Estados Unidos acaba de dar un golpe sobre la mesa en su estrategia contra el narcotráfico: ha anunciado que designará a cinco cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras. Este movimiento cambia por completo las reglas del juego, ya que le otorga al gobierno estadounidense más herramientas para congelar activos, imponer sanciones y hasta justificar operaciones directas contra estas organizaciones. En la mira están algunos de los cárteles más poderosos y violentos del país.
Encabezando la lista está el Cártel de Sinaloa, el grupo que Joaquín El Chapo Guzmán convirtió en un imperio global y que hoy está dividido entre la facción de Ismael “El Mayo” Zambada y la de “Los Chapitos”, sus hijos. Luego viene el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), dirigido por Nemesio “El Mencho” Oseguera Cervantes, una organización que en menos de dos décadas logró expandirse por México y gran parte de Estados Unidos.
También está el Cártel del Noreste, una de las facciones más violentas surgidas de Los Zetas, con presencia en Tamaulipas y el noreste del país. A este se suma La Familia Michoacana, un grupo que parecía desvanecido, pero que ha regresado con fuerza bajo el liderazgo de los hermanos Johnny y José Alfredo Hurtado Olascoaga, “El Pez” y “El Fresa”, operando en Michoacán, Guerrero y el Estado de México. Finalmente, está Cárteles Unidos, una alianza de remanentes de grupos como Los Caballeros Templarios y La Familia Michoacana, que combaten al CJNG en Michoacán.
La designación de estos cárteles como organizaciones terroristas no es solo simbólica: permitirá a Estados Unidos aplicar las mismas estrategias que usa contra grupos como Al Qaeda o ISIS. Se podrán congelar cuentas, perseguir aliados financieros y hasta justificar posibles intervenciones extraterritoriales.
La noticia ya desató reacciones en México. La presidenta Claudia Sheinbaum dijo que el conflicto con el crimen organizado debe atenderse desde una óptica de cooperación bilateral y rechazó cualquier intervención extranjera. Pero la realidad es que este movimiento cambia la relación México-Estados Unidos en materia de seguridad. ¿Es un golpe real contra los cárteles o una escalada que traerá más tensiones? Como siempre, la política y la diplomacia definirán qué tan lejos llegará esta designación.