Un descenso global en el recuento de espermatozoides identificado por primera vez en 2017 se está acelerando, según una investigación que muestra que el fenómeno observado en otras partes del mundo también está afectando a los hombres de América del Sur, Asia y África.
El análisis, realizado por el profesor Hagai Levine de la Universidad Hebrea de Jerusalén y la profesora Shanna Swan de la Escuela de Medicina Icahn de Nueva York, descubrió que el recuento medio de espermatozoides a nivel mundial se redujo a más de la mitad entre 1973 y 2018.
Desde 1972 había disminuido aproximadamente un 1% cada año, afirmaron los investigadores. Sin embargo, desde el año 2000, la disminución anual había sido, en promedio, más del 2,6%.
Levine afirmó que los hallazgos sirvieron “como un canario en una mina de carbón”. “Tenemos un grave problema en nuestras manos que, si no se mitiga, podría amenazar la supervivencia de la humanidad”, afirmó.
El trabajo, publicado el martes pasado en la revista Human Reproduction Update, se basa en datos de 53 países e incluye estadísticas recogidas desde el estudio anterior. Se centró en las tendencias del recuento de esperma entre los hombres de América del Sur, Asia y África, regiones que no se examinaron en el informe previo.
Según los investigadores, los hombres de estas regiones comparten el importante descenso en el recuento total de espermatozoides y en la concentración de los mismos observado anteriormente en Norteamérica, Europa y Australia.
“En general, estamos presenciando a un importante descenso mundial del recuento de espermatozoides de más del 50% en los últimos 46 años, un descenso que se ha acelerado en los últimos años”, afirmó Levine.
Aunque el estudio no examinó las causas de estos descensos, Levine apuntó a una investigación reciente que indica que las alteraciones en el desarrollo del tracto reproductivo en el útero están relacionadas con “el deterioro de la fertilidad a lo largo de la vida y otros marcadores de disfunción reproductiva”. Pidió una acción global “para promover entornos más saludables para todas las especies y reducir las exposiciones y comportamientos que amenazan nuestra salud reproductiva”.
Swan afirmó que la disminución acelerada del número de espermatozoides en el mundo significa que “más personas necesitarán recurrir a la reproducción asistida para concebir”. Las implicaciones van más allá de la disminución de la fertilidad, ya que un menor número de espermatozoides “está relacionado con más enfermedades en etapas posteriores de la vida -enfermedades cardiovasculares, diabetes y cánceres reproductivos- y con una menor esperanza de vida”.
Argumentó que este era un descenso demasiado rápido para deberse solo a causas genéticas, y señaló que algunos factores de riesgo de un menor recuento de espermatozoides tenían que ver con el estilo de vida, como la dieta, el tabaquismo, la obesidad, el estrés y el consumo excesivo de alcohol. Pero destacó el papel de las sustancias químicas del medio ambiente, en particular las que pueden afectar a las hormonas esteroides, que son fundamentales para la reproducción.
Las más importantes fueron las sustancias químicas “perturbadoras del sistema endocrino” que pueden alterar los niveles de testosterona y estrógenos, como los ftalatos -que se encuentran en cientos de productos de limpieza y cuidado personal- y los bisfenoles (BPA) que suelen formar parte de los envases utilizados para almacenar alimentos y bebidas, como las botellas de agua. Estos elementos están “críticamente implicados en la función reproductiva”, añadió Swan.
Instó a los hombres a evitar “el tabaquismo, el sedentarismo, el aumento excesivo de peso, el abuso de drogas y alcohol y las sustancias químicas potencialmente tóxicas”.