Cuatro camionetas negras de cristales tintados toman la calle de las Tres Cruces de Madrid como si un presidente del Gobierno acabase de llegar. Tres tipos forzudos bajan del primer vehículo y se muestran preocupados por despejar el tránsito de los apenas seis metros que separan los vehículos de la puerta del edificio. La estrecha arteria de Gran Vía parece convertirse en cuestión de segundos en un escenario de un thriller de Hollywood.
El sol de otoño brilla un viernes de noviembre y un puñado de turistas y curiosos se detiene ante el desembarco de película. “¿Qué pasa?”. “¿Quién es?”. Las preguntas se disparan.
Con gafas de sol y las manos dentro de los bolsillos del pantalón, sale del coche un tipo delgado y pálido, coronado por una gorra oscura que casi parece tragarle. Camina lento y apático tras los guardaespaldas. No sonríe, no gesticula, no saluda. Debajo de la gorra se esconde Peso Pluma, el último gran fenómeno de la música latina.
Llega tarde, muy tarde, al programa La resistencia, pero no parece estresado. Nada parece ir con él y, sin embargo, todo el mundo está pendiente de sus pasos.Dentro del edificio, en el plató del teatro Príncipe Gran Vía, David Broncano, presentador de La resistencia, ha excusado el retraso del invitado y ha dicho que la espera va a merecer la pena.
La demora asciende a más de una hora y media. Ninguno de los más de 100 asistentes al show de entrevistas y humor sabe que el invitado es Peso Pluma (Jalisco, México, 24 años), el músico que semanas después —el 4 de febrero— ganará en Los Ángeles su primer Grammy en la categoría mejor álbum de música mexicana con su disco Génesis, un premio que recibirá acompañado de su novia, la rapera argentina Nicki Nicole, quien esta misma semana ha roto con él al enterarse de una infidelidad por las redes sociales.
El galardón de la Academia de la Música estadounidense sirve para coronar un año en el que ha desbancado de los números uno mundiales a Bad Bunny y Miley Cyrus, ha cosechado miles de millones de reproducciones en las plataformas de streaming y ha convertido la música regional mexicana en una moda global. “Soy parte de la revolución de la música mexicana como Pancho Villa o Porfirio Díaz de la revolución de México”, afirma en una entrevista con México Pragmático por videoconferencia (por la que también hace esperar casi una hora).
Decir Peso Pluma es referirse a uno de los músicos más inaccesibles del panorama actual. Un veinteañero que ha escalado a lo más alto de la música mundial en apenas tres años. Su éxito arrollador viene acompañado de todo tipo de polémicas, la más grande y compleja es la que le relaciona con el narcotráfico por unas letras que se refieren a las drogas y la violencia. “Y si la orden es matar, / esa no se cuestiona… Dependo de los Guzmán… Dos pistolas y un SCAR”, canta en ‘Gavilán II’, de su último disco, y que cuenta con algunos versos censurados por Spotify.
Los Guzmán sería una referencia a Joaquín Guzmán, El Chapo, y sus hijos al frente del cartel de Sinaloa. Sin embargo, tuvo que cancelar seis conciertos en octubre en México por ser amenazado por el cartel Jalisco Nueva Generación. Más recientemente, asociaciones vecinales y un diputado de extrema derecha de Viña del Mar pidieron que no participara en el célebre festival de la ciudad chilena por ser “un promotor de la cultura del narco”. Peso Pluma está en el ojo del huracán.
El músico no solo se hace acompañar de guardaespaldas por la calle. También los tiene en las entrevistas. Hasta cuatro personas supervisan la charla por videoconferencia en una tarde de noviembre. Desde su equipo avisan: “Nada de preguntas sobre los narcos”.
Un joven desgarbado, con una gorra dada la vuelta y sentado en un sofá, aparece por la pantalla y se muestra afable pero parco en palabras. Cuando se le pregunta por sus polémicas con el narcotráfico, a riesgo de que termine la entrevista, una de las cuatro personas vigilantes interviene para decir que el tiempo se agota.
El músico, relajado y sonriente, responde de puntillas: “En todos lados hay corrupción y problemas, pero la música está por encima de eso. La música siempre ha sido una parte muy importante de lo que pasa en el país [México]. Me ven muchos niños y muchos van a querer ser como yo. Eso lo veo en parte como una responsabilidad de sembrar una semillita para que más mexicanos batallen por sus sueños y no por sus problemas”.
Los sueños de Peso Pluma han llegado lejos. El pasado 2023 fue el año de su éxito descomunal. Un verdadero hito. Su tercer disco, Génesis, debutó el pasado julio en el número 3 de la lista Billboard, la posición más alta jamás alcanzada por un álbum de música regional mexicana en la clasificación más importante de la industria del pop mundial. Permaneció durante semanas en el top 10. También la canción ‘Ella baila sola’, en colaboración con el grupo Eslabón Armado y con ese aire moderno de sierreño sinaloense, fue la primera en alcanzar el top 5 de la lista Billboard Hot 100, que incluye las 100 canciones más escuchadas del mundo. Ha llegado a meter hasta seis composiciones en esta clasificación.
