El eje Moscú-Pekín sincroniza de nuevo sus relojes en un momento de múltiples incendios globales. El presidente ruso, Vladímir Putin, aterrizó este martes en Pekín, donde se reunió con su homólogo Chino, Xi Jinping. La cita fue programada hace meses, con motivo del foro internacional que marca el 10º aniversario sobre la Nueva Ruta de la Seda, el megaprograma de infraestructuras con el que el gigante asiático busca conectarse al mundo. El encuentro entre ambos mandatarios, que se llevó a cabo el miércoles, llega en un momento crítico, con el estallido de una nueva guerra entre Israel y Gaza que amenaza con abrir una nueva brecha en la escena geopolítica y se suma a la ofensiva de Rusia en Ucrania.
Desde que Putin decretó la invasión a gran escala de la exrepública soviética, no es frecuente ver al líder ruso de viaje en el extranjero. En marzo, el Tribunal Penal Internacional emitió una orden de arresto contra él por presuntos crímenes de guerra por su implicación en la “deportación ilegal de niños” ucranios; al mandatario le quedan pocos sitios a los que acudir sin correr el riesgo de ser detenido. En su primer viaje fuera de Rusia desde entonces, Putin visitó el jueves pasado Kirguistán, nación que no reconoce al citado tribunal, como tampoco lo hace China.
El viaje representa una nueva toma de contacto entre dos líderes que se hacen llamar “viejos amigos” y que han llevado las relaciones entre sus Estados al punto más álgido de la historia reciente, a pesar de la guerra y, en parte, impulsada por ella. Putin y Xi se han reunido ya más de 40 veces, sellaron unas semanas antes de la invasión rusa de Ucrania una “amistad sin límites” y en su último encuentro en Moscú, en marzo, Xi se despidió de su homólogo ruso con una confidencia: “Se están produciendo cambios que no han ocurrido en 100 años. Cuando estamos juntos, pilotamos esos cambios”. A lo que Putin respondió: “Estoy de acuerdo”.
Mientras los países del G-7 y sus aliados han decretado sanciones contra Moscú y segado sus lazos económicos, la guerra en Ucrania ha dado un nuevo impulso al comercio con Pekín: en 2022 aumentó un 34,3%, hasta alcanzar los 190.000 millones de dólares. Occidente recela de la calculada equidistancia escorada hacia Rusia que mantiene China en la guerra de Ucrania: Pekín en ningún momento ha condenado la invasión, aunque se ha propuesto como mediadora con un documento con 12 puntos para encontrar una “solución política” a la “crisis” y un enviado especial designado directamente por Xi para sondear un posible acercamiento. Su interlocución, hasta la fecha, no ha dado ningún resultado.
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha pasado el lunes por Pekín a modo de avanzadilla. Durante una reunión con su homólogo chino, Wang Yi, han discutido los dos grandes puntos de fricción de la escena geopolítica: Ucrania y la guerra entre Israel y Gaza. Sobre este último punto, Wang ha reiterado la condena de China a todas las acciones que dañen a los civiles y violen el derecho internacional, y ha hecho un llamamiento a que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tome medidas.
“Las grandes potencias deben desempeñar un papel activo” para lograr un alto el fuego, establecer canales de ayuda humanitaria de emergencia y evitar mayores desastres humanitarios, ha dicho Wang, según la lectura oficial recogida por la agencia china Xinhua. También ha insistido, tal y como ha repetido Pekín en los últimos días, que se ha de “activar cuanto antes la solución de dos Estados”, y establecer una hoja de ruta para el “restablecimiento de los derechos legítimos de la nación palestina”.
Ambos “hicieron referencia a la crisis de Ucrania, incluyendo los esfuerzos para resolverla por medios diplomáticos”, asegura el comunicado oficial ruso, según recoge la agencia TASS, y ”destacaron la importancia de impulsar una estrecha coordinación entre Rusia y China en la escena internacional”, lo cual incluye un buen número de foros: del Consejo de Seguridad de la ONU a los BRICS pasando por el G-20. Ambas partes “se alegraron de constatar que sus posiciones coincidían plenamente o estaban muy alineadas en todos los temas discutidos”, según el comunicado ruso.
El encuentro con Xi quedará parcialmente opacado por los fastos del tercer Foro de la Franja y Ruta para la Cooperación Internacional —nombre oficial del evento—, en el que participan delegaciones de más de 140 países y que mantendrá prácticamente bloqueada la capital del país durante la semana. China le da una importancia máxima a la cumbre: la Nueva Ruta de la Seda es una de las iniciativas estrella lanzadas en la última década por el mandatario chino, con la que aspira a incrementar la presencia de la potencia asiática en el globo. La cita contará con jefes de Estado y de Gobierno de numerosos países, con buena representación de África y Latinoamérica, pero no se espera la presencia de prácticamente ningún líder relevante de naciones occidentales. El mandatario de la Unión Europea de mayor nivel será el húngaro Víktor Orbán.
Unión Económica Euroasiática
Uno de los objetivos de Moscú será el de “armonizar” la iniciativa china con la Unión Económica Euroasiática, un proyecto de integración auspiciado por Moscú con otras exrepúblicas soviéticas. El líder ruso tiene previsto, además de la entrevista con Xi el miércoles, varias reuniones bilaterales con los dirigentes de los Estados participantes en el foro, según un comunicado del Kremlin.
En una entrevista concedida a China Media Group antes del viaje, Putin ha destacado la importancia “fundamental” de las relaciones entre ambos países “para garantizar la estabilidad en el mundo”, según la transcripción oficial del Kremlin. En ella no hay ninguna referencia a la guerra desatada hace 10 días en Oriente Próximo. Pero sí contiene una extensa reflexión sobre la situación en Ucrania y el rol de China como mediador.
“Estamos agradecidos a nuestros amigos chinos por intentar pensar en formas de poner fin a esta crisis”, dice Putin, que a continuación culpa a Kiev de la imposibilidad de avanzar hacia un alto el fuego y a los países occidentales y el expansionismo de la OTAN de haber provocado el conflicto, como ha hecho de forma habitual. Las propuestas de Pekín “son absolutamente realistas” y “podrían sentar las bases de acuerdos de paz”, concede el líder ruso. “Pero, desgraciadamente, la parte contraria no quiere entablar ninguna negociación”.
En la entrevista, Putin hace un alegato en favor del “mundo multipolar” frente a los “vestigios del pensamiento colonial” que representa, según su visión, el orden internacional liderado por Estados Unidos. “Esto es exactamente por lo que luchamos, y esta es la base de nuestra interacción con China en la escena internacional”, concluye.