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Las misiones medicas cubanas en México durante la pandemia fueron un rotundo fracaso

Hasta hace poco había en México alrededor de 800 trabajadores de la salud cubanos trabajando, se decía, en labores vinculadas con el combate a la pandemia de Covid-19.

Fueron contratados por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) y los gobiernos de la Ciudad de México y Veracruz. Según diversas fuentes, el gobierno cubano recibió 6.2 millones de dólares del gobierno de la Ciudad de México y 2 millones de dólares del gobierno de Veracruz por los servicios proporcionados.

El trabajo de estos médicos y enfermeras, que no cubrieron los requisitos legales para ejercer su profesión en México, lo facilitó la publicación de un acuerdo que apareció el 24 de abril de 2020 en el Diario Oficial de la Federación vinculado con la declaración de emergencia nacional por la pandemia. Dicho acuerdo avala la contratación de médicos y enfermeras de otros países que no han revalidado sus estudios en México por el tiempo que dure la contingencia sanitaria.

Hay tres problemas relacionados con la labor que desarrollaron los trabajadores de la salud cubanos en territorio mexicano durante la pandemia de covid-19:

1. La existencia de un alto nivel de subempleo y desempleo entre los médicos mexicanos quienes, al ser desplazados por los médicos cubanos, se sintieron, con razón, discriminados.

2. La aceptación por parte de las autoridades mexicanas de las condiciones de trabajo imperantes en las misiones médicas internacionales cubanas, violatorias de los derechos humanos y laborales de sus trabajadores.

3. La impresión de que los médicos y enfermeras cubanos, mal capacitados, en nada contribuyeron a combatir la pandemia de covid-19.

El propósito de este artículo es discutir las tres inquietudes señaladas en los párrafos anteriores. El mensaje principal es que las misiones médicas cubanas no contribuyeron en nada al combate a la pandemia de covid-19 en México, por lo que el dinero que se le pagó al gobierno de Cuba por sus servicios terminó siendo una afrenta a los médicos mexicanos y un subsidio directo a un régimen que viola los derechos humanos y laborales de sus trabajadores de la salud.

Origen y evolución de las brigadas médicas internacionales cubanas

Las brigadas médicas internacionales se empezaron a movilizar en Cuba al poco tiempo del triunfo de la revolución de 1959, primero en apoyo a Chile —durante el terremoto más potente registrado en la historia de la humanidad, que devastó la ciudad universitaria de Valdivia en 1960— y más tarde en apoyo a Argelia —que sufrió un éxodo masivo de médicos después de su independencia en 1963—.  A esto le siguieron las brigadas médicas que apoyaron los movimientos de liberación nacional de Guinea-Bisáu y Angola, y la Revolución Sandinista de Nicaragua.

Cuba también envió misiones médicas a diversos países que sufrieron desastres naturales: a Nicaragua e Irán tras los terremotos que azotaron a esos países en 1972 y 1990, respectivamente; a Honduras, Guatemala y Haití en 1998 después de los huracanes Mitch y George; a Venezuela después de las tormentas de 1999, y a Indonesia tras el tsunami de 2004.

A partir de los años ochenta del siglo pasado, sin embargo, las misiones empezaron a perseguir sobre todo objetivos comerciales más que humanitarios y geopolíticos. De hecho, su número creció tras la caída del Muro de Berlín en respuesta al colapso de los subsidios que Cuba recibía de la Unión Soviética y la extinción de los tratados comerciales preferenciales que el gobierno de la isla había establecido con los países socialistas de Europa oriental. En 1996 llegaron a Sudáfrica y más tarde a Cabo Verde, Costa de Marfil, Gambia, Guinea Ecuatorial, Mozambique y Zambia.

El momento de inflexión de este proceso, no obstante, se produjo con el programa de cooperación que Cuba estableció con Venezuela a principios de siglo conocido como Médicos por Petróleo. Este programa supuso la exportación de más de 30 000 trabajadores de la salud cubanos a Venezuela a cambio de 100 000 barriles de petróleo diario —la mitad del consumo de petróleo en la isla—, cuyo valor ascendía a 3.2 mil millones de dólares anuales.

