Según la industria aeronáutica, es de lo más seguro volar durante la pandemia. Aeroméxico se enorgullece de cuidarte con “los protocolos de higiene más estrictos”. Viva Aerobús asegura que el pasajero es lo mas importante y que se puede viajar con tranquilidad.
Las compañías aéreas tienen un claro interés en vender más boletos de avión. ¿Pero deberíamos tenerles plena confianza?
Cuando todo esto comenzó, personas infectadas con el virus abordaron aviones y rápidamente sembraron y esparcieron brotes por todo el mundo (O eso creemos). Sin embargo, que los mismos aviones sean un lugar de alta incidencia de infección ha sido una pregunta difícil de responder.
La verdad es que todavía no conocemos la respuesta. Hay pocos estudios de alta calidad sobre la transmisión del virus en los aviones, y todos vienen con importantes advertencias e problemas.
Sin embargo, las mejores investigaciones proporcionan ya algunas pistas.
Aquí están los hechos: Subirse a un avión no es la actividad más peligrosa durante la pandemia. Es más seguro que, digamos, ir a un bar lleno de gente. Pero más seguro no significa necesariamente muy seguro. Existen casos creíbles de transmisión en los aviones, particularmente durante vuelos más largos durante la pandemia (cuando las pautas actuales para el porte de mascarillas y otras acciones de reducción de riesgos no estaban en vigor).
En condiciones ideales – por ejemplo, todo el mundo lleva una mascarilla, hay asientos escalonados, y el sistema de ventilación del avión funciona constantemente- volar en aéreo es una actividad de relativamente bajo riesgo.
Pero hay muchas áreas grises – situaciones que surgen en un aeropuerto y en un avión – que seguramente aumentan la posibilidad de que el virus se extienda. Hoy en día, estas no se han analizado bien. Por ejemplo, aunque científicos hayan estudiado el riesgo de transmisión del virus durante un vuelo, no han estudiado los peligros de transmisión que plantea el amontonamiento de pasajeros durante el embarque o el desembarque.
Volar puede ser un riesgo relativamente bajo, pero debemos preguntarnos: ¿Deberíamos realmente viajar en primer lugar? Subirse a un avión podría no ser ni siquiera la parte más peligrosa de un viaje, sino el nuevo potencial de exposición cuando llegas a tu destino.
Aunque no hay una respuesta simple aquí, hay muchas, muchas maneras en que tanto los pasajeros como las aerolíneas pueden reducir este riesgo.
Expliquémoslo:
Por qué no sabemos exactamente lo arriesgado que es volar
“¿Qué tan seguro es el transporte aéreo durante la pandemia?” suena como una pregunta simple, pero se ha demostrado difícil de responder científicamente.
Para saberlo con una certeza razonable, habría que realizar un estudio que implicara algo como aislar a los pasajeros durante semanas antes de un vuelo y luego probarlos para asegurarse de que no tienen Covid-19, y al mismo tiempo cegarlos a la razón por la que se someten a las pruebas (para que esta sea lo más realista posible). Luego se pondrían en un avión con otro pasajero o miembro de la tripulación (o ambos) que sean infecciosos. David Freedman, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Alabama en Birmingham, dijo que los miembros de la tripulación de bordo son los que tienen más probabilidades de ser infectados a través de los viajes aéreos. Son los que pasan mucho tiempo interactuando con el público. “A las aerolíneas no les gusta hablar de esto”, nos aseguró Freedman.
Por supuesto, ningún comité de revisión ética empresarial aprobaría un experimento de este tipo, y el nivel de riesgo es diferente en un avión con cero o dos casos frente a cinco o diez.
“Un vuelo de larga distancia es más arriesgado que uno de corta distancia, ya que hay más movimiento de pasajeros y tripulación. Un vuelo completo es más arriesgado que un vuelo medio lleno, en el que se espera que te espacien”, dijo Anthony Harries, asesor principal de la Unión Internacional contra la Tuberculosis y las Enfermedades Respiratorias, autor de un estudio acerca de las investigaciones sobre la seguridad de los vuelos durante la pandemia.
No tenemos datos completos del mundo real sobre estos escenarios de viaje porque las agencias de salud pública y las aerolíneas no rastrean a cada pasajero para ver si se enferman después de un vuelo.
Y no se trata sólo de los aviones. Los aeropuertos también son lugares potencialmente peligrosos para el intercambio de microbios. “Están cerrados, sin ventanas abiertas. No sabes cómo es la ventilación, si tienen filtros decentes como en los aviones o no”, añadió Harries.
