Muchas personas que conozco están esperando, con paciencia o sin ella, a que la vida regrese a la normalidad. Ansiamos el día en que podamos vivir de nuevo sin miedo a un virus mortal que está al acecho e interrumpe los eventos sociales y culturales, los viajes, la educación y los hitos de la vida que una vez perdidos, jamás se pueden recuperar.
Además, muchas personas siguen paralizadas por la desesperanza derivada de la muerte de seres queridos, así como por la pérdida de empleos, negocios, viviendas, ingresos e incluso el sueño. Muchos nos preguntamos: ¿cómo se supone que superaremos tantos obstáculos que nos impiden avanzar?
Una solución es recurrir a una característica milenaria que nos permite enfrentar la adversidad: la resiliencia, que es la habilidad de tolerar las dificultades, “porque si no eres fuerte, te quiebras”, afirmó Pauline Boss, profesora emérita de la Universidad de Minnesota y autora del libro The Myth of Closure, que acaba de publicarse. Boss, una terapeuta familiar, educadora e investigadora, es más conocida por su labor pionera en torno a la “pérdida ambigua”, un término que también es el título de su libro de 1999, que describe pérdidas físicas o emocionales inconclusas, y a menudo irresolubles.
“Cuando la pandemia se disipe, las cosas no volverán a la ‘normalidad’”, afirma Boss, quien a sus 87 años ha vivido múltiples turbulencias, empezando por la Segunda Guerra Mundial. Con todo lo que ha sucedido durante la pandemia, escribió, “no podemos esperar que todo vuelva a la normalidad que solíamos tener”.
En una entrevista, me dijo: “La normalidad implica un statu quo, pero todo está en constante cambio, y si no cambias, no creces. Nunca volveremos a ser los mismos. La pandemia es un suceso épico, un poder más grande que nosotros, y debemos ser lo suficientemente flexibles y resilientes para adaptarnos y sobrevivir. Y sobreviviremos, pero nuestras vidas cambiarán para siempre”.
La resiliencia nos permite adaptarnos al estrés y mantener nuestro equilibrio ante la adversidad. “Cuando las personas resilientes enfrentan una crisis que les arrebata la capacidad de controlar su vida, buscan algo que sí pueden controlar”, explicó Boss. “Al inicio de la pandemia, muchas personas decidieron hornear pan, cocinar en casa y limpiar sus cajones como tareas que podían controlar. Estos fueron mecanismos funcionales de supervivencia”.
Sin embargo, agregó, si las personas no logran adaptarse cuando enfrentan un problema que no pueden resolver, “suelen recurrir a soluciones absolutas que son disfuncionales, y hacen declaraciones como: ‘La pandemia es un engaño’ y ‘No existe este virus’”.
Aunque la resiliencia suele considerarse un rasgo inherente a la personalidad que la gente tiene o no tiene, hay estudios que demuestran que es una característica que se puede aprender. Las personas pueden adoptar conductas, pensamientos y acciones que les ayuden a desarrollar la resiliencia, a cualquier edad.
Boss aseguró a los padres que sus hijos estarán bien, a pesar de los trastornos académicos y sociales relacionados con la pandemia. “Los niños son resilientes por naturaleza, y serán más fuertes por haber sobrevivido a este mal que les ha ocurrido. Se recuperarán y crecerán a partir de ello”.
Más que en los niños, “tenemos que centrarnos en los adultos”, dijo. “Esta generación de padres no se ha enfrentado a ninguna guerra mundial, a ninguna amenaza global” de esta envergadura. Muchos padres están teniendo dificultades, aunque le preocupa que algunos estén sobreprotegiendo a sus hijos, lo que puede erosionar su capacidad natural para resolver problemas y hacer frente a la adversidad.
Lo expresado por Boss me trajo a la mente las preocupaciones que mi marido y yo teníamos en 1980, cuando nuestros hijos gemelos de 10 años iban a inscribirse en una escuela secundaria pública donde el mal comportamiento y las amenazas físicas eran comunes. Los chicos rechazaron nuestra oferta de enviarlos a un colegio privado durante esos tumultuosos tres años, diciendo: “¿Qué aprenderíamos de la vida en un colegio privado?”.
Salir adelante
En su nuevo libro, Boss ofrece directrices para aumentar nuestra resiliencia, superar la adversidad y vivir bien pese a las pérdidas dolorosas. Ella cita a Viktor E. Frankl, un neurólogo, psiquiatra y autor austriaco que sobrevivió al Holocausto y escribió: “Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”. Ella recomienda que la gente use cada directriz según la considere necesaria, sin seguir un orden particular, dependiendo de las circunstancias.
Encuentra el sentido. La directriz más desafiante para muchas personas es encontrar el significado de un suceso, buscarle sentido a una pérdida, y cuando esto no es posible, tomar alguna clase de acción. Tal vez hacer justicia, servir a una causa o manifestarse para reparar algún daño. Cuando el hermano menor de Boss murió de poliomielitis, su familia afligida fue de puerta en puerta como parte de la organización March of Dimes, a fin de recaudar dinero para la investigación y el desarrollo de una vacuna.
Modifica tu propensión al control. En lugar de tratar de controlar el dolor de una pérdida, deja que la tristeza fluya, sigue adelante lo mejor que puedas y, con el tiempo, los altibajos serán cada vez menos frecuentes. “No tenemos el poder de destruir el virus, pero sí tenemos el poder de atenuar su impacto en nosotros”, escribió.
Reconstruye tu identidad. Otro método útil es adoptar una nueva identidad en sincronía con tus circunstancias actuales. Por ejemplo, cuando al esposo de Boss le diagnosticaron una enfermedad terminal, con el tiempo, su identidad cambió de una esposa a una cuidadora, y tras su muerte en 2020, poco a poco trató de visualizarse como una viuda.
Normaliza la ambivalencia. Cuando no hay claridad en una pérdida, es normal no saber cómo actuar. Pero Boss dice que lo mejor es no esperar a tener claridad; la duda puede conducir a la inacción y frenar el curso de la vida. Es mejor tomar decisiones imperfectas que no hacer nada.
Ajusta tu apego. Boss enfatiza que, en lugar de tratar de cortar de raíz tu apego a un ser querido fallecido, el objetivo debe ser mantener presente a esa persona en tu corazón y tu mente, y poco a poco reconstruir tu vida de una nueva manera, con un nuevo sentido de propósito, nuevos amigos o un nuevo proyecto. Acepta la realidad de la pérdida y poco a poco ajusta el apego que sientes hacia la persona fallecida. Sin embargo, afirma que “no hay necesidad de buscar un cierre absoluto, aunque se desarrollen otras relaciones”.
Descubre una nueva esperanza. Empieza a contemplar con esperanza algo nuevo que te permita seguir con tu vida de una nueva manera. Deja de esperar, actúa y busca nuevas conexiones que puedan minimizar el aislamiento y fomentar un tipo de apoyo que también nutra tu resiliencia.
Quizá el consejo más valioso de Boss con respecto a las pérdidas causadas por la pandemia es: “No deberíamos aspirar a regresar a lo que teníamos, sino a ver qué podemos crear ahora y en el futuro”. Sugiere hacer una lluvia de ideas con otras personas y estar dispuestos a probar cosas nuevas. “Anhela algo nuevo y propositivo que te sostenga y te brinde alegría por el resto de tu vida”.