Donald Trump recibió un inesperado soporte de dirigentes de Alemania y Francia después de que las redes sociales, incluyendo Twitter Inc. y Facebook Inc., del aun presidente de los Estados Unidos se vieran cerradas definitivamente. Es el más reciente ejemplo entre la batalla de Europa contra las grandes empresas tecnológicas estadounidenses.
La canciller alemana Angela Merkel se opuso a las decisiones el lunes, asegurando que es la responsabilidad de legisladores de establecer las reglas que rigen la libertad de expresión y no de las empresas privadas de tecnología.
“La canciller considera problemático el cierre completo de la cuenta de un presidente elegido democráticamente”, dijo Steffen Seibert, su portavoz principal, durante una conferencia de prensa regular en Berlín. Derechos como la libertad de expresión “pueden ser interferidos, pero por la ley y dentro del marco definido por la legislatura – no de acuerdo con una decisión corporativa”.
La postura de la líder alemána fue compartida por el ministro de Finanzas francés Bruno Le Maire, quien dijo que el Estado y no “la oligarquía digital” es responsable de las regulaciones, calificando a la gran tecnología como “una de las amenazas” a la democracia.
Europa está retrocediendo cada vez más ante la creciente influencia de las grandes empresas tecnológicas. La Unión Europea se encuentra actualmente en el proceso de establecer una regulación que podría dar al bloque el poder de dividir las plataformas si no cumplen con ciertas normas.
Twitter prohibió permanentemente a Trump la semana pasada después de que decidiera que los tweets del presidente saliente violaban sus reglas contra la incitación a la violencia. Citó sus mensajes sobre los disturbios en la capital de los Estados Unidos.
La medida siguió a una acción similar por parte de Facebook. El fundador y director ejecutivo Mark Zuckerberg dijo que los últimos mensajes de Trump mostraban que tenía la intención de utilizar el tiempo que le quedaba en el cargo para socavar una transición de poder pacífica y legal.
Las grandes empresas de tecnología han sido presionadas por legisladores, defensores de los derechos civiles y sus propios trabajadores para hacer más para moderar el contenido que podría conducir a la violencia o la actividad ilegal.
Durante mucho tiempo evitaron esos debates afirmando que eran neutrales en cuanto al contenido. Sin embargo, tras el asalto al Capitolio, ha quedado cada vez más claro cuánto poder y responsabilidad tienen sobre el debate público.