Ucrania acelera el proceso para intentar convertirse en miembro de la Unión Europea

Ucrania tiene prisa por entrar en la Unión Europea. Ya ha completado el cuestionario que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, entregó en persona al presidente Volodímir Zelenski en la visita que hizo a Kiev hace poco menos de dos semanas, según ha anunciado el Gobierno ucranio en una entrevista en una radio local. Pese a que las bombas rusas caen sobre el país y la ofensiva continúa, ambas partes, Bruselas y Kiev, siguen activando etapas en el proceso de adhesión de la antigua república soviética a la UE a una velocidad inusitada en comparación con otros casos. “Hemos dado un paso más en el camino hacia la UE. El pueblo de Ucrania está unido para sentirse parte de Europa. Estoy seguro de que lo lograremos”, ha declarado este lunes el presidente del país. “En los tiempos extraordinarios se dan pasos extraordinarios a una velocidad extraordinaria”, ha declarado, por su parte, el embajador de la UE en Kiev, Matti Maasikas, al recoger el documento.

Ni siquiera han pasado dos meses desde que Ucrania envió su solicitud formal de adhesión a la UE, todo un reto para Bruselas en las actuales circunstancias. Pero precisamente por eso, por la crueldad de la agresión rusa a su vecino inmediato y la solidaridad que la guerra ha despertado, lo que otras veces ha tardado meses en ser procesado por la maquinaria burocrática del entramado europeo, ahora se hace en días o poco más. “No será cuestión de años, como es habitual, formarse una opinión, sino de semanas, creo”, declaró Von der Leyen sobre la solicitud ucrania en su visita a Kiev junto con el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, el pasado 8 de abril.

La dirigente alemana se refería a la opinión que tiene que emitir el órgano que preside sobre la solicitud de Ucrania, de ahí que entregara ese cuestionario que Kiev ha rellenado en 10 días. El documento sirve a la Comisión Europea para medir la preparación de un país y sopesar si cumple o no los requisitos para obtener el estatus de candidato, algo que finalmente decide el Consejo Europeo. El primer paso, el de empezar a preparar una opinión motivada sobre el ingreso, arrancó mucho más rápido que en el caso de otros candidatos. Desde que el presidente Zelenski firmó la petición hasta que el Consejo de la UE pidió a la Comisión que emitiera su opinión, primer paso formal de todo proceso de adhesión, pasó solo una semana. Serbia tuvo que esperar casi un año solo para este trámite, y Albania, Macedonia del Norte y Montenegro, varios meses.

En la capital comunitaria son conscientes de que un proceso de adhesión es largo, dura años e implica que se negocien 35 capítulos con temas que van desde la libre circulación de mercancías a los derechos sociales o el medio ambiente. La Comisión también sabe que hay Estados miembros que quieren evitar que se repitan casos como los de Hungría o Polonia, que una vez dentro del club comunitario han relajado la calidad de su Estado de derecho y han adoptado políticas discriminatorias y xenófobas que Bruselas considera incompatibles con el Tratado de la UE.

En esta posición se encuentran Francia y también Holanda, donde en 2016 ya se convocó un referéndum sobre un acuerdo de asociación de la Unión, precisamente, con Ucrania y se votó mayoritariamente en contra, aunque con muy poca participación. Entre los más reacios se añade el hecho de que no quieren que se repita un caso como el de Turquía, país al que se concedió el estatus de candidato en 1999 y con el que 23 años después apenas se han abierto cinco capítulos de la negociación, lo que se ha convertido en una munición que utiliza el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, contra la oposición interna proeuropea.

Sin embargo, con la guerra en marcha y las bombas rusas cayendo sobre Ucrania, la Comisión ha optado por no enfriar ahora las expectativas de Kiev, siendo consciente de que cuando se baje a los detalles habrá opciones para echar el freno. Así, fueron unas palabras de la presidenta de la Comisión al poco de comenzar la invasión las que dieron alas a las esperanzas de Kiev: “Son de los nuestros y los queremos dentro”. Tras esto, los miembros más orientales del club comunitario, con Polonia a la cabeza, aumentaron la presión sobre el resto de socios para que se haga una excepción abriendo la vía exprés a la petición ucrania.

Pero como ya se vio en la cumbre de Versalles el pasado marzo, hay más rechazo a este camino del que se admite abiertamente. “No existe un procedimiento rápido”, señalaba entonces el primer ministro holandés, Mark Rutte, jugando su tradicional papel de socio antipático y directo. No estaba solo, España también se alinea en esta postura. Como lo hizo Croacia, por boca de su primer ministro, Andrej Plenkovic: “Hay un protocolo y unos tratados”. Y esto se trasladó a la declaración final de la cumbre, que no reconoció el estatus de candidato oficial de Ucrania, echando un jarro de agua fría sobre las aspiraciones de Kiev y quienes las habían alentado: Los líderes de la UE se abrieron a profundizar en la cooperación entre ambas partes hasta que llegue el momento de la adhesión.

La vía rápida para Ucrania no solo levanta suspicacias —por los estándares democráticos y de lucha contra la corrupción que requiere— en países que ya son miembros, también lo hace entre los que son candidatos y los que lo intentan. En los Balcanes occidentales, Serbia, Montenegro, Albania, Macedonia del Norte, Bosnia y Kosovo (los dos últimos ni siquiera son candidatos formales) miran de reojo a Kiev y a Bruselas tras años acumulando decepciones y buenas palabras en unas negociaciones que apenas avanzan.

Tanto por la posición reticente en algunos países del club comunitario como por la complejidad de las negociaciones para el ingreso, es indudable que hay una serie de dificultades objetivas para que Ucrania entre en la UE por una vía rápida. El aspirante debe cumplir antes de empezar a hablar con los estándares fijados en los llamados Criterios de Copenhague adoptados en 1993: democracia estable, Estado de derecho, economía de mercado, aceptación de toda la legislación de la UE y de la correspondiente al euro. A partir de ese momento se abre un proceso que se despliega a lo largo de 35 capítulos de conversaciones.