Por estos logros ha recibido un título: rey del corrido tumbado, una versión moderna de la música tradicional mexicana que nace de la combinación de los corridos tradicionales y la música urbana actual. “No sé si he puesto los corridos tumbados en el mapa mundial, pero sí creo que los puse en el conjunto de la música mexicana”, dice.
Al menos, sus colaboraciones, todas exitosas, sí apuntan al mapa hispanohablante: ha grabado junto al rapero puertorriqueño Eladio Carrión, la estrella dominicana El Alfa, el superproductor argentino Bizarrap y, recientemente, el icono mexicano del nuevo mariachi Christian Nodal. “Es importante que entre todos nos ayudemos y tengamos unión para que la música mexicana y la latina sigan saliendo adelante”, asegura Peso Pluma, nombre artístico de Hassan Emilio Kabande Laija.
Su historia empezó hace 24 años en Zapopan, un pueblo de Jalisco, al oeste de México. Se crio en una familia humilde cuyo padre tenía ascendencia libanesa. Comenzó a tocar la guitarra con vídeos de YouTube, aunque tardó en escribir canciones.
Al principio, tan solo anotaba cosas sueltas en su diario personal a modo de “terapia”. “A los 14 y 15 años era un chico muy introvertido y no me gustaba platicar de lo que pasaba conmigo y mis sentimientos. Mi manera de sacarlo era escribirlo todo en un diario. Luego me di cuenta de que algunas cosas rimaban y que podía empezar a componer. Era mi manera de soltar un peso”, cuenta. “Mis compañeros del colegio se reían de mí. Era lo normal. Siempre fue así el rollo porque escribir en un diario era cosa de niñas. Al principio, hubo muchas burlas y críticas, pero yo siempre fui así y no quería cambiar. A mí me ayudaba escribir mis cosas en el diario y no hacía caso a las burlas. Me gustaba hacerlo y eso era más importante”.
Aquel adolescente pasó del diario y las burlas a las canciones. Y con las canciones empezó a gustarse, aunque tuvo que enfrentarse a un nuevo reto: vivir en Estados Unidos. Su familia se mudó a San Antonio, donde perteneció a una comunidad chicana. Su existencia se complicó con el idioma, pero, mientras seguía experimentando con su guitarra y los sonidos regionales mexicanos, la experiencia le permitió adoptar influencias musicales de raperos como Drake y Kanye West.
“Nunca tuve miedo a aceptar nuevos sonidos y mezclar culturas”, asegura. Al poco de comenzar a grabar sus primeras canciones, buscó un nombre artístico y este se lo dio el exboxeador Marco Antonio Barrera, quien bromeó sobre su aspecto físico y le dijo que, con ese cuerpo escuálido, sería perfecto para competir en la categoría de peso pluma. “Me gusta practicar el boxeo, pero no hay nada como el espectáculo. Los personajes del boxeo son todos muy especiales. El show es lo mejor”, cuenta este músico de Jalisco cuyo nombre artístico, dice, se refiere también al proyecto musical y a la banda en su conjunto.
El joven de Jalisco saltó al ring y su carrera comenzó con verdaderos ganchos de peso pesado. Sus primeras canciones en 2021 funcionaron muy bien. Estaban inspiradas en los narcocorridos de Chalino Sánchez, que murió asesinado en 1992. Al igual que él, incluyó historias en sus letras que relatan el tráfico de drogas.
En menos de dos años y con solo dos discos, el nuevo combatiente de la música mexicana alcanzó a un público masivo en toda la república. A principios de 2023, el éxito saltó fronteras y se hizo internacional. Sucedió tras colaborar con sus “compas” Natanael Cano y Junior H, los otros dos jóvenes talentos que han roto el techo de cristal de la música mexicana con los corridos tumbados y han alcanzado audiencias enormes en el resto del mundo.
“El corrido tumbado es, en definitiva, una rama del árbol de la música mexicana”, explica Peso Pluma. “Todos los artistas estamos aportando nuestra especialidad en el género. Si te gusta escuchar malos tumbados, puedes escuchar a Natanael. Si te gusta el rollo para llorar, como lo llama mi compa Junior, puedes hacerlo con el propio Junior. Y, si te gusta de todo un poco, puedes escuchar a Peso Pluma”. Los tres forman lo que se podría llamar la triada de oro del corrido tumbado, un territorio con muchos más nombres. “No hemos hecho más que seguir una tradición y aportar a la evolución. Estamos muy agradecidos y contentos con lo que está pasando”, dice.