Las siguientes olas de exportación tuvieron como destino Bolivia, Ecuador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua y, de manera destacada, Brasil. En 2013, la presidenta brasileña Dilma Rousseff anunció la contratación de 4000 médicos cubanos para proporcionar atención médica en las zonas rurales pobres de Brasil a través del programa Mais Médicos. El número de médicos cubanos en este país aumentó año con año hasta alcanzar la cifra de 15 000 en 2018.

Se estima que la mitad de los médicos cubanos —no menos de 35 000— trabajan en más de 70 países de Asia, África, América Latina e incluso Europa. De acuerdo con el ministro de Comercio de Cuba, la exportación de servicios médicos es la principal fuente de divisas de este país, por arriba del azúcar, el tabaco, el níquel, el turismo y las remesas.

El comercio de servicios de salud —que incluye el movimiento transfronterizo de trabajadores de la salud— se ha convertido en un fenómeno global que genera grandes beneficios económicos a los países exportadores.

En principio, no tiene nada de cuestionable el que Cuba rente su excedente de médicos y enfermeras a otros países. India, Filipinas y Malasia, por ejemplo, desde hace décadas exportan miles de médicos y enfermeras a Europa y Estados Unidos. El problema son las condiciones en las que Cuba lo está haciendo. Esta exportación de servicios médicos, que el gobierno cubano insiste en llamar “internacionalismo proletario” o “apoyo solidario”, se está llevando a cabo violando los derechos humanos y laborales de estos trabajadores de la salud.

La exportación de médicos cubanos a Brasil es el caso que hasta hoy mejor se ha documentado. El gobierno de Brasil les pagaba a los médicos cubanos que trabajan en Mais Médicos un salario mensual de 4400 dólares. Sin embargo, los médicos sólo recibían 1000 dólares al mes, 600 de los cuales se les depositaban en cuentas en Cuba a las que tenían acceso hasta que regresaban a su país al final de su misión. El resto, 3400 dólares mensuales, se lo apropiaba el gobierno cubano en un acto que legalmente puede considerarse “retención indebida de salario” y que se tipifica como delito penal.

Además, están las prohibiciones y la vigilancia continua. A los médicos de las misiones se les impide viajar con su familia; se les retiene el pasaporte durante el tiempo de su misión; se les prohíbe conducir un auto; se les exige solicitar autorización para viajar fuera de su jurisdicción, y no se les permite hablar con periodistas o diplomáticos. De hecho, los miembros de las misiones tienen la obligación de reportar a sus superiores sus relaciones amorosas.

Los agentes de seguridad del gobierno cubano —llamados “jurídicos”— son los responsables de garantizar el apego a estas reglas. Las faltas se castigan con penas que van desde llamadas de atención y la incautación de una parte del salario hasta la expulsión de la misión y el retorno inmediato a la isla.

Los gobiernos cubano y brasileño, y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) han sido acusados de tráfico de personas y demandados en cortes brasileñas y estadunidenses. Según diversos medios, la OPS apoyó a Cuba en la contratación de los médicos cubanos en Brasil. Los demandantes alegan que la OPS “conspiró” con los gobiernos de Cuba y Brasil para hacerlos trabajar de manera forzada. En las demandas se señala que la OPS habría obtenido, además, una comisión de 5 % de los recursos que recibió Cuba de Mais Médicos, alrededor de 75 millones de dólares.

La validez legal de estas demandas fue recientemente ratificada por una corte federal de Washington, D.C., que rechazó una petición de la OPS para desestimarlas. Dicha corte refutó el argumento de que la OPS goza de protecciones especiales bajo la Carta de la ONU o la Constitución de la Organización Mundial de la Salud que impiden su enjuiciamiento en tribunales estadunidenses.

El programa Mais Médicos llegó a su fin en 2018, poco después de que el recién electo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, anunciara en un tuit que impondría ciertas condiciones a su continuidad:

“Condicionamos la continuidad del programa Mais Médicos a la aplicación del test de capacitación, el pago del sueldo íntegro a los profesionales cubanos, hoy día destinado en su mayor parte a la dictadura, y a la libertad de traer a sus familias.”

