Una vieja disputa diplomática que habla de las cloacas más profundas del sistema judicial mexicano y la corrupción de sus Gobiernos ha regresado al presente, alimentada por un expresidente europeo acusado, también, de corrupción. El exmandatario francés Nicolas Sarkozy recuerda en uno de los capítulos finales de sus memorias Los años de las luchas (Alianza), publicado en español a finales de 2023, las graves tensiones entre su Administración (2007-2012) y la del expresidente de México, Felipe Calderón (2006-2012), a raíz del caso Florence Cassez: la televisada y altamente mediática detención de la ciudadana francesa junto al mexicano Israel Vallarta, acusados de secuestro, en uno de los montajes policiales más descabellados de la historia del país.
Tras el montaje se escondía la mano del entonces número uno de la extinta Agencia Federal de Investigación (AFI), más tarde secretario de Seguridad Pública de Calderón, el hoy caído en desgracia Genaro García Luna. El que fuera considerado como el zar antidrogas del expresidente durante los sanguinarios años de la guerra contra el narco, una estrategia fallida que sembró el país de cadáveres, espera sentencia en Estados Unidos, después de ser condenado en un tribunal de Nueva York a principios de 2022 por narcotráfico y estar en la nómina del Cartel de Sinaloa. El encargado de detener el trasiego de drogas era, en realidad, quien garantizaba que el grupo criminal pudiera hacer su trabajo sin sobresaltos. En su libro, Sarkozy sostiene que la influencia del funcionario sobre Calderón era enorme durante aquellos años: “Había algo más grave que se desarrollaba en los bastidores de la vida política mexicana. Era el papel decisivo desempeñado por el ministro de Seguridad Pública, García Luna. La relación de fuerzas entre los dos hombres estaba invertida. Era el ministro quien dictaba su voluntad al presidente, y no al revés”.
Calderón nunca ha sido juzgado por su papel aquellos años, aunque son numerosos los testimonios que lo sitúan también en la órbita del Cartel de Sinaloa. Una encuesta de Enkoll realizada en febrero de 2023 reveló que el 84% de los mexicanos cree que el expresidente debería ser investigado por sus presuntos vínculos con el narcotráfico. Sarkozy, por su parte, ha sido condenado por dos casos de corrupción y financiación ilegal, condenas que se encuentran recurridas y en suspenso, por lo que hasta que se dicte una sentencia definitiva, la justicia francesa le presume inocente. Está a la espera de otro juicio e imputado en cuarto caso, lo que no ha provocado que su figura haya perdido influencia en Francia, donde incluso el actual presidente, Emmanuel Macron, come con él públicamente y le consulta a pesar de las abundantes pruebas en su contra.
Un montaje burdo y televisado
La mañana del 9 de diciembre de 2005, los informativos de Televisa, dirigidos entonces por Carlos Loret de Mola, sintonizaron desde un rancho al pie de la carretera México-Cuernavaca. En las imágenes se veía a policías de élite de la AFI tomando posiciones. Pablo Reinah, el reportero enviado al lugar de los hechos, explicaba en directo que los agentes estaban a punto de dar “un golpe contra la industria del secuestro”, uno de los crímenes más habituales durante aquellos años, que tenía a la población de México aterrada y exhausta. Los policías se acercaron a la cabaña, alguien abrió la puerta desde dentro, entraron y sacaron a los dos presuntos secuestradores, Cassez y Vallarta, y a tres rehenes. Uno de los agentes golpeó sin inmutarse a Vallarta ante las cámaras, un acto de brutalidad policial que no tuvo ninguna consecuencia.
El problema es que, en realidad, todo fue una construcción para que la AFI y el Gobierno —en el último año del presidente Vicente Fox (2000-2006), el predecesor de Calderón— sumara puntos entre una población hastiada por los crímenes y la violencia que azotaban el país. Las periodistas Yuli García y Denise Maerker decidieron investigar el caso porque algo les sonó raro en aquella detención tan pulcra, perfecta y retransmitida por todo lo alto. Descubrieron que lo que Televisa había presentado como una liberación en directo era en realidad un burdo montaje. Incluso puede apreciarse cómo, un segundo antes de que los policías de élite irrumpan el rancho, les abre la puerta Luis Cárdenas Palomino, brazo derecho de García Luna, detenido en 2021 por torturar a cuatro detenidos en el marco del caso Cassez-Vallarta. Uno de los personajes más turbios de las cloacas policiales mexicanas.