Lo que tenemos en cambio son investigaciones imperfectas que en su mayoría han tomado uno de dos enfoques;
El primero es un enfoque principalmente matemático, de modelización: usando experimentos controlados o modelos matemáticos para intentar averiguar la probabilidad de que el virus se propague en el entorno de un avión.
El segundo implica un trabajo investigativo: utilizando rastreadores de contacto para rastrear un grupo de casos que involucran a una o más personas infectadas que estuvieron en un avión y propagaron el virus a otros.
Los modelos y estudios experimentales muestran que los aviones son bastante seguros, en condiciones ideales.
Veamos primero los estudios de modelización:
Los aviones ya tienen una importante medida de seguridad incorporada cuando se trata de la propagación de virus respiratorios: los sistemas de filtración de aire y de ventilación. Para ayudar a detener la propagación de enfermedades infecciosas como la gripe, los expertos en calidad del aire recomiendan que el aire de un espacio interior sea filtrado – donde pasa a través de una membrana que atrapa prácticamente todos los pequeños aerosoles o gotas que podrían contener el virus – o reemplazado por aire fresco alrededor de seis veces por hora. En realidad, los aviones tienen una tasa de intercambio de aire más cercana a 20 o 30 veces por hora. (Las regulaciones de la Administración Federal de Aviación de los EEUU requieren que cada pasajero reciba 0.55 libras de aire fresco por minuto).
El flujo de aire en un avión también está diseñado para evitar que cualquier partícula arrojada por un pasajero flote alrededor de la cabina. El aire fluye desde la parte superior de la cabeza del pasajero y es recogido a sus pies, lo que evita que lo que exhalemos se extienda horizontalmente.
En circunstancias ideales, este sistema de filtración de aire debería funcionar muy bien. Un estudio del Departamento de Defensa de los EEUU (que fue, en parte, patrocinado por la industria aeronáutica de los EEUU, así que téngalo en cuenta), equipó un avión con maniquíes equipados con nebulizadores para imitar la respiración humana real. En el experimento, el “aliento” de los maniquíes se marcó con un trazador fluorescente para que los investigadores pudieran ver lo que sucedía en tiempo real.
El estudio concluyó que, debido a la alta tasa de circulación del aire, el riesgo de ser infectado incluso estando sentado al lado de una persona infectada era muy, muy bajo: De acuerdo con los resultados de la prueba, tomaría 54 horas para que alguien sentado al lado de un pasajero infectado se expusiera a una dosis infecciosa del virus.
Esta cifra puede parecer precisa – y alentadora – pero el estudio tenía varios problemas. Los investigadores asumieron que sólo una persona a bordo del avión estaba infectada, que todos llevaban mascarilla en todo momento y que el pasajero infectado nunca giraba la cabeza y se sentaba mirando hacia delante durante todo el vuelo.
El estudio también examinó sólo la propagación de las partículas en aerosol que pueden permanecer en el aire – no consideró la propagación de las gotas más grandes cargadas de virus que caen al suelo más rápidamente. Si estás sentado al lado de una persona que está tosiendo muchas gotas grandes, sería un problema.
El estudio también hizo una suposición sobre lo que constituye una dosis infecciosa del coronavirus, aunque los virólogos aún no lo han determinado.
Por otra parte, investigadores de Harvard también desarrollaron un modelo matemático sobre el riesgo de transmisión del Covid-19 en los aviones, basado en lo que se conoce sobre los sistemas de ventilación. Llegaron a conclusiones similares: El riesgo de infección mientras se vuela es muy bajo debido a los sistemas de ventilación modernos. (El estudio de Harvard, publicado independientemente por la universidad y no en una revista revisada por pares, fue parcialmente financiado por “Airlines for America”, una asociación comercial).
Pero los autores del estudio reconocen que no pueden modelar matemáticamente todos los comportamientos que pueden ocurrir en un avión, incluyendo caminar por los pasillos, comer y beber. Y tampoco pueden modelar los comportamientos de otros pasajeros.
“Todos estos sistemas pueden ser derrotados si la gente no lleva mascarillas”, dijo Ed Nardell, profesor de inmunología y enfermedades infecciosas y coautor del análisis de Harvard. Señaló otras áreas grises, como el riesgo de que las personas se paren a menos de seis pies de distancia al abordar, al esperar para usar el baño y al bajar del avión. “Eso va a ser algo importante, que la gente no se amontone… en el puente, o que se quede en los pasillos durante un largo periodo de tiempo”, dijo.
