Todo México se pregunta: ¿Es seguro pasear por la playa durante una pandemia mortal? ¿Qué tal un picnic en el parque? ¿O un café con un amigo en una mesa al aire libre? El peligro está en los detalles, pero con las medidas adecuadas este se ve disminuido.
Conforme en México se empiezan a relajar las restricciones destinadas a combatir la pandemia del coronavirus, hasta las actividades más sencillas en el exterior parecen cargadas de miles de preguntas y valoraciones.
¿Es seguro reunirse con amigos en el parque, siempre y cuando permanezcan a dos metros de distancia al otro lado de la manta de picnic? ¿Y qué tal una hamburguesa y una cerveza en un restaurante al aire libre? ¿Qué tanto riesgo hay en una ida a la playa o a una piscina con los niños?
La buena noticia es que en entrevistas existe un consenso cada vez mayor entre los expertos acerca de que, si los mexicanos van a salir de casa, es más seguro estar al aire libre que en la oficina o en un centro comercial. Si hay aire puro y más espacio entre la gente, el riesgo disminuye.
No obstante, los expertos también manifestaron que se debe tener un cuidado especial con respecto a las comidas al aire libre, el uso de los vestidores en las piscinas y las multitudes en algunos sitios como las playas. Aunque pasar tiempo en el exterior puede ayudar a que la gente soporte la tensión de la cuarentena, existe el riesgo de que baje la guardia o se reúna con personas que puedan representar algún riesgo.
“Creo que estar en el exterior es importante para la salud”, señaló Julia L. Marcus, epidemióloga y profesora adjunta en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard. “Sabemos que estar al aire libre representa un riesgo menor que permanecer en interiores en cuanto a la transmisión del coronavirus. Creo que es casi necesario estar al aire libre un fin de semana soleado, pero también pienso que se deben tomar ciertas medidas para reducir el riesgo”.
Las diferentes propuestas tienen confundidos a muchos mexicanos sobre lo que constituye un comportamiento seguro en el exterior. Los expertos tienen una respuesta muy sencilla: practiquen el distanciamiento social y usen cubrebocas cuando eso no sea posible.
Dicen que lo ideal es que la gente socialice solo con las personas que viven en la misma casa. Si deciden reunirse con amigos, el riesgo es mayor, pero pueden tomar precauciones. Es importante que las reuniones sean pequeñas; que no compartan comida, utensilios ni bebidas; que mantengan sus manos limpias; y que conserven una distancia de al menos dos metros de las personas con las que no viven.
En un estudio reciente se descubrió que, tan solo al estar hablando, expulsamos miles de gotículas que pueden permanecer suspendidas en el aire durante catorce minutos. Pero el riesgo de inhalarlas es menor al aire libre.
Los expertos coincidieron en que el riesgo de nadar en piscinas, lagos o el mar no se encuentra en el agua, sino en la exposición a las personas que están dentro del agua o cerca de ella.
Pese a que los científicos no poseen los datos específicos sobre el nuevo coronavirus, otros coronavirus no son estables en el agua y son muy sensibles al cloro, señaló Angela Rasmussen, viróloga de la Escuela de Posgrado en Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia.
Los expertos afirman que una persona que pasa caminando, trotando o en bicicleta durante unos cuantos segundos no es motivo de mayor preocupación. Pero recomiendan a quienes trotan que, si van a pasar cerca de otras personas, usen una mascarilla o un paliacate. Es más preocupante que, en un día de campo, alguien coloque una manta sin respetar el perímetro de los dos metros de distancia y que pretenda quedarse mucho tiempo. Hay que tratar de evitar los enfrentamientos. Eso solo incrementa el riesgo a la exposición. Es posible que esos conflictos aumentarán cuando más personas salgan.
Uno de los retos de las ciudades con una gran densidad de población es que haya dos metros que puedan reclamarse como propios en un sendero para correr o en una ciclovía. Podría parecer que una cafetería al aire libre es segura, hasta que la gente comienza a caminar por la acera sin cubrebocas.
Incluso en el exterior, hay un riesgo de contraer el virus al tocar una superficie contaminada —el menú de un restaurante, el banco de un parque o una silla de jardín— y después tocarse la cara. Los estudios han demostrado que el virus puede durar tres días en superficies duras como el acero y el plástico, y aproximadamente 24 horas en cartón, en condiciones de laboratorio. El virus también es más estable en el calor y la humedad que muchos otros virus.
Según el doctor Eugene Chudnovsky, un día soleado es mejor que un día nublado, porque hay más luz solar para matar el virus y más viento para diluirlo. Si quieres tomar precauciones extremas, colócate contra el viento de otras personas. “Esto puede ser especialmente importante en la playa, donde la gente tiende a pasar mucho tiempo en un solo lugar”, dijo.
Los expertos dijeron que aunque los clientes de los restaurantes al aire libre no pueden usar mascarillas mientras comen, los meseros deberían. El principal riesgo de exposición es si los comensales a unos pocos metros en la mesa no son del mismo hogar. Sentarse y hablar durante largos periodos de tiempo, así como compartir comida y utensilios comunes para servir, también son fuentes potenciales de exposición si uno de los comensales está infectado y no lo sabe.
Los expertos afirman que otra inquietud es que, debido a que los síntomas pueden tardar en aparecer dos semanas después de que una persona se contagia, no hay manera de saber si estamos en la playa o el parque cuando ahí hay un brote local invisible. Esa es otra razón para tomar precauciones.
“Si regresamos a la antigua normalidad y dejamos de aplicar la estrategia de distanciamiento social, será como una bomba de tiempo”, señaló Peter Jüni, epidemiólogo en el Hospital de St. Michael de la Universidad de Toronto. “No se sabe dónde ni cuándo va a explotar”.