China multiplica los estímulos para poner fin a un verano aciago en materia económica. Con la navaja multiusos en la mano, las autoridades de Pekín han anunciado en los últimos días pasos en diversos frentes para insuflar confianza a los mercados y los consumidores. El Banco Popular de China (BPC, el banco central) ha notificado este viernes que reduce en dos puntos porcentuales el coeficiente de reserva de depósitos en divisas exigido a las instituciones financieras (pasa del 6% actual al 4%). La medida va dirigida a liberar fondos en moneda extranjera y frenar así la caída del yuan, que se ha depreciado un 14% respecto al euro en el último año y un 5% con respecto al dólar desde que tocó su máximo en enero.
Esta disposición se suma a una batería de propuestas para aliviar a los compradores de viviendas, con el fin de reanimar el renqueante sector del ladrillo. La autoridad bancaria central y la Administración Nacional de Regulación Financiera anunciaron el jueves de forma conjunta que rebajaban los requisitos de desembolsos iniciales (la cuota de entrada) de quienes se hipotequen por primera y segunda vez para adquirir una propiedad; los compradores también podrán renegociar a partir del 25 de septiembre una bajada en los tipos de interés de sus préstamos hipotecarios.
Algunos de los principales bancos estatales replicaron de inmediato que cumplirían con las nuevas disposiciones legales, indicando en algunos casos que habilitarían plataformas específicas para que los clientes puedan tramitar la rebaja. También en los últimos días varias megaciudades (Guangzhou, Shenzhen, Pekín y Shanghái) han propuesto políticas de alivio para el estímulo de las hipotecas. Y, a la vez, diversas entidades financieras han anunciado sus planes de reducir a partir de este viernes los tipos de interés que pagan por los depósitos, según el diario económico chino Caixin, iniciando una tercera ronda de recortes desde septiembre de 2022 “bajo la presión del Gobierno para fomentar el gasto frente al ahorro en apoyo de la debilitada economía”, recoge el rotativo.
El sector inmobiliario, la joya de la corona del crecimiento chino, que suma cerca de un cuarto del PIB del país y cuyo estado es un reflejo de la coyuntura general, acumula meses de frenazo mientras algunos gigantes de la construcción, como Evergrande y Country Garden, se asoman al abismo. Esta última, la mayor inmobiliaria del país, anunció esta semana unas pérdidas de 48.932 millones de yuanes (6.145 millones de euros) en el primer semestre del año debido a “la contracción del sector” y a que los mercados de capitales “todavía no han recuperado la confianza”, lo que se tradujo en “una creciente presión sobre las operaciones de negocios de la compañía”.
Mientras, la principal subsidiaria de Evergrande, Hengda Real Estate, anunció el jueves que se enfrenta a al menos 1.931 litigios por un importe de 437.743 millones de yuanes (56.430 millones de euros), según indicó en una nota remitida a la bolsa de Hong Kong (donde cotiza) y recogida por EFE. El grupo, que arrastra graves problemas financieros desde hace años, comunicó el domingo unas pérdidas de 33.012 millones de yuanes (4.198 millones de euros) en el primer semestre de 2023. Tan solo una semana antes la empresa había anunciado que se acogía a la ley de bancarrota en Estados Unidos.
Las medidas de estímulo buscan poner remedio a lo que los líderes chinos han calificado como una recuperación “tortuosa” y que no acaba de llegar como se esperaba después de dejar atrás las duras restricciones sanitarias a finales del 2022.
El PIB sigue mostrando signos de atonía postcovid. En el segundo trimestre del año el motor asiático perdió fuelle y aumentó un exiguo 0,8% intertrimestral poniendo en jaque la cifra de en torno al 5% de crecimiento anual que Pekín se ha fijado como objetivo para el 2023. En julio, se desplomaron las exportaciones un 14,5% y los precios entraron en terreno negativo por primera vez en más de dos años.
En una reunión del Politburó, uno de los máximos órganos de poder, celebrada a finales de julio y encabezada por el presidente chino, Xi Jinping, los dirigentes comunistas reconocieron que el país se enfrenta a “una demanda interna insuficiente, dificultades en el funcionamiento de algunas empresas, múltiples riesgos en áreas clave y un entorno exterior complejo y severo”. En el encuentro, los mandos reclamaron poner en marcha políticas para impulsar el consumo, piedra angular de la economía, y revivir un sector inmobiliario maltrecho que se enfrenta “a cambios significativos en la relación entre la oferta y la demanda”, en la jerga del comunicado recogido por la agencia oficial Xinhua.
Uno de los primeros movimientos en el complejo tablero económico fue encumbrar a Pan Gongsheng como nuevo gobernador del Banco Popular de China (solo un día después de la cita del Politburó y en la misma jornada en que se cesó al aún desaparecido Qin Gang como ministro de Exteriores); unas semanas más tarde, a mediados de agosto, la institución anunció por sorpresa un recorte de 15 puntos básicos del tipo de interés de sus préstamos bancarios a un año, hasta el 2,5%, el mayor ajuste desde 2020.
El flamante gobernador del BPC ha mantenido además este viernes un encuentro en Pekín con la directora ejecutiva del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva. “Espero seguir profundizando nuestro compromiso con el BPC bajo su liderazgo para abordar los numerosos retos globales a los que nos enfrentamos”, ha escrito Georgieva en la red social X. La organización con sede en Washington prevé que la segunda economía del planeta crecerá un 5,2% este año, por encima del ajustado 3% del aún pandémico 2022.