La central nuclear Laguna Verde: imperfecta, deficiente y peligrosa

La Asociación Mundial de Operadores Nucleares ha calificado como “mediocre” el desempeño histórico de la planta mexicana y señala problemas significativos de liderazgo y en la administración del riesgo

La Central Nuclear de Laguna Verde, la única de su tipo en México, ha sido objeto de repetidas evaluaciones negativas por parte de la Asociación Mundial de Operadores Nucleares (WANO) debido a problemas estructurales, operativos y de seguridad. En 2018, la planta recibió una calificación de 80.9 puntos sobre 100, muy por debajo del promedio mundial de 95.7. En 2020, esa puntuación bajó a 72.5, lo que refleja una tendencia histórica de fallas operativas y deficiencias de mantenimiento. Estos problemas se remontan a la década de los 90, cuando la central ya sufría desperfectos en sus pruebas de operación. Las fugas de refrigerante, paros forzados y exposición a radiación de los trabajadores son algunos de los incidentes que han ocurrido durante su funcionamiento.

A pesar de la creación de la Coordinación Corporativa Nuclear por parte de la CFE en 2022, el panorama no ha mejorado significativamente. Las evaluaciones de WANO señalan la falta de gobernanza corporativa, supervisión efectiva y apoyo técnico adecuado. Incluso se han identificado áreas con los niveles más bajos de seguridad en comparación con otros reactores nucleares a nivel mundial, lo que coloca a Laguna Verde en una categoría de “planta de enfoque”, es decir, una planta con brechas significativas en liderazgo y gestión de riesgos.

El deterioro de la planta también ha sido atribuido a su antigüedad y su exposición a un ambiente corrosivo debido a su ubicación geográfica, lo que ha aumentado la degradación natural de su infraestructura. El físico Rubén Dorantes, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, advierte que México no cuenta con la infraestructura ni la experiencia suficiente para dar mantenimiento adecuado a una instalación tan compleja. La situación de Laguna Verde recuerda la crisis de 1999, cuando un informe de Greenpeace México reveló graves fallas gerenciales y técnicas que la colocaron al borde de una “falla institucional”.

Los problemas han persistido a lo largo de los años. Durante los últimos seis meses, la planta ha registrado fugas de combustible, pérdidas de energía y paros forzados. En este contexto, Claudia Gutiérrez de Vivanco, fundadora del Grupo Antinuclear de Madres Veracruzanas, ha solicitado mayor responsabilidad por parte del gobierno en la supervisión de la planta, pues las más de 200 recomendaciones emitidas por WANO en el pasado no parecen haber sido implementadas.

A pesar de esto, en 2022, la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS) decidió renovar la licencia de operación de Laguna Verde por otros 30 años, lo que ha generado aún más controversia. Las condiciones de seguridad de la planta siguen siendo un tema de preocupación para expertos y la sociedad civil.

En abril de 2023, la secretaria de Energía, Rocío Nahle, anunció que se estaba evaluando la construcción de un reactor modular nuclear en Baja California o Sonora para ayudar a mitigar la escasez de electricidad en esas zonas. Sin embargo, la atención sigue centrada en Laguna Verde y en los esfuerzos por mejorar su desempeño. La falta de acción en los últimos años ha llevado a cuestionamientos sobre la capacidad de la CFE para gestionar adecuadamente una planta nuclear con tantos problemas acumulados.

La problemática de Laguna Verde no solo refleja fallas técnicas o administrativas, sino una falta de visión estratégica en la gestión de energía nuclear en México. Mientras otros países con plantas nucleares apuestan por innovación y seguridad, Laguna Verde sigue sumida en un ciclo de problemas operativos, sin abordar las recomendaciones críticas que WANO y otros organismos han emitido.

La CFE ha sido cuestionada por no aplicar los estándares internacionales que garantizarían el buen funcionamiento y la seguridad de la planta. Además, el reto más grande sigue siendo la incapacidad de generar una cultura de gobernanza eficiente, que abarque desde el liderazgo hasta la administración de riesgos. Si bien las condiciones geográficas y la antigüedad de la planta son factores determinantes, es la gestión interna lo que más ha afectado su operación.

La atención en Laguna Verde sigue siendo prioritaria, sobre todo considerando la posibilidad de que México expanda su capacidad nuclear con proyectos como el reactor modular propuesto. Esta expansión podría aumentar los riesgos si no se abordan los problemas estructurales ya existentes en Laguna Verde, lo que refuerza la necesidad de una revisión profunda antes de avanzar en nuevos proyectos.

Mientras tanto, el futuro de la planta sigue en suspenso. Las voces críticas, como la del Grupo Antinuclear de Madres Veracruzanas y expertos como Rubén Dorantes, subrayan la urgencia de tomar medidas más contundentes. En este sentido, el gobierno mexicano tiene ante sí el desafío de equilibrar la necesidad energética del país con las exigencias de seguridad y confiabilidad que demanda la operación nuclear.

El futuro de Laguna Verde y la gestión de la energía nuclear en México está ahora en manos de figuras clave como Luz Elena González, la actual directora de la CFE, y la presidenta Claudia Sheinbaum, quienes tendrán que enfrentar los desafíos estructurales y operativos de la planta. Ambas lideran una agenda energética que prioriza la seguridad y la eficiencia, pero el historial de Laguna Verde exige decisiones urgentes. Mejorar la gobernanza, implementar las recomendaciones de WANO, y garantizar una operación segura serán determinantes para evitar futuros riesgos.