El gobierno cubano rechazó estas condiciones y anunció la cancelación del acuerdo con Brasil. A los pocos días, el gobierno brasileño declaró que ofrecería asilo a los médicos cubanos que no quisieran regresar a su país.

Parece que el siguiente capítulo de la saga de las brigadas médicas internacionales cubanas se montará en territorio mexicano. Así lo anticipa la reciente contratación en México de cientos de médicos y enfermeras cubanos que llegaron a apoyar en la lucha contra la pandemia de covid-19.

Primera oleada de médicos cubanos en México

Hay por lo menos dos experiencias de exportación de servicios médicos de Cuba a México que se dieron antes de la pandemia. La primera fue la contratación de trabajadores cubanos por el gobierno del estado de Michoacán la primera década de este siglo. La segunda fue la llamada Misión Milagro, que crearon de manera conjunta los gobiernos de Cuba y Venezuela en 2004, y que operó en México en la primera década del siglo XXI.

La primera oleada de trabajadores cubanos en México se produjo en Michoacán, durante la administración del gobernador Lázaro Cárdenas Batel (2002-2008), nieto del expresidente Lázaro Cárdenas del Río e hijo del exgobernador de Michoacán y exjefe de gobierno del Distrito Federal, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

Cárdenas Batel estudió en el Instituto Superior de Arte de La Habana y desde hace décadas ha mantenido una estrecha relación con el gobierno cubano. Como gobernador de Michoacán contrató a cientos de cubanos que ocuparon plazas de asesores en sus oficinas de gobierno y en las secretarías estatales de educación y salud.

En el área de educación, los asesores cubanos participaron en el Programa de Educación Integral que tenía un componente de alfabetización de adultos. Este programa fue calificado por varias auditorías como “fantasma”.

Inicialmente se dijo que el gobierno cubano había recibido 30 millones de pesos por la contratación de los asesores de ese programa. Con esos recursos, señaló un vocero del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, se hubieran podido contratar a 500 maestros michoacanos durante un año. Pero, además, una auditoría a cargo de la Facultad de Contaduría de la Universidad Michoacana puso en evidencia que el gobierno de Cárdenas Batel había gastado no 30 sino 100 millones de pesos en el mencionado programa y que no existían documentos que justificaran ni el ejercicio de los recursos ni los resultados. 

Aunque no hubo médicos en tareas curativas trabajando para el gobierno de Cárdenas, porque hubieran tenido que revalidar sus estudios para poder ejercer en México, varios galenos funcionaron como asesores de su gobierno en diversos programas de salud.

Misión Milagro, creada en 2004 por los gobiernos de Cuba y Venezuela, fue el segundo componente de esa primera oleada de exportación de servicios médicos de Cuba a México. El objetivo de este programa ha sido llevar a Venezuela, Bolivia y Argentina a personas de bajos recursos de América Latina con problemas oculares —sobre todo a personas con cataratas y pterigión— para operarlas en esos países utilizando equipos de oftalmólogos cubanos. Ha sido una iniciativa humanitaria con fines propagandísticos cuyo décimo sexto aniversario acaba de celebrar el presidente Maduro. Según los responsables del programa, Misión Milagro ha operado, a la fecha, a 6 millones de latinoamericanos y caribeños.

Misión Milagro trató de establecer en México una de sus sedes, pero no pudo hacerlo porque a los médicos cubanos se les exigió que revalidaran sus estudios. El programa, además, resultaba irrelevante, ya que casi todos los servicios que ofrecía estaban cubiertos por el Seguro Popular.

Hasta 2012, el Seguro Popular había reportado el financiamiento de más 35 000 operaciones de cataratas. Esto no impidió que diversos gobiernos estatales (Distrito Federal, Hidalgo, Michoacán, Tamaulipas) enviaran a personas de bajos recursos a Bolivia y Venezuela a operarse. Según los informes del programa, Misión Milagro ha beneficiado a la fecha a 11 900 mexicanos.

