Desde hace tres meses que Cristiani Martínez, una madre de 28 años originaria de Tijuana, comenzó a trabajar como conserje en la planta de Amazon ubicada en su colonia Nueva Esperanza. Martínez trabaja el turno nocturno, dado que, de día tiene que atender a sus dos pequeños hijos. Solamente duerme entre tres y cuatro horas al día.
Nueva Esperanza es una colonia de cientos de habitantes. Sobre ella se levanta la gran nave color azul cielo de Amazon entre cascajos abandonados a mitad de calle de lo que un día fueron coches particulares, resortes de colchones que aguardan para un momento ser parte de una estructura de casa. La única calle pavimentada es la que entra y sale de la planta de Amazon.
Durante su turno, Martínez trabaja junto a dos compañeros más de la colonia. Los tres conforman la totalidad de los empleados del área de limpieza vespertina de la planta que abarca 32,000 metros cuadrados y a la que tiene que llegar caminando durante casi 500 metros. Gran parte es por una calle de terracería que, cuando llueve, se vuelve un río de lodo que le llega hasta las rodillas. No hay otra manera de llegar a su trabajo más que por medio del lodazal. Al llegar a hacer la limpieza tiene que cambiarse por completo de ropa y zapatos.
El pago que reciben Martínez y sus compañeros de la colonia Nueva Esperanza que trabajan en el área de limpieza o cocina de la planta es de 52 pesos (poco más de $2.6 dólares) por hora. Según Tirso Hernández López, un hombre de 59 años que trabaja en el área de limpieza en el turno matutino, esto menos de lo que reciben otros empleados que hacen el mismo trabajo para otras empresas en el mismo parque industrial en el que se encuentra Amazon.
“Fue lo único a lo que pudimos tener acceso directo,” dijo Martínez a México Pragmático, “porque para otros empleos había que hacer solicitud por internet y, pues, varios no sabemos manejar eso y mucho menos tenemos una computadora”.
A finales de 2021, Amazon se vio obligado a dar cara al revuelo que causaron imágenes en las que resaltaba el fuerte contraste entre la nave industrial nueva y la pobreza de Nueva Esperanza. La empresa emitió un comunicado a los medios en el que se comprometió con la comunidad local. En él, prometió otorgar 250 “empleos con salarios competitivos y prestaciones”, además de “evaluar cómo se puede apoyar a la comunidad de Tijuana a través del programa de responsabilidad social de la compañía Amazon Gives”.
Poco después y en apoyo a Amazon, la entonces alcaldesa de Tijuana celebró el centro de distribución diciendo que si “cambias un entorno y se transforma el alrededor.”
México Pragmático habló con 15 habitantes de Nueva Esperanza, identificando así a los seis vecinos que aún trabajan en el centro de distribución. Tanto trabajadores como vecinos de la colonia sienten que Amazon no ha cumplido sus dos promesas básicas: padecen de condiciones laborales precarias en la empresa y la colonia sigue sufriendo por la falta de desarrollo urbano y servicios básicos. “No hemos visto el desarrollo que nos habían prometido”, dijo Genaro Hernández, de 58 años, quien trabajó durante tres meses en el área de limpieza.
Lo que los habitantes interpretaron como las promesas de Amazon son demasiado “abiertas y muy ambiguas”, dijo Carlos Atilano, coordinador del Consejo de Organizaciones Ciudadanas Independientes (COCI), una organización de abogados especializado en justicia social, laboral y política en Tijuana, y directivo de la Alianza Mexicana de Abogados, a México Pragmático. “No representan obligatoriedad para Amazon. … [El comunicado] se puede catalogar como un documento deliberadamente enganchador con el que se generan falsas expectativas para la comunidad y las personas, y así evitarse responsabilidades reales con ellos”.
Desde la emisión del comunicado, la empresa no ha brindado más detalles al respecto.
De las promesas de Amazon, la menos clara fue la supuesta evaluación de cómo se brindaría desarrollo y apoyo a la comunidad por medio de Amazon Gives, la rama de responsabilidad social de la empresa que, por medio de su sitio web, presume su apoyo a decenas de causas caritativas a través del mundo. Estas van desde proyectos de infraestructura, como la construcción de escuelas o pozos acuíferos en regiones como Latinoamérica y África, hasta la donación de víveres y aparatos electrónicos a través del mundo, como lo ha hecho Amazon, a escasos kilómetros de Tijuana, en San Diego.
