Junto con la reducción histórica del 4,3% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial en 2020, uno de los estragos alarmantes que trajo consigo la pandemia ―y del que recién comienzan a visibilizarse sus consecuencias en el largo plazo― es el rezago educativo, que impactó de forma más sensible en regiones que ya tenían problemáticas socioeconómicas y políticas previas, como lo es para el caso de América Latina y el Caribe.
Especialistas auguran diversas consecuencias que pueden superar el ámbito cognitivo y de desarrollo personal en distintos niveles para la vida adulta futura de los estudiantes que cursaron periodos escolares a distancia. “Los estudiantes de hoy podrían perder en promedio hasta el 12% de sus ingresos futuros, derivado del atraso educativo provocado por la Covid-19. El déficit cognitivo en niños pequeños incluso podría representar una merma del 25% de sus ingresos cuando sean adultos”, según los estudios desarrollados sobre el impacto de la pandemia en el capital humano.
En perspectiva global, entre marzo de 2020 y marzo de 2022, un estudiante perdió en promedio casi un año de educación presencial debido al cierre de escuelas, escenario que para América Latina y el Caribe es aún más desfavorable. En tanto, los cierres escolares prolongados en la región se traducirían en un promedio de 1,5 años de aprendizaje perdidos.
A esto habría que añadir el hecho de que para toda la región, las tasas de matriculación y graduación suelen ser aún más bajas entre los hombres que entre las mujeres para la educación terciaria, especialmente en poblaciones rurales y socioeconómicamente desfavorecidas, en donde se tienen menos probabilidades de asistir a la escuela y en las que la deserción se explica por una activación temprana de la vida laboral. Y es probable que estas tasas se hayan reducido ulteriormente por efecto de la pandemia.
Darle vuelta a las adversidades
En el estudio que lleva por título Dos años después. Salvando a una generación, elaborado por el Banco Mundial y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), se apuntan cuatro medidas esenciales para recuperar aprendizajes en el corto plazo:
– Colocar la recuperación educativa en lo más alto de la agenda pública.
– Reintegrar a todos los niños y niñas que han abandonado la escuela y asegurar que permanezcan en ella.
– Recuperar el aprendizaje y asegurar el bienestar socioemocional de los niños y niñas.
– Valorar, apoyar y formar a las y los docentes.
A su vez, la agenda para recuperar el aprendizaje debe priorizar las habilidades fundamentales en lectura y matemáticas, evaluar el nivel de aprendizaje, y poner en marcha estrategias y programas de recuperación del aprendizaje a gran escala.
Estas cuatro medidas fueron también parte de una declaración regional para proteger y recuperar el aprendizaje que se lanzó el 2 de junio de 2022 con el apoyo de cuatro presidentes de la región.
Recuperar aprendiendo
Afortunadamente, en esta historia los esfuerzos y ejemplos de que el trabajo conjunto cambia realidades no paran. Recientemente se lanzó con varios Gobiernos latinoamericanos en un evento regional en Colombia la iniciativa Un compromiso de acción, con el objetivo de garantizar los aprendizajes básicos de los niños y niñas, esfuerzo que se suma a la declaración regional para proteger y recuperar el aprendizaje. También se estuvieron compartiendo en ese evento buenas prácticas para la recuperación educativa que muchos países ya han estado implementando.
Ante este esfuerzo conjunto, Emanuela Di Gropello, experta en educación para el Banco Mundial, sostiene que la pandemia y sus efectos pueden también representar un momento idóneo para crear un nuevo espacio, en donde la educación de la región no solamente se recupere sino también pueda fortalecerse.
Desde esta perspectiva, se pueden quizás destacar cuatro retos para acelerar el aprendizaje en el futuro:
1. Mejorar la preparación para aprender. Fomentar habilidades básicas de lectura, escritura y matemáticas antes de la escolarización formal, con el objetivo de aumentar la calidad de desarrollo en la educación inicial.
2. Revisar el programa de estudio para reforzar habilidades de alfabetización. Hay que seguir priorizando las habilidades fundamentales también en la educación formal. Además, desde preescolar hasta los primeros grados de primaria, la llamada ciencia de la lectura ha desacreditado algunos métodos que se usaron por años y que aún se utilizan para enseñar a leer. Revisar por ejemplo la lectura global y modificarla es fundamental para erradicar la pobreza de aprendizaje en el largo plazo.
3. Mejorar la calidad y efectividad de los docentes. Proporcionar herramientas que fomenten el aprendizaje para que los alumnos alcancen su máximo potencial. Se recomiendan planes de clases estructurados y guionados, además de libros de texto y recursos educativos para mejorar la enseñanza.
4. Reenfocar la gestión escolar hacia el desarrollo de habilidades básicas. Algunos aspectos que podrían orientar el reenfoque de gestión escolar hacia el aprendizaje son: dar apoyo técnico al equipo directivo de la escuela; implementar sistemas individualizados de seguimiento y evaluación formativa; proporcionar recursos básicos para programas efectivos de enseñanza y capacitación, y permitir cierta flexibilidad a nivel escolar y distrital para poder enfocarse en el aprendizaje.
Di Gropello es enfática en el hecho de que América Latina puede aprovechar estas oportunidades, que se complementan unas a otras para construir sistemas educativos mejores de los que se tenían antes.
La nivelación del aprendizaje es un reto urgente, si bien complejo y multifactorial, realizable. Además de la revisión de programas, habilidades y técnicas, la implementación de medidas gubernamentales, planes y estrategias educativas, así como una capacitación docente mucho más adecuada y enfocada, es necesario un monitoreo permanente de la salud y el bienestar psicosocial de los involucrados para poder lograrlo de forma eficaz; con un efecto inmediato y una visión a largo plazo.