Segunda oleada de médicos cubanos en México

La segunda oleada de médicos cubanos en México empezó en 2020. La punta de lanza fueron los médicos que llegaron a territorio mexicano el 6 de abril a apoyar en la lucha contra la pandemia de covid-19. A la pregunta de la prensa sobre la necesidad de traer médicos cubanos, Hugo López-Gatell, subsecretario de salud y zar de la lucha contra el Covid-19 en México, respondió: “La enorme experiencia que tienen los miembros del equipo de salud de la República de Cuba en salud pública en este momento es vital”.

Se sabe que las negociaciones entre los gobiernos de México y Cuba para traer a las misiones cubanas empezaron desde 2019 y estuvieron encabezadas por el exgobernador Lázaro Cárdenas Batel, ahora coordinador de asesores del presidente López Obrador. Esta labor la facilitó su largo y productivo vínculo con el gobierno de Cuba y su cercana relación con los dirigentes del Partido del Trabajo de Brasil, con quienes había discutido la posibilidad de adaptar el programa Mais Médicos a la realidad mexicana.

Se dice que Cárdenas Batel contó además con el apoyo del dentista cubano Joaquín Molina Leza, exfuncionario de la OPS y exrepresentante de esta organización en Brasil, y hoy responsable de la Unidad de Análisis Estratégico y Evaluación del Insabi. Durante su estancia en aquel país sudamericano, Molina Leza fue uno de los artífices de la implantación de Mais Médicos.

Después del anuncio del presidente López Obrador sobre una posible solicitud de ayuda al gobierno de Cuba para enfrentar el coronavirus en el país, el 6 de abril llegaron a México diez médicos cubanos. El gobierno federal, en el inicio de lo que sería una serie de declaraciones confusas y contradictorias sobre este tema, aseguró que estos médicos no prestarían servicios clínicos a la población, sino que simplemente fungirían como asesores en materia de política pública.

Un mes después se supo que el número de médicos cubanos en territorio mexicano había aumentado considerablemente. Una nota aparecida en el periódico Reforma el 8 de mayo señala:

Aunque la Secretaría de Relaciones Exteriores afirmó que los cubanos no prestarán servicios médicos a la población […] ya suman 720 los profesionales de la salud procedentes de la isla que han llegado a México y que están apoyando en hospitales.

El 21 de mayo llegaron al puerto de Veracruz 200 trabajadores de la salud cubanos procedentes de la capital. Se anunció que su estancia sería de tres meses y que los gastos de alimentación y hospedaje correrían por cuenta de los gobiernos municipales de los sitios en donde trabajarían.

No fue sino hasta el 8 de junio que el gobierno de México empezó aclarar las condiciones en las que habían sido contratados estos médicos y enfermeras cubanos. La secretaria de Salud de la Ciudad de México anunció en una entrevista que, gracias a un convenio por 6.2 millones de dólares firmado por el Insabi y las Secretarías de Salud y de Administración y Finanzas de la Ciudad de México, había sido posible contratar a 582 médicos y enfermeras cubanos que habían llegado a la capital del país el 27 de abril. En contra de lo declarado unos meses antes, la funcionaria señaló que estos médicos realizarían actividades de atención directa a pacientes de covid-19 y tareas de capacitación, investigación y monitoreo epidemiológico.

Por su parte, en Veracruz, la presencia de los trabajadores cubanos se había formalizado desde febrero mediante un Acuerdo de Cooperación Bilateral que establecieron la Secretaría de Salud y el Organismo Público Descentralizado Servicios de Salud de Veracruz y el Ministerio de Salud Pública de la República de Cuba, así como el Convenio de Colaboración para apoyar la Atención de la Epidemia originada por el virus SARS-CoV-2 suscrito por el Insabi y el Gobierno de Veracruz, en el cual se estableció una aportación federal por 40 millones de pesos (casi 2 millones de dólares).

