácticas de un grupo de personas de su misma comunidad, que se han inspirado y han adoptado el baño seco en la Ciudad de México. Además fundó la organización Red de Usuarios de Baño Seco Vivo en donde miles de personas comparten mejores prácticas de uso de agua.
Para las personas que no tienen la capacidad de instalar sus propios baños, existe a más gran escala el servicio WC Eco, que instala baños secos con un estilo contemporáneo en la Ciudad de México y en otras ciudades del país, y tiene un servicio de recolección de los desperdicios, que se procesan y utilizan para la agricultura. Además cuenta con un servicio de cursos y talleres para los usuarios donde se responden todas las preguntas que puedan tener acerca del funcionamiento y preocupaciones sobre el mal olor o desinfección de los desechos. WC Eco estima que, con este servicio, se han ahorrado más de 15 millones de litros de agua desde 2017 y se han generado más de 180.000 kg de tierra fértil con la composta.
Pequeños cambios, grandes impactos
Estas iniciativas, a pesar de ser incipientes todavía, son invaluables al promover el ahorro de agua y fomentar el cambio de hábitos en un futuro marcado por la escasez.
El grave problema del agua en México es que los esfuerzos actualmente se están centrando en extender la red de agua potable sin asegurar la distribución del líquido, dejando en segundo lugar el saneamiento, dijo recientemente el presidente de la asociación Agua en México Juan Francisco Bustamante a un medio local. Agregó que los planes a futuro se centran en construir más presas y acueductos, y en adecuar y modernizar la infraestructura del abastecimiento, sin considerar otras áreas del ciclo de agua natural.
Según el experto, es esencial cambiar el enfoque del uso del recurso para centrar las políticas públicas en la reutilización del líquido y captación de precipitaciones, tomando en cuenta el ciclo virtuoso del agua. En este sentido, las iniciativas ciudadanas tienen claves que podrían contribuir a políticas públicas que toman en cuenta la rehabilitación de los sistemas acuíferos, la salud de los ríos, la captación y purificación de agua, la reutilización y el mejor uso del recurso y de sus ciclos naturales.