¿Cómo se puede medir algo que ha sido noticia durante media década pero que sigue siendo difícil de cuantificar? Nos referimos a la polarización.
Incluso dentro de las ciencias sociales, la polarización lo abarca todo, desde la segregación racial hasta los niveles de cualificación laboral, pasando por la división de clases y la ideología política.
Los datos de Edelman sobre cuáles son los países más polarizados proceden de los resultados de una encuesta en la que se formulan a los encuestados dos preguntas muy sencillas:
¿Hasta qué punto está dividido su país?
¿Hasta qué punto está arraigada la división?
Las preguntas ayudan a sacar a la luz los problemas sociales a los que se enfrenta un país concreto y la falta de consenso en torno a ellos.
Si se comparan, se obtiene un gráfico. Un país situado en la esquina superior derecha del gráfico está “muy polarizado”. Los países situados más cerca de la parte inferior izquierda se consideran menos polarizados.
En el informe, Edelman identifica cuatro parámetros a vigilar y medir que ayudan a cuantificar la polarización:
1. Ansiedades económicas: ¿Estará mejor mi familia dentro de cinco años?
2. Desequilibrio institucional: El gobierno se considera poco ético e incompetente.
3. División de clases: Las personas con mayores ingresos confían más en las instituciones.
4. Batalla por la verdad: Cámaras de eco y poca confianza en los medios de comunicación.
Siguiendo las métricas de Edelman, los países con incertidumbre económica y desigualdad, así como con desconfianza institucional, son más propensos a la polarización. A continuación, analizamos los aspectos más destacados del gráfico.
Edelman señala que la polarización es a la vez “causa y consecuencia de la desconfianza”, creando un ciclo autorrealizador. Aparte de los cuatro parámetros mencionados, la preocupación por la erosión del civismo y el debilitamiento del tejido social también conducen a la polarización.