En su informe de gobierno de septiembre de 2020, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, señaló que había 578 trabajadores de la salud cubanos trabajando en la ciudad: dos pediatras intensivistas, siete intensivistas generales, 99 enfermeras intensivistas, 10 electro médicos, 14 epidemiólogos, 250 médicos generales y 196 enfermeras generales. El informe menciona que estos trabajadores se concentraron en los cuatro hospitales covid-19 reconvertidos (Belisario Domínguez, Enrique Cabrera, Tláhuac y Pediátrico de la Villa). Quedó claro que en este grupo sólo había nueve médicos con la formación necesaria para atender a los pacientes con covid-19. El resto de esos 578 trabajadores contaban con habilidades que abundan en el mercado de trabajo médico y de enfermería de la Ciudad de México y del país. Nada se dice en el informe sobre las tareas de capacitación, asesoría e investigación que supuestamente realizaron estos trabajadores. Tampoco se hace referencia a la labor que desarrollaron los otros 142 trabajadores de la salud contratados.

En diciembre de 2020, en medio de un nuevo pico de hospitalizaciones por covid-19, la jefa de Gobierno anunció la llegada de un nuevo grupo de médicos cubanos. Al igual que con las brigadas anteriores, hubo mucha opacidad sobre el número y tipo de trabajadores que llegaron, y sobre los hospitales a los que habían sido asignados. Se dijo que el Hospital General de Tláhuac recibiría médicos cubanos. También se supo que algunos de ellos prestarían sus servicios en las unidades de hospitalización temporal Chivatito y Sexto Batallón de Morteros, ambos, hospitales militares.

Contratación de médicos cubanos en un marco de subempleo y desempleo de médicos mexicanos

De acuerdo con estimaciones realizadas por investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública, en México hay 52 000 médicos desempleados y subempleados. Habiendo esta mano de obra disponible, la pregunta que inevitablemente surgió con la llegada de los médicos cubanos fue la siguiente: ¿por qué el gobierno mexicano recurrió a médicos extranjeros para combatir la pandemia de covid-19? Una posible respuesta es porque estos médicos cuentan con experiencia y ciertas habilidades, indispensables en esa contingencia, que son escasas en el medio mexicano.

Cuando se anunció la llegada de las misiones cubanas para apoyar en el combate a la pandemia de covid-19 se pensó que llegarían sobre todo neumólogos e intensivistas. Pero no fue así. Como ya se señaló, sólo arribaron un puñado de especialistas acompañados de varios cientos de médicos y enfermeras generales que no cuentan con ninguna destreza especial y que realizaron tareas comunitarias muy básicas. Cualquier médico mexicano desempleado podría haber realizado las labores que desempeñaron en la Ciudad de México y Veracruz la abrumadora mayoría de los médicos y enfermeras de las misiones internacionales cubanas.

En una carta firmada por doce presidentes de colegios, asociaciones y federaciones de médicos especialistas enviada al presidente López Obrador a mediados de junio de 2020, se señaló que la llegada de los médicos cubanos a México resultaba un agravio para el gremio médico mexicano: “[…] toda vez que estos médicos extranjeros no reúnen las competencias requeridas, no tienen funciones debidamente especificadas y no cuentan con los requisitos establecidos por las leyes vigentes”.

A esto habría que agregar que por cada trabajador de las misiones el gobierno cubano recibió un monto mayor al salario que reciben los médicos y enfermeras mexicanos. Dicho gobierno recibió 10 600 dólares por cada médico, enfermera o trabajador de la salud que laboró en la ciudad de México durante un periodo de diez meses, cuando un médico mexicano del Insabi o los Servicios Estatales de Salud recibe un sueldo promedio anual de 12 000 dólares. Las enfermeras en México ganan en promedio 5400 dólares al año. Los técnicos de la salud ganan mucho menos que eso.

Al igual que en la Ciudad de México, los médicos y enfermeras veracruzanos expresaron en diversos medios su inconformidad con el trabajo de sus homólogos cubanos, quejándose de los privilegios que recibieron en términos de salarios, horarios y comida. Estos reclamos se han repetido en prácticamente todos los países en los que han trabajado las misiones. De hecho, las asociaciones profesionales de Bolivia, Brasil, Ecuador, Panamá, Paraguay, Portugal, Trinidad y Tobago, Venezuela y Uruguay se han quejado de la falta de credenciales y experiencia de los trabajadores de la salud de las brigadas cubanas.

