Por Luis Urbina Barros
Simultáneamente, los gobiernos de Argentina y Ecuador anunciaron sus más recientes gestiones para resolver la reestructuración de deuda con grupos acreedores de bonos. Ambos países se enfrentan a recesiones económicas, por lo que la importancia de reevaluar su carga de deuda calificada como insostenible por el Fondo Monetario Internacional, organismo que recientemente otorgó préstamos rescate a ambas naciones, era urgente inclusive en la era pre-pandemia.
El presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, informó que se alcanzó un acuerdo con un importante segmento de los tenedores de bonos consistente en reducir en $ 1500 millones el volumen de la deuda en bonos, actualmente valorada en $ 17 300 millones, y de extender por 10 años más el plazo para pagar (hasta 2040). Todo esto sumado a una reducción en la tasa de interés de 9,3% a 5,2% con cinco años de gracia. Como consecuencia del anuncio de un convenio tentativo, el Riesgo País de Ecuador (índice que mide el grado de confianza de los mercados frente a la capacidad o no del país de honrar sus deudas) tuvo una reducción de 496 puntos.
La noticia fue recibida con cumplidos por analistas, reacción que contrasta con la constante crítica hacia la administración de Moreno en estrategia económica, calificada masivamente como insuficiente y rezagada. Grupos de presión hacen correctamente hincapié de que, a pesar del acuerdo positivo, falta mucho por hacer para afrontar la situación económica ecuatoriana, exacerbada por la pandemia. Este reclamo acierta no solo al referirse a distintas facetas económicas que carecen de mejoras sino también hacia el propio acuerdo, que requiere reunir mínimo el 66 % de aprobación de acreedores para ser finalizado; actualmente el convenio alcanzado con el primer grupo de tenedores de bono cuenta con el 50% de votos. No obstante, se pronostica alta probabilidad de que se logre finalizar la negociación hasta el 31 de julio, con ciertos cambios circunstanciales acordes a los heterogéneos intereses y obligaciones contractuales hacia los grupos acreedores con los que falta pactar.
El caso argentino tiene expectativas de éxito mucho más conservadoras en la renegociación de la deuda, el camino para llegar a un acuerdo ha sido más conflictivo y longevo, la falta de un avance relevante entre las partes ha causado que Argentina sufra el noveno default de su historia el pasado mayo. La oferta más reciente del gobierno, y aparentemente la última que extenderán, aumentaría los pagos de intereses y reduciría las pérdidas en las inversiones iniciales, así como acortaría los vencimientos de los nuevos bonos.
Los términos mejorados sugieren una recuperación de aproximadamente 53 centavos por dólar, en comparación a los 40 centavos por dólar de la propuesta anterior. Los pagos de intereses sobre los nuevos bonos que se cambiarán por deuda antigua comenzarán un año antes, y sus vencimientos se extenderán hasta 2046.
El presidente argentino, Alberto Fernández, declaró también que a este punto cualquier otra oferta sería insostenible, surrealista y preferirían no tener un convenio. Ciertamente es riesgosa esta posición, especialmente cuando no cuentan con acuerdo previo con grupos importantes de acreedores al momento que oficializaron esta oferta, a diferencia del caso ecuatoriano. Sin embargo, la economía argentina precisa de este tipo de negociaciones para lograr un avance importante o de ser necesario, dirigir acciones prácticas buscando soluciones alternativas. El impasse actual perpetúa y agrava el estancamiento económico.
La propuesta actual es significativamente mejor a la que la precedió, por lo que la presión para aceptarla esta justificadamente sobre los grupos de acreedores que deben preguntarse si quieren pasar a la historia como un obstáculo a la recuperación argentina en tiempos de emergencia por un par de puntos porcentuales. Se espera una respuesta a principios de agosto.
En las siguientes semanas se puede concretar la reestructuración de la deuda o su fracaso total en estas dos naciones. De igual manera, ciertas incógnitas económicas seguirán latentes: para Ecuador persiste la necesidad de cambios estructurales en materia de gasto, endeudamiento y la capacidad para atraer inversión social; para Argentina, si las negociaciones colapsan, ¿cómo se avanza sin un acuerdo sobre la deuda existente?
La asociación estudiantil LATAM AID de la Università Bocconi en Milán, fue establecida con la intención de estimular el pensamiento y la discusión económica, política y social, para poder afrontar y desarrollar soluciones para los problemas en Latinoamérica. A través de la publicación de artículos, la organización de debates y presentaciones, sus miembros han ido trabajando para cumplir dichos objetivos.