Estos modelos también toman en cuenta que los sistemas de ventilación del avión funcionan a pleno ritmo en pleno vuelo. Pero los sistemas de ventilación no siempre están encendidos a toda velocidad mientras el avión está siendo abordado, rodando o parado en la puerta de embarque – de nuevo, los momentos precisos durante un vuelo cuando es más probable que las personas se amontonen.
“Recomendamos que el sistema de ventilación se encienda cuando los aviones estén en tierra”, dijo Lenny Marcus, otro coautor del artículo de Harvard. Pero no está garantizado que lo estén. En caso de un retraso, gente podría quedar atrapada durante horas en la puerta de embarque, con un aire menos que perfectamente filtrado.
En los estudios de rastreo de contactos durante los vuelos, hay varios ejemplos documentados de propagación del coronavirus.
Incluso mejor que los estudios de modelización es la evidencia que tenemos de ejemplos del mundo real donde el Covid-19 se esparció en los aviones (Casi seguro). Freedman, el especialista en enfermedades infecciosas, fue coautor de uno de los artículos más completos sobre el tema: una revisión de estudios que analizan los vuelos con posible transmisión, publicado en el Journal of Travel Medicine a finales de septiembre.
Él y la coautora Annelies Wilder-Smith estudiaron investigaciones revisadas por pares y publicaciones de salud pública de enero a septiembre para identificar casos de propagación del Covid-19 en los vuelos, y luego los clasificaron según la certeza con la que podíamos confiar en los resultados.
Veamos los cuatro estudios de casos más sólidos, todos los cuales se consideraron “eventos de súper-propagación”, o vuelos que generaron al menos dos casos adicionales de Covid-19.
En dos de esos estudios se utilizó el enfoque de secuenciación del genoma completo para determinar si los casos que parecían originarse en el vuelo estaban, de hecho, vinculados genéticamente.
1) En el primer artículo, publicado en la revista Emerging Infectious Diseases, 11 personas resultaron positivas a la PCR y sintomáticas en un vuelo este marzo de Sídney a Perth, Australia – nueve de ellas habían desembarcado recientemente de un crucero en el que hubo un brote. Infectaron a otras 11 personas durante el vuelo – ninguna de las cuales había estado en el crucero – con una cepa del virus que aún no había sido identificada en Australia. Las mascarillas no eran obligatorias en ese momento, y en las entrevistas, los pasajeros dijeron que el uso de cubrebocas era poco frecuente (dos pasajeros que contrajeron el virus en el vuelo llevaban cubre bocas, aunque no durante todo el viaje).
2) En otro estudio genético, también publicado en Emerging Infectious Diseases, los investigadores rastrearon cuatro casos de Covid-19 registrados en Hong Kong hasta un vuelo internacional desde Boston a principios de marzo (cuando no se requería el porte de mascarilla). No sólo se trataron de cuatro casos en el mismo vuelo, sino que los autores del trabajo concluyeron que cada caso tenía un virus con una secuencia genética que nunca se había documentado en Hong Kong. Los investigadores dedujeron que dos de los pasajeros del vuelo debían haber adquirido el virus con esta secuencia genética particular en América del Norte, y luego abordaron un avión en el que probablemente transmitieron el virus a dos azafatas.
En estos dos estudios, es muy difícil demostrar que la transmisión se produjo durante el vuelo. Pero toda la secuenciación del genoma que vincula los casos con una cepa del virus – que no circulaba en los lugares donde los pasajeros abordaron los vuelos – nos dice que es muy probable.
3) Dos de los otros cuatro estudios de mayor calidad no utilizaron la secuenciación genética, pero también ofrecieron pruebas convincentes de la propagación del virus en los aviones. En uno, también publicado en la revista Emerging Infectious Diseases, un pasajero sintomático de clase ejecutiva con Covid-19 abordó un vuelo Londres-Hanói y parece haber infectado a 15 personas (12 en clase ejecutiva, dos en económica y una azafata). Los autores razonaron que, en el momento del vuelo, el 2 de marzo, ni el Reino Unido ni Vietnam tenían más que un puñado de casos de Covid-19, por lo que es muy probable que las transmisiones se produjeran en el aire.