Violación de los derechos humanos y laborales de los médicos cubanos

Un segundo problema es que las autoridades mexicanas están aceptando implícitamente condiciones de trabajo en las misiones que vulneran los derechos laborales y humanos de los trabajadores de la salud cubanos. Como ya se señaló, los trabajadores de estas misiones sólo reciben como salario entre el 10 y el 25 % de lo que recibe el gobierno cubano por cada trabajador de una misión, y la mitad del dinero que perciben se deposita en cuentas en Cuba a las que sólo tienen acceso al término de su mandato. El resto de su salario se lo apropia el gobierno cubano en un acto considerado ilegal en casi todo del mundo. No hay razón para pensar que no sucedió lo mismo con los médicos y enfermeras que trabajaron en la Ciudad de México y el estado de Veracruz durante 2020 y parte de 2021.

Esto sin contar con las restricciones a la libertad de tránsito de estos trabajadores y la vigilancia continua por parte de agentes de seguridad que deben garantizar su buen comportamiento. Cualquier transgresión, como ya se mencionó, se castiga con penas que van desde reprimendas e incautación de una parte del salario hasta la separación de la misión.

La poca información disponible indica que los médicos y enfermeras de las misiones cubanas que estuvieron en México operaron bajo los mismos esquemas de control que se han utilizado en otros países. Todos se hospedaron en unos cuantos hoteles y se movieron de su sitio de hospedaje a su sitio de trabajo en autobuses asignados especialmente a ellos. El contacto con gente fuera de su ámbito laboral fue prácticamente nulo.

Muchos de los trabajadores de las misiones que han operado en otros países han optado por el exilio y han tenido que sufrir las consecuencias de su difícil decisión. Se calcula que más de 10 000 trabajadores de la salud cubanos han desertado y tienen prohibido volver a su país a reunirse con sus familias en ocho años porque se les considera “traidores a la patria”.

Pero estos trabajadores no se han quedado con los brazos cruzados. Como ya se dijo, varios de ellos han demandado a los gobiernos cubano, brasileño y venezolano por tráfico de personas.

La ONU también denunció recientemente el trabajo en estas misiones en una relatoría en la que se señala que:

Las condiciones de trabajo reportadas podrían considerarse “trabajo forzoso”, según los indicadores de trabajo forzoso establecidos por la Organización Internacional del Trabajo. El trabajo forzoso constituye una forma contemporánea de esclavitud.

Los señalamientos hechos al gobierno cubano por los médicos cubanos exiliados y por diversas organizaciones de derechos humanos en relación con las condiciones laborales de los trabajadores de la salud en las misiones fueron desestimados por la secretaria de Salud de la Ciudad de México en una entrevista realizada en junio de 2020. Dicha funcionaria señaló —haciendo uso del mismo lenguaje utilizado por la dictadura castrista— que los médicos y enfermeras cubanos hacían un trabajo voluntario y solidario.

¿Se habrá enterado que, poco después de esa entrevista, 622 médicos cubanos presentaron ante la Corte Penal Internacional una denuncia por esclavitud? De acuerdo con la investigación que sustenta dicha demanda, la mayoría de los miembros de las misiones no se ofrecieron como voluntarios, sino que fueron obligados a sumarse a ellas. Otros lo hicieron para evitar ser marcados políticamente, por temor a ser enviados a zonas remotas a trabajar o por miedo a perder su empleo. Finalmente, otros más se incorporaron a las misiones por razones estrictamente económicas porque su salario en Cuba les impide tener una vida digna.

Diversas organizaciones defensoras de los derechos humanos alertaron sobre el riesgo de darle cobijo a las misiones cubanas en México. En una nota en Twitter, el director para las Américas de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, preguntó:

¿Sabrá López Obrador que los médicos cubanos en México no tienen derechos? Sus pasaportes son retenidos por la embajada cubana; su familia cubana no los puede visitar; la mayor parte de lo que ganan lo reciben en Cuba si tienen buena conducta.

