Sudáfrica (42,20%), Brasil (29,30%), Colombia (27,10%) e Italia (26%) encabezan la lista de los países con mayor porcentaje de jóvenes entre 15 y 29 años que no estudian, no cuentan con ninguna formación profesional y además están desempleados; conocidos como NEET, correspondiente a sus siglas en inglés, o NI NI en español. Países como Costa Rica (25,90%), Chile (23,40%), México (20,90%) y Argentina (20,40%) se suman a los 10 países con mayor porcentaje de NI NI.
Los cifras provienen de la última versión del informe Educación de un vistazo: Transición de la escuela al trabajo (Education at a Glance: Transition from school to work) publicado por la OCDE. El análisis incluye datos de la UNESCO, la OCDE y la EUROSTAT sobre la estructura, aspectos económicos y rendimiento de los sistemas educativos en las naciones miembros de la OCDE y en las economías vinculadas a la organización. Esta publicación analiza diversos aspectos de la educación que van desde la participación en el sistema educativo, la inversión económica en ella, el funcionamiento de los distintos sistemas y los resultados obtenidos. En relación a este último, el informe abarca distintos indicadores tales como la comparación del rendimiento de los estudiantes hasta la influencia de la educación en los ingresos y oportunidades laborales.
Según el informe Brasil, Grecia, Italia y Sudáfrica tienen el índice más alto de jóvenes que enfrentan un desempleo a largo plazo. Aproximadamente un 5% o más de los jóvenes entre 18 y 24 años en estos países se encontraban fuera del sistema educativo y habían estado sin empleo durante un período mínimo de 12 meses en el primer trimestre de 2021. Esta situación los coloca en una posición particularmente vulnerable ante el riesgo de quedar desvinculados a largo plazo del mercado laboral.
La proporción de jóvenes NI NI y su inactividad ha mantenido una relativa estabilidad en los últimos 15 años. En contraste, el porcentaje de jóvenes NI NI que se encuentran desempleados ha variado con el ciclo económico. Tras la crisis financiera de 2008, en el primer trimestre del 2013 se registró la tasa más alta de NI NI desempleados alcanzando el 9.6% entre los jóvenes de 25 a 29 años en los países de la OCDE. Posteriormente, el desempleo entre los adultos jóvenes comenzó a disminuir hasta que la pandemia de COVID-19 generó nuevos desafíos.
La cantidad de jóvenes en la categoría NI NI es un indicador clave para evaluar la transición de la educación al ámbito laboral. En los países pertenecientes a la OCDE, aproximadamente un 16.1% de los jóvenes de 18 a 24 años se ubican en esta categoría. Mientras, en naciones como Chile, Colombia, Costa Rica, Italia y Turquía, esta proporción supera el 25%. Prevenir la caída de los jóvenes en esta condición y minimizar su tiempo de inactividad en términos de empleo, educación o formación se convierte en un objetivo esencial. Es importante destacar que los jóvenes que quedan en esta situación no solo pierden oportunidades inmediatas de aprendizaje y empleo, sino que también enfrentan consecuencias de largo plazo.
La educación, formación profesional y empleabilidad permiten a cada persona insertarse en el mercado laboral y así alcanzar su autonomía. Actualmente, los jóvenes son los principales afectados por los altos índices de desempleo en varios países. Hay que destacar que cuando se analiza la inserción laboral y los ingresos de aquellos que disponen título secundario, en comparación de quienes aún no lo han finalizado, se nota como el mercado laboral valora más a quienes ya se han egresado tanto en el tipo de trabajo como en la remuneración, como en las posibilidades de acceder a estudios superiores.
Tal como expone el informe, no tener empleo puede generar consecuencias que persistan en el tiempo, especialmente en personas que experimentan largos períodos de desempleo o inactividad y se desaniman. Los NI NI preocupan en términos políticos por el impacto negativo en las expectativas del mercado laboral y los resultados sociales.
Estos datos inquietan porque muchos jóvenes no pueden conseguir trabajo y quedan marginados del mercado, sumado al riesgo que corren de quedar excluidos socialmente. Se convierten en individuos “inactivos” con ingresos por debajo de la línea de la pobreza que no disponen de recursos ni habilidades para mejorar su situación económica.