4) El último ejemplo fue esencialmente una versión del experimento no ético descrito anteriormente en el mundo real, a menor escala. Desde abril en Hong Kong, los pasajeros de los viajes aéreos deben someterse a pruebas de PCR al aterrizar y luego a una cuarentena de 14 días. La información sobre los casos puede decirnos cuántas personas en un vuelo son positivas cuando llegan a un destino, y cuántas pasan a desarrollar el Covid-19, lo que sugiere que probablemente lo recogieron en el aire.
El vuelo descrito en el periódico era un auténtico hervidero de Covid-19: Unos sorprendentes 27 pasajeros tenían el virus al llegar a Hong Kong desde Dubái, lo que significa que probablemente ya eran infecciosos cuando abordaron el avión. Los investigadores determinaron que probablemente transmitieron el virus a otras dos personas (ambas personas dieron negativo al aterrizar, pero dieron positivo al día 14). Cabe destacar que este fue un vuelo en el que el uso de máscaras era obligatorio, lo que podría explicar por qué los 27 casos de índice sólo generaron dos casos adicionales.
Dados todos los vuelos que han ocurrido durante la pandemia y estos relativamente pocos ejemplos bien documentados de propagación del virus, la industria de las aerolíneas ha estado argumentando que esto significa que hay una “baja incidencia de transmisión de COVID-19 en vuelo”.
Freedman lo ve de otra manera: “La ausencia de pruebas no es una prueba de ausencia”. Dado que la carga de la prueba de un caso de Covid-19 se generó en el aire – y no a través del contacto justo antes de subir al avión o justo después – es realmente alta, y no se hace un seguimiento de todos los pasajeros, probablemente hay mucho que nos falta, razonó.
Lo que esto sugiere acerca del riesgo de tomar un avión durante la pandemia
Juntos, los estudios de modelización y los estudios de rastreo de contactos nos dejan conclusiones acerca de viajar en estas épocas: El Covid-19 definitivamente se propaga en los aviones, aparentemente en su mayoría a los pasajeros que están sentados cerca de los casos activos, aunque no está claro con qué frecuencia ocurra esto. Y hay algunas buenas noticias: Los cubre bocas parecen ayudar.
Entonces, ¿qué significa esto para la gente que quiere regresar a casa durante las vacaciones o visitar a sus seres queridos en otra parte?
1) El uso de la mascarilla probablemente reduce el riesgo de contraer el virus. Tres de los eventos de súper-propagación- donde más de una persona se infectó – que el estudio de Freedman descubrió ocurrieron en vuelos al principio de la pandemia, cuando el porte de mascarilla no era obligatorio. En cambio, en el vuelo de Dubái a Hong Kong, en el que viajaron 27 pasajeros que resultaron positivos al coronavirus, se aplicó el uso de cubrebocas obligatorio y sólo dos personas se infectaron. (Una de ellas estaba sentado en una fila con cinco personas que resultaron positivas para el virus a su llegada).
“La evidencia circunstancial es extremadamente fuerte de que estas incidencias [de transmisión masiva] que conocemos realmente dejaron de ocurrir después de que las aerolíneas empezaran a implementar alguna forma de porte de mascarilla”, dijo Freedman. Usar gafas o una pantalla facial para cubrir los ojos también es probablemente incluso más protector (aunque las pantallas faciales no son un sustituto de las máscaras).
2) La proximidad importa. En los cuatro ejemplos del mundo real mencionados anteriormente, la mayoría de los casos se agruparon cerca de la persona que estaba enferma, y una minoría ocurrió a más de tres filas de distancia de un caso índice. Según los autores del informe de Harvard, cuando más del 60 por ciento de los asientos de un avión están ocupados, “ya no es posible confiar sólo en el distanciamiento físico para mitigar el riesgo de transmisión del virus”.
3) Estás sujeto al comportamiento de otras personas en un vuelo. Incluso con el porte de mascarilla obligatoriamente, la gente puede quitarse la mascarilla para comer o hablar. O puede que no la usen correctamente. Volar es diferente de otras actividades que hacemos que implican algún riesgo de coronavirus: Si alguien empezara a toser en una reunión o restaurante, podría simplemente alejarse, pero no ocurre lo mismo en un avión.
En general, el riesgo de contraer el virus en un avión es probablemente bajo, más bajo que el de ir a un bar o restaurante lleno de gente. Pero no es cero. Lo que, es más, “El viaje es un proceso que es más que el vuelo en sí mismo. Los pasajeros deben sopesar su tolerancia al riesgo en este contexto”. Puedes terminar haciendo fila para el embarque o el baño, donde es más difícil de distanciar.