A las denuncias hechas por diversos organismos defensores de los derechos humanos ahora se suma la condena de la Unión Europea. En la Resolución del Parlamento Europeo sobre los derechos humanos y la situación política en Cuba, de fecha 9 de junio de 2021, dicho parlamento: “Condena las violaciones sistémicas de los derechos humanos y laborales cometidas por el Estado cubano contra su personal sanitario enviado a prestar servicios en el extranjero en misiones médicas”.

Otro duro golpe a la dictadura cubana fue la publicación del Informe sobre Trata de Personas 2021 del Departamento de Estado de Estados Unidos que se hizo público el 1 de julio. En él se señala que “hay fuertes indicios de trabajo forzoso” en las misiones médicas cubanas que operan en el extranjero. Por esta razón, el gobierno estadunidense incluyó a Cuba dentro de la lista de países que no hacen lo suficiente para combatir el tráfico de personas.

El riesgo que corren el gobierno mexicano y los funcionarios que firmaron los acuerdos que formalizaron la contratación de los trabajadores de las misiones médicas cubanas de terminar demandados no es despreciable. La retención indebida del salario y la trata de personas son consideradas violaciones que pueden llevar a los inculpados incluso a la cárcel. Las autoridades de los gobiernos de la Ciudad de México, el estado de Veracruz y el Insabi debieron haber sabido de la existencia de las demandas que han interpuesto los médicos cubanos que trabajaron en Brasil y Venezuela y se exiliaron. Pero hay otro riesgo, además del legal, que es el estigma. Ningún gobierno, ningún funcionario, ninguna persona quiere ser señalado por tráfico ilícito de personas.

¿Qué aportaron los médicos cubanos en la lucha contra la pandemia?

El tercer problema de las misiones cubanas es que, a juicio de muchos, su trabajo resultó irrelevante, no sólo porque sus médicos y enfermeras no contaban con la capacitación necesaria para atender a los pacientes con covid-19, sino porque, tal vez por esta misma razón, se involucraron exclusivamente en tareas menores y mostraron muy poca disposición a cooperar. Esto contrasta con lo que sucedió sobre todo en Venezuela y Brasil, en donde los trabajadores de la salud cubanos trabajaron en sitios apartados e incluso peligrosos, y tenían enormes cargas de trabajo y responsabilidades.

En el puerto de Veracruz, la secretaria de Honor y Justicia del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Secretaría de Salud —y enfermera en el Hospital Regional de Alta Especialidad de Veracruz con 34 años de servicio— declaró a El Sol de Orizaba que el personal médico cubano representaba más un estorbo que una ayuda. “Se quejan de que vienen ganando mucho dinero [los médicos cubanos] y a ellos no les han dado ni un bono, les pagan comida, hoteles y hasta les pagan aparte”, señaló.

Un cirujano del Hospital General de Balbuena de la Ciudad de México señaló, en una entrevista para Radio Televisión Martí, que los médicos cubanos ganan más que sus pares mexicanos y no hacen nada: “Se quedan todo el día en el área de consulta externa y sólo dan vueltas por el hospital.”

Según una nota publicada el 20 de junio de 2020 en El Sol de México, en el Hospital Tláhuac de la Ciudad de México, el personal de salud se lamentó de que sus pares cubanos no conocieran ni siquiera los procedimientos más básicos de enfermería, como poner una venoclisis. “Es un hecho que no están preparados para apagar fuegos”, señaló una enfermera. Trabajadores de ese nosocomio comentaron que los médicos y enfermeras cubanos llegaban a las 7:00, pero se quedaban en el estacionamiento del hospital hasta dos horas o descansando en las carpas porque no tenían asignada ninguna tarea específica. Eran, además, los primeros en solicitar los kits de seguridad, a pesar de que nunca trabajaron en las áreas de atención de pacientes con covid-19.