Las dos periodistas invitaron a su programa, en directo, a García Luna. Le mostraron sus conclusiones y el funcionario mexicano de más alto rango condenado en EE UU reconoció que, en efecto, se trataba de un montaje. Televisa y TV Azteca habían retransmitido una recreación del operativo, dijo, que la AFI había realizado solo por exigencia de las cadenas, trató de justificar. Cuando la entrevista estaba a punto de terminar, Denise Maerker dio paso a una llamada de Cassez, que contó cómo fue secuestrada un día antes del show mediático y trasladada por la policía a aquel infame rancho.
“No era ninguna secuestradora, sino un chivo expiatorio, una persona inocente que simplemente estaba en el momento equivocado, en el lugar equivocado. Todo era, por tanto, un desvergonzado montaje de las más altas autoridades del Estado y la policía de México”, resume Sarkozy en su libro. Cassez fue condenada a 93 años de cárcel, rebajados después a 60, pero fue finalmente liberada en 2013 porque la Suprema Corte consideró que no había tenido acceso a un juicio justo por “el efecto corruptor de un montaje televisivo que se realizó durante la detención” que “violentó, entre otros, el derecho a la presunción de inocencia”. Vallarta se autoinculpó y confesó ser miembro de una banda de secuestradores, una declaración impugnada por un informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) que certificaba que fue torturado con golpes y descargas eléctricas.
Tensiones diplomáticas
En 2009, durante su primera visita diplomática a México, Sarkozy se reunió con Calderón. Entre otras cosas, el dirigente francés quería hablar del caso, que había seguido de cerca. Primero, lo hizo por carta. Después, en persona frente a Calderón, que no se tomó bien el asunto y reaccionó a las bravas. “Las cosas se torcieron en el momento en que pronuncié el nombre de Florence Cassez. La violencia de su respuesta me dejó de piedra. Yo no contaba con algo así. Era evidente que aquello ahora representaba para el presidente Calderón un asunto personal… Aquello chocaba frontalmente con la carta que me había escrito con anterioridad. Carla [Bruni, primera dama de Francia entonces] estaba tan aterrorizada como yo. Fue entonces cuando sospeché que algo no cuadraba y que había algo que no sabíamos. Entendí, sobre todo, que iba a ser muy complicado sacar a Florence Cassez de aquel atolladero. Pero aún andaba lejos de entender qué pasaba… lo que pasaba era mucho peor de lo que habría podido imaginar”.
Comenzó un conflicto diplomático sin precedentes entre París y el entonces Distrito Federal. 2011 iba a ser el año de México en Francia, pero el Gobierno de Calderón suspendió su participación en las más de 300 actividades previstas. Sarkozy propuso convertir cada una de ellas en un homenaje a Cassez, por cuya extradición seguía peleando. “Cada acto en el que participe un miembro del Estado francés, dedicará su intervención a recordar su problema. Yo mismo lo haré. Inauguraré ese año hablando sobre Cassez”, dijo entonces.
La actuación del presidente francés fue tildada de arrogante en México y despertó una respuesta nacionalista contraproducente para la liberación de los dos acusados. “Algunos de mis amigos también pensaban que me había excedido. Con el tiempo, creo todo lo contrario. Nada justificaba abandonar a una inocente, especialmente cuando eres presidente de la República y representas la última esperanza de todos aquellos que ya no tienen ninguna”, responde en el libro, sin mucho atisbo de autocrítica.
No es la primera vez que Sarkozy habla sobre García Luna y Calderón desde que dejó la presidencia. En 2022, lo hizo para la serie documental de Netflix El caso Cassez-Vallarta: Una novela criminal, que abordaba el montaje, donde ya aseguró: “Sabemos que en este caso en particular el presidente Calderón no podía tomar decisiones sin su ministro del Interior [García Luna] y su ministro, en este caso en particular, más poderoso que el presidente”. Cassez fue liberada y volvió a Francia, aunque nadie le podrá devolver los siete años encarcelada. Vallarta continúa en prisión más de 18 años después, sin sentencia en su contra, a pesar de todas las irregularidades, torturas y manipulaciones que dejan a las claras, una vez más, el rostro más oscuro del Estado mexicano.