“Cuando viajas, creo que estás más en manos de los que te rodean en términos de cuán seguros son”, dijo Saskia Popescu, epidemióloga de enfermedades infecciosas y profesora adjunta de la Universidad George Mason. “Y eso te deja en una posición un poco vulnerable. Así que sólo hay un límite que podemos controlar cuando estamos viajando. Y ese es el primer paso para entender realmente los riesgos que tenemos a mano.”
Así que.: ¿Deberías tomar el avión?
Incluso si volar es perfectamente seguro – y, a estas alturas, sabemos que no lo es – vale la pena ser muy cauteloso con los viajes. “Viajar es una de las cosas que, idealmente, estaríamos tratando de minimizar en este momento”, escribió Julia Marcus, epidemióloga de Harvard, reconociendo que eso no va a ser posible para muchas personas que tienen que viajar por trabajo o por una emergencia familiar.
Pero piénsalo bien: ¿Realmente necesitas irte? Porque viajar, en general, es la forma en que esta enfermedad se propaga entre regiones. “Los aviones son ciertamente vectores de enfermedades, transportando eficientemente a las personas infectadas alrededor de los países y del mundo”, escribió Joseph Allen, un investigador de salud pública de Harvard, en el Washington Post. “Esto es obviamente crítico en términos de control de brotes para el Covid-19.”
Los brotes del Covid-19 crecieron hasta alcanzar proporciones pandémicas debido a los viajes aéreos, pero no es necesariamente por los aviones en sí, sino por el comportamiento de los viajeros una vez que llegaron a sus destinos. Por ejemplo, podrían terminar en una reunión en la casa de un amigo con personas que no llevan mascarillas.
Por lo tanto, la gente debería tener especial precaución si vuela desde una zona con un brote incontrolado o en aumento a una zona con niveles de infección más bajas, o viceversa. Correría el riesgo de exponer a una comunidad al virus, o de contraer el virus.
También hay que tener en cuenta su perfil de riesgo individual y su tolerancia.
Es “útil pensar a largo plazo porque estamos en una situación a largo plazo”, dijo Marcus. “Una de las formas en que podemos adaptarnos es tener cierta flexibilidad en torno a nuestras tradiciones y rituales que son realmente importantes en nuestras vidas”.
Si decides volar, ¿Cómo puedes minimizar el riesgo?
En primer lugar y, ante todo: Revisa la política de la aerolínea antes de irte. Algunas aerolíneas todavía practican el distanciamiento físico y el espaciamiento entre pasajeros, pero otras no.
Harries, quien coescribió una revisión de la investigación sobre la seguridad de los vuelos, tenía algunos consejos útiles para reducir el riesgo de enfermarse en el avión o de contagiar a alguien más:
- Lleva una mascarilla y trae mascarillas extra por si la que llevas se ensucia o se rompe. Considera la posibilidad de proteger tus ojos con gafas de sol, gafas protectoras o un protector facial.
- Haz todas las cosas habituales de higiene pandémica a las que te has acostumbrado: Lleva desinfectante durante el vuelo y limpia las superficies a tu alrededor, lávate o desinfecta regularmente las manos y no te toques la cara.
- Mantente alejado de otras personas tanto como sea posible – así que no se congreguen en el baño, o en una fila para subir o bajar del avión.
- Intenta no hablar o gritar (así es como se esparcen las partículas).
- Si estás cerca de alguien que está tosiendo, pide que te alejen.
- Engancha un asiento de ventanilla (ya que las personas sentadas en los asientos de ventanilla tienen menos contacto con otras personas).
- Reduce al mínimo el consumo de alimentos y bebidas, ya que para hacer estas cosas hay que quitarse la mascarilla.
- Minimiza el ir al baño en el avión (de nuevo, donde tendrá contacto con otras personas y sus gérmenes).
- Si hay una boquilla de aire encima de ti, mantenla al máximo y apúntala a su cabeza para que el aire fluya desde arriba hacia sus pies.
- Harries también sugirió que pensaras en cómo llegar al aeropuerto, por ejemplo, tomando un taxi o tu propio coche en lugar de un autobús lleno de gente. Y, por supuesto, distanciarse mientras se está en el aeropuerto, subiendo o bajando del avión, también.
Así que, si tienes que viajar, haz todo lo que puedas para reducir el riesgo de coger o esparcir algo, y eso te ayudará mucho, aunque no puedas controlar lo que hacen los demás en el avión.