Tomar alcohol ha dejado de ser esencial para los jóvenes, la nueva generación sobrio-curiosa

La Generación Z está cambiando las reglas de la fiesta y la industria del alcohol lo sabe

Durante siglos, el alcohol fue el protagonista indiscutible de la vida social. Se brindaba con vino en las cenas, se celebraba con cerveza en los bares y se ahogaban las penas con whisky en vasos cortos. Beber no solo era costumbre, era casi una obligación. Pero algo cambió. Una generación entera está cuestionando la necesidad de tomar alcohol, y lo está dejando atrás sin escándalos ni discursos moralistas. Simplemente, ya no lo ven indispensable. Lo que parecía imposible hace unos años—una vida nocturna sin alcohol, bares sin tragos, fiestas sin cruda—es hoy una tendencia en crecimiento que está transformando la industria de las bebidas y redefiniendo las reglas del juego social.Los datos lo confirman.

Mientras las ventas globales de alcohol cayeron un 1% el año pasado, las bebidas sin alcohol crecieron un 29% en Estados Unidos y hasta un 15% en otras categorías a nivel mundial, según el Financial Times. En el Reino Unido, una cuarta parte de la Generación Z ya se identifica como abstemia, y en Irlanda el número de jóvenes que no beben pasó del 17% en 2006 al 28% en 2021, de acuerdo con el informe Drink Aware, citado por El País. Beber dejó de ser un rito de paso. Ahora es solo una opción más en la mesa.

Para muchas generaciones, el alcohol significaba adultez, rebeldía, pertenencia. Pero en un mundo donde todo queda registrado en redes sociales, la borrachera ya no es una medalla de honor, sino un riesgo innecesario. La Generación Z creció viendo a sus padres y hermanos mayores lidiar con los efectos del alcohol y simplemente decidieron que no valía la pena. También hay un factor económico: salir a beber es caro y esta es una generación que carga con deudas estudiantiles, precios de vivienda imposibles y un mercado laboral incierto. Mientras tanto, la industria del alcohol subió sus precios apostando por etiquetas “premium”. Resultado: cada vez más jóvenes están cambiando la copa de vino por un cóctel sin alcohol, un café de especialidad o una bebida con CBD.

La cervecería Guinness invirtió 30 millones de euros durante el 2024 en su línea sin alcohol, mientras que marcas de destilados están desarrollando productos diseñados para imitar el efecto del alcohol sin la resaca.

El cambio es generacional, pero también cultural. Lo que antes era una norma social, hoy es una elección. Si en otro tiempo la presión era beber para encajar, ahora cada vez más gente se siente cómoda diciendo que no. Y si la industria sigue perfeccionando sus productos, es posible que en unos años el alcohol pase de ser el protagonista de la fiesta a solo otra opción en el menú.

Las borracheras siguen existiendo, pero cada vez importan menos. Y lo más curioso es que nadie parece extrañarlas.