El huracán Milton se encamina a Florida. Desde las costas de la península de Yucatán en México, donde subió a categoría 5, bajó a categoría 4 y ha vuelto a subir a 5 en las últimas horas, cruzará el Golfo y se prevé que golpee de lleno en la zona de la bahía de Tampa en la tarde o noche del miércoles. A pesar de la recurrencia de los huracanes en Florida, esta zona no ha recibido un golpe directo de un ciclón en más de un siglo.
La comunidad científica no se ha sorprendido con la intensidad y la precocidad del huracán Milton. Esta tormenta se convirtió en huracán el 7 de octubre y alcanzó la máxima categoría de la escala Saffir-Simpson en menos de 24 horas. Se convierte así en el huracán de la temporada atlántica de 2024 y el que más rápidamente llega a la categoría cinco en el último siglo.
Kerry Emanuel, meteorólogo y profesor emérito de Ciencias Atmosféricas del Massachusetts Institute of Technology (MIT), es uno de los expertos a los que la situación no sorprende, ya que lleva décadas augurando un aumento en la sevicia de estos eventos climáticos como consecuencia del calentamiento global. Para él, Milton es un anticipo de lo que viene: “Esto confirma que las predicciones que hicimos hace años son correctas”.
Hace décadas, la comunidad científica ha correlacionado el aumento de la temperatura del mar con huracanes cada vez más intensos. Para que estos se produzcan, la temperatura oceánica tiene que llegar a los 26 °C, una cifra que alcanzó el Atlántico en mayo y que normalmente se percibía a partir de septiembre. El fenómeno de La Niña, junto con las emisiones de CO2 y aerosoles provocadas por la actividad humana, son los principales factores que han llevado a Milton a comportarse como si estuviéramos en septiembre. “Estamos presenciando un momento extremadamente atípico”, narra Rodney Martínez, representante de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) para Norteamérica, Centroamérica y el Caribe. UNICEF alerta que más de 3 millones de menores están en riesgo por el paso del huracán.
Recientemente, las predicciones de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) vislumbraron una temporada de ciclones tropicales que estaría “por encima de lo normal”. La entidad espera que se generen entre 17 y 25 tormentas con la suficiente potencia como para ser nombradas, de las cuales entre 8 y 13 podrían convertirse en huracanes y entre 4 y 7 podrían ser considerados mayores.
Es decir, superarán la categoría 3, con vientos de hasta 209 kilómetros por hora y olas de 3,6 metros de altura. Si se cumple este pronóstico, estaríamos hablando de casi el doble de huracanes en comparación con el promedio de años anteriores.
Rodney Martínez lamenta que el pronóstico pueda cumplirse. “Esto no tiene precedentes. La calidez del mar lleva rompiendo récords desde hace 14 meses”, explica por teléfono. La tendencia ahora, cuenta, es que estos valores continúen. “Ya vimos lo que pasó con Otis y estamos viendo algo incluso más intenso ahora. No parece que se vaya a revertir la situación”.
Aunque algunos científicos, y sobre todo políticos, son más cautelosos al señalar directamente al cambio climático como responsable, tanto Emanuel como Martínez son tajantes. “Es un problema del presente, no del futuro”, dice el investigador del MIT. Ellos no son los únicos. Un estudio de octubre de 2022 achaca el 10% de la lluvia que dejó ‘Ian’ en Florida a la crisis climática. Y la propia OMM, perteneciente a Naciones Unidas, reconoció que el calentamiento global llevará a un incremento en la proporción de huracanes más potentes. “La ciencia climática es cada vez más capaz de mostrar que muchos de estos eventos extremos que estamos sufriendo son cada vez más comunes y más intensos debido al calentamiento inducido por el hombre”, dijo a mediados de 2022 el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.
A pesar de que la crisis climática afecta a todo el planeta, no lo hace por igual. El Atlántico suele calentarse con más facilidad. Si bien esta diferencia apenas roza el grado, las afectaciones son enormes, ya que el viento y la temperatura del mar son los motores de los huracanes. Es por ello que en esta temporada de transición entre el fenómeno de El Niño y La Niña, en la que se reducen los vientos de gran altitud, nadie inhibe este tipo de temporales. “Se están dando todos los ingredientes para que aumente la intensidad”, explica Martínez.
Árboles caídos, calles inundadas, techos arrancados, coches flotando y barcas completamente aplastadas son algunas de las imágenes que deja a su paso el huracán, que por primera vez ha impactado con esta intensidad a pequeñas islas del Caribe y ha dejado al menos nueve muertos. “Sabemos que estos eventos dejan sin apenas capacidad de respuesta a las islas que no tenían experiencia con estas intensidades”, dice Martínez.
El huracán Milton avanzaba el martes hacia Florida como una poderosa tormenta de ahora categoría 4 y vientos de más de 300 kilómetros por hora. La Oficina NOAA emitió este martes una lista de mensajes clave en la que recomiendan seguir de cerca las instrucciones de las autoridades locales para una posible evacuación en la isla. “Se esperan inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra por fuertes lluvias que amenazan la vida sobre gran parte de Jamaica y el sur de Haití”, dice el comunicado. El Gobierno de Florida se está preparando para lo peor y ya cuenta con más de 870 refugios activados y servicios de emergencia listos para responder, a pesar de que puede que el ciclón no llegue a tierra, según el último pronóstico del Centro Nacional de Huracanes (NHC).
Esto se explica porque lo que verdaderamente afecta tanto a las comunidades como a los ciudadanos son las marejadas, las inundaciones y los vientos. En los últimos 25 años, 500 huracanes han tocado tierra en Florida, siendo Katrina en 2005 el más impactante. Desde entonces, solo dos huracanes tan fuertes como Milton se han acercado siquiera a las costas de Florida: los huracanes Isabel en 2003 e Ivan en 2004.
Avanzar en sistemas de alerta temprana
El aumento de la intensidad y la incapacidad de pronosticar con más de tres o cuatro días de antelación dificultan mucho la tarea de preparar a la población y de hacer llegar las alertas de evacuación. Las brechas digitales, que mantienen sin internet a más del 60% de la ruralidad latinoamericana, y el complejo acceso a ciertos territorios hacen que los sistemas de alerta temprana no siempre lleguen. Es por ello que tanto NOAA como OMM están trabajando en nuevos modelos de pronóstico que ayudarán a valorar la probabilidad de intensificación rápida y en sistemas más inclusivos de aviso, respectivamente. “Se han hecho muchísimos avances, pero todavía no estamos llegando hasta la última milla del territorio”, lamenta Martínez. Los avances son urgentes en esta, la región del mundo más propensa a los desastres. Cerca de 1,9 millones de latinoamericanos, incluyendo a medio millón de niños, han sido afectados por uno solo en la zona del Caribe.
Las principales recomendaciones de los organismos son similares: cargar bien los celulares, cobijarse en un lugar seguro distanciado de las costas, guardar botellas de agua cercanas y estar muy pendientes a la información de las autoridades locales. Aunque haya ciudadanos familiarizados con estos ciclones, se pide que “no subestimemos la situación”.
Emanuel aprovecha el momento de presión mediática para recordar que no es un problema de mañana, sino de hoy, y para abrir la conversación sobre migración climática: “Se ha puesto de moda vivir en las costas y los Gobiernos prácticamente lo están subsidiando. Reubicar a todas las poblaciones que se vean expuestas a este tipo de circunstancias va a costar una fortuna. Garantizar ese derecho es lo que verdaderamente me preocupa”.