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En realidad, la consulta popular fue un éxito

Con tan solo 7 millones de votantes la consulta popular demostró que cuando el presidente y su partido, Morena, no ofrecen ideas tangibles, incluso sus partidarios no salen a votar.

Como mecanismo de participación ciudadana, la consulta popular es un ejercicio muy positivo para México porque es un paso a favor de una democracia más participativa y directa.

Es la primera vez que una consulta, una figura inscrita en la Constitución, es organizada por el INE, con el apoyo de 287.000 funcionarios de casilla y 57.000 mesas de consulta. De haber votado el 40 por ciento del electorado, había la posibilidad de que su resultado fuera vinculante. Esta opción antes no existía.

Sin embargo, el hito no fue un éxito histórico, al menos no como lo esperaba López Obrador. De los 93,5 millones de ciudadanos convocados a votar, solo el 7% de los mexicanos lo hicieron.

Aunque el ejercicio fuese un acto fallido de participación, fue un triunfo importante en otro aspecto: reveló que el votante mexicano esta dispuesto a darle la espalda a los deseos del partido de López Obrador o a cualquier plataforma que no ofrezca soluciones concretas, claras y asequibles para cambiar la realidad de México. La consulta, que presentaba una pregunta vaga y vinculaciones mas imprecisas aun, no ofreció ninguna de esas tres cosas.

El ejercicio demostró al final una gran madurez del electorado y la salud de la democracia. Evidencio la capacidad del Estado de organizar consultas populares de alta complejidad, pero también demostró que los resultados sirven para desterrar la idea simplista de que el votante pro-AMLO esta hipnotizado ante todo lo que el presidente proponga.

Entre analistas nacionales e internacionales se repite el casi-dogma que la democracia mexicana esta en riesgo, que el gobierno de López Obrador inicio la transformación del país en un régimen autocrático. Las voces quienes sacan los fantasmas de Venezuela y que consideran que, con su carisma y su arrastre político, el presidente de México llevara al país hacia una dictadura.

La consulta demostró que esos temores son injustificados. La base de López Obrador es amplia pero el votante mexicano no es un grupo de seguidores monolíticos que apoyaran a cualquier proyecto del presidente.

El elector ha demostrado ser diversificado y cauto en dosificar su apoyo. El día de la consulta demostró su capacidad de separar actos de comunicación política de plataformas programáticas, y su rechazo a seguirle el juego a López Obrador.

El entusiasmo que genera Morena no esta ligado a López Obrador sino a los valores, aspiraciones y creencias que el representa: la legitima esperanza de muchos mexicanos de que el puede reducir la desigualdad y mejorar las condiciones de vida de los mas pobres. La consulta no representaba una propuesta tangible en ese sentido. Tampoco plantea una solución a los eternos problemas del país: La corrupción y la falta de transparencia.

Muchas de las ideas de López Obrador sí generan entusiasmo: su impulso al aumento de los salarios, su apoyo por medio de becas a estudiantes de nivel básico, su intención de rescatar el campo y volverlo más productivo, su respaldo a la aplicación de las leyes laborales y al resurgimiento de un nuevo sindicalismo. Una parte importante de los mexicanos incluso está a favor de sus medidas de austeridad, en las que ven una forma de erradicar los despilfarros de recursos de gobiernos anteriores.

Irónicamente, la principal razón por la que la consulta no generó entusiasmo fue por la forma en la que fue hecha, que es, en gran medida, un reflejo del estilo de gobierno de López Obrador. Descuidado y poco interesado en seguir las minucias del marco legal, el presidente mexicano originalmente planteó una consulta popular con una pregunta que era inconstitucional: enjuiciar o no a expresidentes. El resultado fue un cambio de redacción desde la Corte del que surgió un Frankenstein legal: una nueva pregunta que sí era constitucional pero ininteligible.

El talón de Aquiles de la consulta fue la falta de interés en seguir el marco legal y la búsqueda del rédito político a toda costa.

No es la primera vez que esto le pasa a López Obrador. Su descuido en la ejecución de programas sociales ha hecho que varios de estos no tengan efectividad. Su falta de atención al marco legal ha causado que partes importantes de su ley de austeridad sean rechazadas por la Corte. Las adquisiciones de medicinas de su gobierno también han fallado porque los nuevos modelos de compra no eran viables.

Hoy, López Obrador dijo que “no descarta la posibilidad de que haya juicios” porque “la autoridad tiene en todo momento el derecho de actuar cuando se trata de asuntos judiciales”. “La consulta”, aseguró, “más que nada, era para iniciar procesos”. Es decir, de alguna manera aceptó que la consulta no era realmente necesaria.

La consulta le ha dado a AMLO y a Morena dos nuevas lecciones: ni sus seguidores están dispuestos a respaldarlo en sus empresas más improvisadas y el marco legal en una democracia es esencial para hacer los cambios que ha prometido.

El gran éxito de la consulta es mostrar que sin ideas concretas no hay movimiento, que sin entusiasmo la gente no sale a votar, que López Obrador no es invencible. Y todo esto es un éxito para la democracia.