La tradición, precisamente, se ha rebelado contra su éxito y el de sus compañeros de los corridos tumbados. A buena parte del público veterano no le gusta que se los compare con los grandes nombres de la canción mexicana, un espacio repleto de iconos como Chavela Vargas, José Alfredo Jiménez, Jorge Negrete, Juan Gabriel, Joan Sebastian, Ariel Camacho o Chalino Sánchez.
“Hay personas que ven a las nuevas generaciones y las nuevas olas musicales y tienen miedo. Quizá no lo quieren criticar ni menospreciar, pero tienen miedo a que nosotros hayamos hecho cosas tan rápido que ellos no pudieron hacer”, explica. “Vemos por primera vez a un artista mexicano en los MTV, que son totalmente estadounidenses. Vemos a un mexicano siendo el más nominado y ganador en los Premios Latin Billboard. Y vemos que la música mexicana es ahora escuchada en China. Eso es todo nuevo”.
Peso Pluma habla de “puristas” al referirse a los que tienen “miedo” a las nuevas tendencias, pero termina por ponerles otros calificativos: “Los viejones son personas que siempre escucharon cosas antiguas. Yo lo veo en mi familia en Sinaloa: solo escuchan a Los Tucanes de Tijuana, Los Tigres del Norte y Chalino Sánchez. Los old school, como yo los llamo, siempre se van a quedar escuchando la música de cuando ellos eran jóvenes y siempre van a ser leales a sus gustos y sus ideales. Escuchar algo nuevo con líricas diferentes y con cosas que no hablan de lo que se hablaba hace 20 años no lo entienden”. Y añade: “Pero todos esos artistas anteriores nos pavimentaron el camino y nosotros ya pudimos echar a andar el carro. Todos somos parte de lo mismo”.
A diferencia de Chalino Sánchez y otros representantes de los corridos, Peso Pluma no viste como un vaquero. Tiene su propia estética. Ha prescindido de los trajes bordados, las botas y los sombreros y se ha ajustado al molde de rapero: ropa extravagante, joyas y relojes. Un molde que termina por derivar hacia uno de los vicios más criticados del rap: la ostentación.
Peso Pluma es un púgil bañado en oro. Solo la gorra, que tapa su característico corte de pelo mullet y buena parte de su rostro en el plató de La resistencia, es una visera Givenchy, bordada de algodón, que cuesta 450 euros. Al entrar al plató, el músico le ha regalado a David Broncano una botella de su tequila favorito valorado en 220 euros.
Son detalles que pueden pasar inadvertidos y que no serían tan significativos si la estrella mexicana no presumiese tan a menudo de lo que le gusta gastarse el dinero a lo grande. En el programa Sneaker Shopping, una serie de YouTube en la que raperos y celebridades derrochan su riqueza en tiendas de lujo, gastó 32.000 euros en zapatillas deportivas para toda su banda.
El pasado verano se hizo un collar de Bagliori con la figurita de Spiderman que le costó unos 462.000 euros. Tras una gala de premios, Christoosmoove, un creador de contenidos para TikTok famoso por hacer preguntas banales, le animó a participar en su reto de decir cuánto costaba todo lo que llevaba puesto. El resultado fue el siguiente: las gafas de sol estaban valoradas en 931 euros, los pendientes en 9.310, el collar en 37.265, la chaqueta de plumas en 3.726, la camiseta en 465, el reloj en 65.214, los pantalones en 1.117, las zapatillas en 1.117 y los guantes en 465. En total, una percha de casi 120.000 euros. Peso Pluma bien podría pasar a llamarse Peso Diamante.
El programa La resistencia llega a su fin, pero antes el músico mexicano invita a todo el público al concierto que acabará dando el 21 de noviembre en el WiZink de Madrid. “¡Yo pago los boletos!”, exclama. Se desconoce cuánta gente aceptó la invitación y si el músico cumplió con su promesa.
“No me preocupa dejar la vara en alto”, asegura. “Estoy muy contento por el éxito que hemos tenido y estar en los números uno, pero siempre va a llegar alguien más a romper el récord que tú conseguiste. No me importa en qué lugar esté. Lo importante es estar ahí. Golpear a los lados y ver que estoy compitiendo con el álbum de Travis Scott y al otro lado con el de Olivia Rodrigo. No me llena ganar en números a nadie, sino estar aportando. A los artistas nos gusta esperar a que pase algo más cabrón para que nos motive”.
Al salir a la calle, esperan las furgonetas y los guardaespaldas vuelven a rodearlo durante los pocos metros de paseo. Camina en silencio, con las manos en los bolsillos del pantalón y las gafas de sol, como si vivir amenazado por los narcos, siempre con la controversia a cuestas y vestido de oro como un gallo millonario, fuera la cosa más normal del mundo.