Ni la colonia Nueva Esperanza ni Tijuana figuran en el listado de campañas de Amazon Gives.
La promesa de la creación de 250 empleos dignos y con prestaciones que ofrecería Amazon fue más contundente, pero conversaciones con expertos y vecinos revelan que estás oportunidades han excluido en su totalidad a la comunidad de Nueva Esperanza. México Pragmático preguntó a Amazon si la empresa había creado 250 trabajos en un centro de distribución de Tijuana, pero no recibió respuesta.
Residentes de la colonia confirmaron que actualmente trabajan seis personas de la colonia Nueva Esperanza en la planta. Cuatro de ellos dijeron que, desde que abrió, han trabajado ahí un aproximado de 25 a 30 personas de la colonia; todas durante cortos plazos, todas bajo la modalidad de subcontrato sin prestaciones. Solo una persona de la colonia logró en algún momento trabajar en el área principal de paquetería pero su estancia fue corta; no fue renovado su contrato después de solo algunos meses al no pasar un examen médico, según dijo a México Pragmático, Javier López Hernández, vecino de Nueva Esperanza de 20 años de edad.
De igual forma, otros dos vecinos, Genaro Hernández y Tirso Hernández López, dijeron a México Pragmático que los vecinos interesados en solicitar empleo no podían hacerlo porque carecían de la documentación necesaria; comprobantes de domicilio de recibos de los servicios a los que Nueva Esperanza no tiene acceso. Hernández López, quien trabaja turno matutino del centro de distribución, dijo que dadas estas limitaciones, “estas opciones son las que me quedan como un recurso para poder subsistir”.
Lisbeth Chávez, antropóloga social docente en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), dijo a México Pragmático que la virtual exclusión de la colonia sobre la cual se irguió la planta de Amazon va de la mano con la precariedad social y económica profunda que viven sus habitantes. Para verdaderamente hacer una diferencia en la comunidad, agregó Atilano, Amazon tendría que activamente buscar reclutar y capacitar a los vecinos, pero queda claro que la oferta de empleos no es un favor que Amazon le hace a Tijuana sino un reflejo de las necesidades operativas de la empresa.
Por su parte, Martínez, no le alcanza para dejar a sus dos hijos en una guardería de día, por lo que se ha visto en necesidad de trabajar en la “pesadumbre total” de la jornada nocturna de seis de la tarde a seis de la mañana cuatro días seguidos a la semana. “Una llega cansada de no dormir, luego limpiar y después regresar a casa, más cansada sabiendo que hay que levantarse nuevamente”.
Ante esto, Atilano expuso que trabajar en esas condiciones “es violatorio de la ley”, pues en la Ley Federal de Trabajo en primera instancia se establece que “un horario nocturno no debe exceder de siete horas y ellos están laborando 12 horas durante cuatro días seguidos”.
Atilano refirió que, si bien en México no es obligatorio un salario mayor por trabajar de noche, eso se puede convenir mediante un acuerdo bajo contrato colectivo. Pero, a diferencia de sus similares, trabajadores de la planta de Amazon en San Diego —en su mayoría también tijuanenses—, los tres entrevistados que aún continúan trabajando en la planta de Tijuana dijeron que tienen la más mínima intención de organizarse para exigir mejores condiciones, porque se temen perder el trabajo.
López Hernández, el joven de 20 años quien limpió como subcontratista la bodega de Amazon Tijuana durante un mes, explicó que la subcontratadora recluta bajo contratos de no más de tres meses. Esta práctica no permite generar antigüedad, lo cual a su vez no les da derecho de tener prestaciones y mucho menos opciones de crecimiento dentro de la empresa. “A lo único que uno aspira es a que le asignen una buena área… de la limpieza no salimos nosotros, ni pensar en poder tener un ascenso”.
Aquellos que pueden evitar trabajar en la planta casi siempre optan por mejores opciones. Madai Natividad López, de 30 años, limpió como subcontratista la bodega de Amazon Tijuana durante dos meses hasta que se hartó. Cuando le pidió que se le cambiara al área principal de distribución, la empresa la hizo pasar por todos el proceso de solicitud para entrar y le dijo que la llamaría. Al día de hoy, López no ha recibido comunicación alguna de Amazon. Ahora se resigna a ver la planta todos los días como un símbolo de promesas incumplidas. “Las cosas no mejoraron en la colonia,” dijo a México Pragmático, “pues seguimos teniendo las mismas carencias y necesidades, es decir, no cambió nada a lo que ya veníamos viviendo en este lugar”.