Acordeones, sandalias, láminas de acero, varillas de aluminio y más de 500 productos importados, principalmente de Asia, deberán pagar a partir de esta semana un arancel para ingresar a México. El Gobierno de López Obrador ha impuesto durante los próximos dos años gravámenes de entre 5% y 50% a 544 fracciones arancelarias sobre los envíos de aquellas naciones con las que el país no tiene un tratado comercial, como es el caso de India y China.
La Administración federal argumenta, en el decreto, que esta decisión busca proteger varios de sus sectores productivos, así como la atracción de nuevas empresas al territorio mexicano, el llamado nearshoring. Sin embargo, especialistas advierten de fondo la presión de EE UU, socio de México en el TMEC, para frenar el avance de las mercancías chinas en la región norteamericana.
La medida supondrá un balón de oxígeno para las empresas afincadas en México y un freno para la avanzada de productos asiáticos en Norteamericana. De acuerdo con el Gobierno, en los últimos cinco años los productos nacionales implicados en el decreto han sido golpeados por la desaceleración en el crecimiento económico mundial y por ello, esta oleada de aranceles dará certidumbre y condiciones de mercado justas para la industria nacional en situación de vulnerabilidad.
El espectro de mercancías que abarcan las 544 fracciones arancelarias es amplio. Aluminio, textiles, calzado, madera, plásticos, productos químicos, material eléctrico, muebles y hasta instrumentos musicales entrarán en la misma bolsa con distintos porcentajes de gravamen.
La secretaria de Economía, Raquel Buenrostro, justificó la medida ante la proliferación de prácticas de comercio desleales. “Hemos observado muchos productos que vienen subvaluados, a muy bajo precio que están desplazando a nuestros productores nacionales y a nuestra pequeña industria y al final del día el beneficiario final no se ve ese ahorro porque a él le llega a precio normal”, declaró recientemente en un foro en Ciudad de México.
La barrera arancelaria dictada por el Gobierno federal, con dedicatoria específica a las importaciones provenientes de Asia, tiene como telón de fondo, un grave déficit comercial entre México y China. Al cierre de 2023, el desbalance entre estos dos países superó los 104.000 millones de dólares. La Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) ha alertado que solo el año pasado, por cada dólar que exportó México a China, el país asiático mandó 11,4 dólares a suelo mexicano.
El creciente interés de China en México no es fortuito. Tras la imposición de barreras arancelarias de parte de EE UU a las importaciones chinas, el mercado mexicano ha cobrado relevancia como vía de acceso a EE UU, pero en sí mismo, también como un mercado destino de dichas importaciones.
Pedro Tello, experto en economía y política industrial, advierte de que si bien el Gobierno de López Obrador esgrime una defensa a las empresas nacionales, de fondo, existe una presión por parte de su socio estadounidense para coadyuvar a frenar la llegada de productos chinos a su país. “Estados Unidos ha estado muy atento y casi con lupa revisando los productos que se importan de China en nuestro país, particularmente, lo relacionado con el acero que ellos aseguran son reexportados hacia Estados Unidos en condiciones de ventajas de precio y que han desplazado a la industria norteamericana”.
Además, añade, en virtud del nearshoring, a Estados Unidos le interesa mucho que se trate de productos que cumplan en México con lo establecido en el TMEC, sobre todo lo que versa sobre los contenidos regionales. “Estamos frente a una decisión de política comercial que, aparentemente, operará a favor de industrias como la del calzado la industria textil, la industria mueblera, la del plástico, pero que en el fondo lo que entraña es una respuesta frente a la presión norteamericana, más que el inicio de una estrategia de apoyo eficaz a las empresas mexicanas”, refiere.
Adolfo Laborde, especialista en comercio internacional y profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), explica que es una estrategia por parte de México de disuasión de comercio enfocada a las importaciones de China, Vietnam y la India, tres países que han incentivado su intercambio comercial a territorio mexicano, tras la guerra comercial que ya tiene años, entre EE UU y China. El investigador coincide en que este decreto cuenta con el beneplácito del Gobierno estadounidense: “Es un gesto de alineación a una política comercial, en el contexto del TMEC”, zanja.
Laborde advierte de que, en los últimos años, el dragón asiático ha utilizado a Vietnam como un trampolín para la reexportación a territorio mexicano, debido a que el país latinoamericano sí tiene un acuerdo comercial con Vietnam y, por ende, preferencias arancelarias. En el caso específico de Vietnam, la Secretaría de Economía ha adelantado que implementará un monitoreo comercial específico.
La Concamin ha celebrado el decreto presidencial a favor de las empresas en México. “Esta disposición no constituye una medida proteccionista, sino una acción necesaria para crear un piso parejo de competencia, ya que combate prácticas desleales como el dumping y los subsidios, así como el comercio ilegal de productos subvaluados, que han perjudicado gravemente a las pequeñas y medianas empresas (Mipymes) mexicanas, afectando su empleo y producción”, señaló el organismo. La Concamin añadió que implementará un esquema de monitoreo de importaciones de Vietnam para evitar la triangulación de productos provenientes de China, y trabajará para promover un comercio legal.