América Latina ocupa una posición de liderazgo en las exportaciones mundiales de alimentos, lo que la hace potencialmente parte de la solución a algunos de los desafíos más urgentes del mundo, afirmó el presidente del BID, Ilan Goldfajin. Las exportaciones de cereales se han visto muy afectadas por la invasión rusa de Ucrania.
Sin embargo, Goldfajn también advirtió que los gobiernos de la región necesitan invertir en una mejor educación, mejorar la productividad y garantizar un clima de inversión estable para sacar el máximo provecho.
Para que la región aproveche su abundante y barata energía solar y eólica para exportar hidrógeno verde, afirmó Goldfajn: “Hay que organizarse, hay que planificar, hay que aportar los recursos, hay que tener Estado de Derecho, hay que regular”. Chile ha sido pionero en este ámbito, y el nuevo gobierno de izquierdas de Brasil también se muestra entusiasta.
Goldfajn, ex director del banco central de Brasil, que también trabajó en Credit Suisse y dirigió la división del hemisferio occidental del FMI, afirmó que daría prioridad a los resultados sobre las cantidades prestadas.
Al hablar de un hipotético proyecto de digitalización de 500 millones de dólares, afirmó: “Lo apruebas y lo desembolsas y todo el mundo está contento cuando lo has desembolsado todo. Pero ahora queremos ver: Díganme cuántos y cómo van a medirlos, cómo vamos a hacer el seguimiento”. Esa va a ser nuestra medida de la eficacia”.
Goldfajn también abogó por una mayor coordinación con otros bancos multilaterales de desarrollo.
El BID firmó a finales de agosto una asociación de cuatro años con el Banco Mundial para colaborar en la lucha contra la deforestación del Amazonas, ayudar al Caribe a gestionar las catástrofes climáticas y mejorar el acceso a Internet de las personas más pobres de América Latina.
“El acuerdo con el Banco Mundial supone un gran avance”, afirmó Goldfajn. “Es el primer acuerdo en el que no nos limitamos a firmar una carta de intenciones afirmando ‘seamos amigos’. En realidad tenemos grupos de trabajo y sólo firmamos cuando vinieron con planes de acción”.
El BID estaba debatiendo pactos de cooperación similares con el banco de desarrollo latinoamericano CAF y con el FMI, pero sólo los firmaría cuando se acordaran unos resultados claros, añadió.
Goldfajn llegó al BID en medio de la agitación tras el despido de su predecesor, el estadounidense Mauricio Claver-Carone, nombrado por Trump el pasado septiembre. Una investigación externa descubrió que el ex lobista cubanoamericano había mantenido una relación íntima no revelada con una subordinada a la que dio dos grandes aumentos de sueldo. Claver-Carone negó las acusaciones.
Goldfajn fue elegido presidente el pasado noviembre con el apoyo de EE.UU. y este año ha actuado con rapidez para reunir al personal en torno a una nueva visión del banco con sede en Washington.
Su equipo está trabajando en una propuesta formal a los 48 países accionistas para ampliar el capital de la rama de préstamos al sector privado del BID. Es probable que se sitúe entre los 3.000 y los 5.000 millones de dólares, aunque Goldfajn no quiso confirmar una cantidad concreta.
Esa propuesta se realizará en la próxima reunión anual del banco, en marzo de 2024, junto con una nueva estrategia de siete años para el BID. En ella, el banco se centrará en ayudar a América Latina y el Caribe a adoptar energías limpias y en abordar lo que Goldfajn denomina el triple reto de la región: la escasez de dinero de los gobiernos, la presión de la población por mejorar los servicios públicos y el bajo crecimiento de la región.
Las nuevas herramientas financieras pueden ayudar. Por ejemplo, préstamos a países caribeños que permitan la suspensión de pagos en caso de catástrofe climática, o préstamos verdes pioneros como el bono soberano de Uruguay por valor de 1.500 millones de dólares del año pasado. El BID proporcionó asistencia técnica para diseñar el instrumento, cuyo tipo de interés se reduce si se cumplen los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
“Toda la región tiene problemas con el cambio climático”, afirmó Goldfajn. “Así que aquí hay una oportunidad para que la región la aproveche, para ser los que inviertan en energía limpia, cambien la matriz [energética], exporten parte de ella”.
Como ejemplo, cita un préstamo de 400 millones de dólares del BID realizado en junio para ayudar a Chile a utilizar su electricidad renovable, barata y abundante, para crear una industria de exportación de hidrógeno verde. “El hidrógeno verde está en auge porque hay mucha demanda procedente de Europa”, afirma Goldfajn. “Y ésta es una región que puede producirlo de forma más limpia. . . Tenemos que aprovechar la oportunidad”.