Ucrania y Rusia en el desierto; una guerra global

Fuerzas especiales ucranianas contra terroristas sudaneses y mercenarios privados rusos a orillas del río Nilo... No es una misión de Call of Duty, está pasando ahorita

Como amante de los videojuegos de guerra, sin duda me sentiría interesado en jugar alguna misión donde las fuerzas especiales ucranianas se enfrentaran a agentes especiales rusos, mercenarios de Wagner y rebeldes de un grupo paramilitar subsahariano. Todo esto ambientado en algún lugar remoto del desértico Sudán. Hoy en día, este escenario es una de esas realidades que supera a la ficción.

Agosto de 2023, en pleno apogeo de la guerra Rusia vs. Ucrania, el número dos del Ministerio de Defensa ruso, el general coronel Yunus-Bek Yevkurov, realizó una gira de casi dos meses por el centro de África, reuniéndose con los principales dirigentes políticos y militares de una de las regiones con mayor inestabilidad política en el mundo. El subministro de defensa visitó Libia, República Centroafricana, Burkina Faso y Mali en una época donde la prioridad única del ejército ruso es Ucrania. Esto refleja la inmensa importancia geopolítica, económica y militar que tiene el África Subsahariana para Moscú.

Los intereses de Rusia en esta región del planeta se pueden resumir en dos cosas: recursos y armas los cuales abundan en cualquier gobierno inestable y propenso a un golpe de Estado. A cambio, Rusia ofrece protección a dictadores, juntas militares o grupos rebeldes, lo cual no hace directamente, ya que imagínense ustedes, apreciables lectores, el escándalo mediático que esto representaría en un siglo XXI donde gran parte de los conflictos armados se luchan en las redes sociales y medios de comunicación.

La estrategia rusa francamente raya en el cinismo, ya que se deslinda de cualquier acto ilegal que pueda cometer en un conflicto armado, utilizando empresas militares privadas, es decir, mercenarios, que tienen personalidad jurídica propia y se encuentran legalmente alejados de todo lo relativo al gobierno de ese país. Esto es el equivalente a que un niño contrate a alguien externo a su escuela para que vaya a darle un madrazo en la cabeza a su profesor.

La industria paramilitar rusa tiene tres gigantes: Redut, Convoy (ambas financiadas por oligarcas cercanos a Putin) y Gruppa Vágnera, mejor conocido como Wagner, mercenarios en los cuales nos concentraremos en las siguientes líneas.

Sudán, principios de 2017. Omar Al-Bashir, figura dictatorial y presidente de ese país durante 30 años, necesitado de fuerzas leales a él, después de una junta en Moscú con Putin, da entrada a su país a Wagner, quienes toman la tarea de proteger al dictador ante las crecientes tensiones entre el gobierno, la población civil, fundamentalistas islámicos y el ejército. Un par de años después, el gobierno de Al-Bashir es derrocado por el ejército y los mercenarios de Wagner, al ser de estos últimos su lealtad hacia el dinero, cambian rápidamente de bando y se alían con el brazo paramilitar del ejército sudanés, las Fuerzas Rápidas de Soporte (RSF), quienes más adelante se separan por completo del ejército sudanés y se convierten en una organización paramilitar que responde al hombre más poderoso del país, Mohammed Hamdan Dagalo “Hemedti”.

El RSF controla hoy en día gran parte del territorio sudanés, lo cual no es poca cosa. Estamos hablando de un país territorialmente poco más chico que México, con una población de alrededor de 50 millones de personas, de los cuales el 36.1% vive por debajo de la línea de pobreza, según el Banco Mundial.

El interés de Wagner y de Rusia por Sudán se entiende al ver la extracción de oro. Minas controladas por el RSF con apoyo de Wagner han ayudado a financiar la guerra en Ucrania. En una investigación periodística, la cadena de noticias alemana DW dio a conocer las operaciones de extracción mineral en el norte de Sudán controladas por Wagner, así como la planta de procesamiento de oro que tienen a pocos kilómetros de la mina, para aimentar las arcas de la guerra el oro sudanés sale de territorio africano e ingresa al mercado global vía compradores en los Emiratos Árabes Unidos, según el Foro de Defensa Africano. Esto le permite al RSF, en palabras de expertos de la ONU, “adquirir armas, devengar salarios, pagar campañas mediáticas y buscar apoyo de grupos políticos y paramilitares”.

La sociedad RSF-Wagner se ha vuelto crucial en el financiamiento del frente de batalla ruso en Ucrania. El dinero generado a través de las cerca de 50 compañías controladas por el RSF en el extranjero ha alimentado y equipado al frente mercenario desde que inició la guerra en Europa. Es por eso que el presidente ucraniano Zelensky ha trabajado en cooperación con el ejército sudanés para atacar cualquier objetivo relacionado con Wagner o el RSF en Sudán, publicándolo en los medios de comunicación y redes sociales con el propósito de demostrar la fortaleza a nivel global del ejército ucraniano.

La guerra siempre ha sido un negocio, pero es increíble pensar que una organización como Wagner se maneje en algunos países como grupo terrorista y en otros como si fuera una compañía común y corriente. Actualmente están registrados en Argentina y las oficinas que albergan a sus más de 6 mil empleados se encuentran en San Petersburgo y Hong Kong, así como algunas oficinas regionales en varios de los 16 países donde se tiene conocimiento de que se encuentran desplegados

Lo preocupante en el conflicto entre Wagner y Ucrania en Sudán es que se trata de una cuestión de tiempo para que el conflicto se replique en otros puntos del globo. Wagner tiene operaciones en África, Asia, Europa y América, y tiene demasiado poder sobre varios gobiernos con recursos estratégicos clave para potencias aliadas de Ucrania. Esto agrava por completo la disputa geopolítica de la guerra ruso-ucraniana, una guerra entre dos países vecinos pero que el mundo globalizado en el que vivimos tiene la capacidad de migrarla al resto del planeta.


Arturo Elízaga Bores

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