La coalición gobernante de izquierda de México iba camino a perder su mayoría absoluta en el Congreso luego de las elecciones intermedias del domingo, lo que frena los ambiciosos planes del presidente Andrés Manuel López Obrador para transformar la economía y la sociedad del país.
Se esperaba que Morena, el partido gobernante, mantuviera entre 190 y 203 curules en la Cámara baja del Congreso de México, una pérdida de hasta 60 diputados, según los resultados preliminares dados a conocer la noche del domingo por el Instituto Nacional Electoral del país.
Aunque, junto con sus aliados, Morena seguirá siendo la fuerza dominante en la legislatura de 500 curules, se espera que la coalición se quede muy lejos de la supermayoría de dos tercios que se requiere para cambiar la Constitución e impulsar la agenda de ajustes de López Obrador.
“Es un revés fuerte”, dijo Carlos Bravo Regidor, analista político y profesor del Centro de Investigaciones y Docencia Económica de Ciudad de México.
Morena también sufrió importantes pérdidas en la capital de México, una megalópolis de 9 millones, que desde 1997 elegía candidatos de izquierda. Las derrotas en la Ciudad de México —que incluyen escaños en la asamblea local y alcaldías clave— es un golpe simbólico al gobierno que destaca el menguante apoyo al proyecto de López Obrador entre la clase media educada del país, indicó Genaro Lozano, analista y politólogo de la Universidad Iberoamericana.
Aunque muchos elementos de la agenda del presidente ya están en marcha, entre ellos la construcción de mega obras de infraestructura, los resultados en las urnas complican otros cambios. En concreto, los resultados dificultan que López Obrador avance con su plan emblemático de devolver el sector energético nacional a manos del Estado.
A pesar de la duradera popularidad del presidente, en particular entre los sectores vulnerables, los resultados parecen mostrar los límites de su mandato popular para cambiar al país bajo un audaz programa de reformas que ha denominado como la “Cuarta transformación” de México.
En un rayo de luz para el gobierno, se esperaba que la coalición de López Obrador lograra importantes avances en más de 20.000 cargos de elección popular a nivel local y estatal que también se disputaron en la mayor elección del país a la fecha, profundizando el alcance nacional de Morena y cimentando el dominio de un partido que se fundó hace menos de diez años.
Las elecciones fueron ensombrecidas por una ola de violencia política que llaman la atención hacia el desafío que enfrenta López Obrador frente al crimen, que según las encuestas era la principal preocupación de los votantes.
Durante la campaña 34 candidatos fueron asesinados y decenas de casillas de votación cerraron a causa de asaltos armados o por miedo a represalias. Una cabeza humana fue arrojada a la entrada de una mesa de votación en la ciudad de Tijuana, en la frontera con Estados Unidos, y restos humanos se encontraron cerca de ahí. No ha sido aclarado de inmediato quién fue el responsable, ni cuál fue el motivo.
El peso mexicano repuntó casi uno por ciento en la apertura del lunes, uno de los mejores desempeños entre las monedas de mercados emergentes, lo que señala que el sector empresarial reaccionaba positivamente a los nuevos contrapesos al poder de López Obrador.
Los principales partidos de oposición superaron las expectativas de las encuestas al dejar de lado las principales diferencias ideológicas y enfrentar a López Obrador con una coalición. El Partido Acción Nacional, pro empresa, será la principal fuerza opositora en el Congreso, con entre 106 y 117 curules. Un candidato de oposición también lideraba los resultados en la contienda por la gobernación del estado de Nuevo León, el corazón económico de México.
López Obrador ha pasado gran parte de sus tres años en el poder atacando a los partidos de oposición y a las instituciones independientes, como el instituto electoral, al tildarlas de ineficientes o abiertamente corruptas, lo que amplía las fracturas políticas de la sociedad mexicana, indicaron los analistas políticos. Ahora, para lograr cambios más radicales, e el mandatario tiene que elegir entre redoblar los esfuerzos en su enfoque polarizador e intentar gobernar por decreto presidencial o negociar con la oposición, agregaron los expertos.
Gobernar por decreto sería desafiante: a la fecha, la mayoría de las leyes emblemáticas del presidente están entrampadas en las cortes de México, que hasta ahora se han resistido a la presión presidencial de permitir que las leyes entren en vigor.
“Estamos viendo un partido gobernante que tendrá que ser más humilde y que deberá negociar de ahora en adelante, dijo Lozano. “Estamos lejos de una hegemonía política”.
La mañana del lunes, durante su habitual conferencia matutina, López Obrador pareció adoptar un tono más conciliador.
“A diferencia de otros tiempos, no intervino el Estado”, dijo. “El pueblo se manifestó, decidió quiénes deben representarlo”.