Otro de los médicos de ese mismo hospital señaló que mientras ellos se enfrentaban a la epidemia, a los trabajadores de la salud cubanos se les veía paseando por los pasillos del hospital: “Nos vendieron una idea falsa en cuanto a los trabajadores que llegaban. Nos vendieron [que] venían a atender la emergencia, asesorar y casi enseñarnos, pero es personal que desconoce la atención médica”.

Estas quejas son consistentes con las denuncias del envío a las misiones internacionales de médicos y enfermeras que no han terminado su formación. De hecho, el trabajo en las misiones internacionales frecuentemente es un requisito para obtener en Cuba el título de médico cirujano, dentista o enfermera.

Otra de las razones por las que los médicos y enfermeras cubanos que llegaron a México no respondieron a lo esperado es que los trabajadores de la salud cubanos mejor capacitados ya habían sido enviados a misiones en países que ofrecían mejores dividendos económicos. De hecho, se sabe que Cuba mandó misiones para ayudar a combatir la pandemia de covid-19 a cerca de 40 países, incluyendo el Principado de Andorra e Italia.

Conclusiones

Las misiones médicas solidarias que tanta y buena fama le dieron a Cuba el siglo pasado hace tiempo que dejaron de existir. Su lugar lo ocupan misiones de carácter comercial que se convirtieron en la principal fuente de divisas de Cuba. Estas misiones están operadas por médicos, dentistas y enfermeras que trabajan en condiciones de esclavitud: vigilados continuamente por personal de seguridad de su gobierno, limitada su libertad de tránsito y despojados de la mayor parte de su salario. Esta situación está siendo crecientemente denunciada por varios gobiernos nacionales y agencias multinacionales, y en múltiples foros internacionales. No sería difícil que las críticas a este proyecto terminen por derrumbarlo.

Es claro que el siguiente gran capítulo de la saga de las misiones médicas cubanas se está montando en tierras mexicanas. Hay muchos datos que indican que los trabajadores de la salud cubanos no sólo vinieron a apoyar el combate a la pandemia de Covid-19 ―si es que algo hicieron en este sentido.  Al parecer son también parte de una amplia estrategia para financiar a la dictadura cubana y una operación política de largo plazo disfrazada de salud. De hecho, en medio de la pandemia y ya con las misiones cubanas trabajando en suelo mexicano, el 15 de diciembre de 2020 se anunció que 1000 médicos mexicanos que aprobaron el Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas harían su residencia en Cuba en las áreas de anatomía patológica, geriatría, medicina intensiva, medicina física y rehabilitación, psiquiatría y epidemiología. El gobierno mexicano pagará al gobierno cubano 38.9 millones de dólares por formar a estos residentes. Sin embargo, hasta febrero de 2021, sólo se habían inscrito a estas plazas 150 médicos mexicanos. ¿Será éste un nuevo subsidio al gobierno de Cuba? ¿Pagará el gobierno mexicano cantidades millonarias por servicios no recibidos o de mala calidad, como sucedió con los profesionistas cubanos que trabajaron en las misiones que llegaron a México a “apoyar” en el combate a la pandemia de covid-19? ¿Estarán los encargados de este programa de residencias y los miembros de los equipos de seguridad de las misiones asesorando también la creación de los Comités de Defensa de la 4T y otras operaciones políticas?

Estas preguntas difícilmente podrán contestarse en el corto plazo dado el hermetismo que existe alrededor de estos asuntos tanto en México como en Cuba. Lo que parece un hecho es que los vínculos entre los gobiernos de estos dos países en el campo de la salud se están fortaleciendo. El ex canciller mexicano Jorge Castañeda, gran conocedor del castrismo y su influencia en América Latina, señaló lo siguiente en respuesta a la pregunta de si los médicos y los programas de apoyo en salud cubanos llegaron a México para quedarse:

Habiendo seguido, estudiado y vivido la experiencia cubana desde principios de los años 70, y conociendo la enorme simpatía de López Obrador y de sus colaboradores por Fidel Castro y su legado, me temo que nos hallamos ante un tema que es todo menos efímero. Van en serio.