El monumental fracaso de la selección mexicana en Qatar ha dejado grietas en el negocio del fútbol en el país. La caída en fase de grupos desnuda la desorientación que cunde en la Federación Mexicana de Fútbol (FMF) que ha visto cómo cada una de sus decisiones ha llevado a la ruta del fallo. Desde la Liga hasta la selección e incluso a la televisión. Las dos cadenas que gestionan los derechos de transmisión en México, Televisa y TV Azteca, han contribuido para que en México no se hable del quinto partido, sino de un declive sin frenos.
En 2018 se empezó a gestar la desaparición del descenso en la Liga mexicana. En ese mismo año el presidente de la Federación, Decio de María, anunció que dejaría el cargo después de tres años y le dio el relevo a un antiguo empleado de Televisa, Yon de Luisa. Los dueños de los 18 clubes querían blindar las inversiones y evitar una caída a Segunda División donde los derechos de transmisión iban a ser menos. En 2020, en medio de la pandemia, se decidió eliminar el ascenso y el descenso debido a que no era sostenible económicamente, según aseguró el entonces presidente Enrique Bonilla. El principio básico de competencia se borró por completo en México. Ese mismo año asumió como presidente de la Liga MX un antiguo funcionario y político del PRI, Mikel Arriola.
El campeonato mexicano, a diferencia del europeo, se juega en dos torneos cortos de seis meses cada uno. Primero se trata de 17 fechas para determinar quiénes son los ocho mejores y luego jugar una serie de liguilla o playoffs para determinar al campeón. Una de las primeras medidas de Arriola fue incursionar en el campeonato mexicano la repesca, una forma para que los clubes tuviera una última oportunidad para clasificarse. Es decir: se podía clasificar el lugar 12 de la tabla y llegar a la final e incluso ganarla. La meritocracia no existe en este fútbol. “Como entrenador sí hay una excesiva presión por los resultados porque si tienes un par de partidos malos, ya están pensando en cambiarte. Todo entorpece los procesos que puedas tener con los chavos. Como entrenador tengo una base de jugadores jóvenes, trato de desarrollarla y si me va mal, llegará otro entrenador con otra visión”, dice a EL PAÍS Raúl Potro Gutiérrez, el entrenador que hizo campeón a México en el Mundial sub 17 en 2011.
El formato de la liguilla tiene hechizadas a las televisoras mexicanas porque elevan su rating con partidos de ida y vuelta que se vuelven decisivos. Cada decisión del fútbol mexicano, incluida la selección, tiene que pasar primero por los despachos de Televisa y TV Azteca. “Nosotros tenemos que tomar ejemplo de los países grandes en cuanto a las Ligas. El campeón es el que tiene más puntos y no por una liguilla. En México se han acostumbrado primero a pensar en el dinero y luego en el fútbol”, opina Abdón Calderón, histórico entrenador de porteros en el fútbol mexicano.
“Sería ideal que la Federación Mexicana y la Liga fueran autónomas de Televisa y TV Azteca. Mientras que las dos televisoras estén metidas vamos a seguir igual porque priorizan su negocio, la televisión. Manejan todo el fútbol, ponen al técnico de la selección, son las que aprueban el ascenso y descenso. Las televisoras deberían dedicarse a su negocio”, comenta a este diario Raúl Orvañanos, exfutbolista e histórico narrador. Ambas cadenas perderán millones de pesos al no transmitir lo que hubiese sido el partido de octavos de final. Alrededor de 200 millones de pesos, según ha informado el periodista John Sutcliffe. Además, de que los patrocinadores del Tri pronosticaban la exposición de sus marcas por lo menos un juego más.
Otro asunto que ha carcomido al desarrollo de nuevos talentos ha sido el número de futbolistas extranjeros en los equipos mexicanos. El reglamento permite a 10 futbolistas no nacidos en México formar parte de un club. Eso ha provocado una desbandada que ha limitado que los menores de 20 años no encuentren un lugar. “Apenas si están saliendo porteros jóvenes. Aparecen solo uno o dos. El portero joven con mejores posibilidades es Acevedo [26 años]. Pero no hay más porteros jóvenes consolidados en sus clubes. De los mejores está Rodolfo Cota, pero ya tiene 35 años”, dice Calderón.
Los jóvenes que no salen de los equipos tampoco llegan a las selecciones mexicanas juveniles. “En nuestros tiempos, el proyecto de jóvenes lo inició Néstor de la Torre. Reunió a todos los directores técnicos de la selección, se propuso la mejor formación para los equipos, la metodología y de ahí salió el tiempo exitoso de selecciones menores [campeones mundiales sub 17 en 2011, semifinales del Mundial sub 20 ese mismo año y la medalla de oro en 2012]. Creo que se debe encontrar el perfil de un entrenador que se acople a la estructura, no al revés como en el caso de Martino u Osorio. Pero debe haber una estructura”, considera Gutiérrez.
“Mi diagnóstico del fútbol mexicano es el mismo antes y después del Mundial. La actuación de nuestra selección es el reflejo de nuestra Liga. El formato de la Liga coarta el desarrollo de los chavos y no es competitiva para un país que quiera decir que tiene un fútbol serio”, refiere Orvañanos. Yon de Luisa apostó por Tata Martino porque tenía una gran capacidad del manejo del vestidor y experiencia. Su proceso se obstaculizó cuando perdió dos finales contra Estados Unidos y tenía problemas para resolver las eliminatorias. De Luisa confió en su trabajo más por una credibilidad a su gestión como presidente que por una apuesta de largo aliento. Al final, no le resultó.
El próximo entrenador, coinciden Gutiérrez y Orvañanos, debe ser mexicano “o alguien radicado en el país como fue La Volpe. La generación del 2022 estuvo mal dirigida, no era mala. El futbolista mexicano tiene todo para ser mejor, ¡pero ayúdenlo!”, lanza el comunicador. “Sería una buena elección porque ganarías tiempo. Osorio y Martino debieron tener tiempo para adaptarse”, suma el actual entrenador de Cruz Azul.
Ante el bochorno mexicano, los directivos han cerrado filas para reconocer sus errores. Su primera respuesta fue la de “anunciar que se hará un análisis” de lo sucedido en los próximos 60 días para ver si pueden echar atrás las decisiones que han lastrado el desempeño del Tri en Qatar. El único consuelo que les queda a los directivos es que para el Mundial de 2026 no habrá eliminatorias porque México, al ser anfitrión, ya está clasificado.